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miércoles, 4 de julio de 2012
El nombre de los días de la semana
Existen numerosas cosas cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos y de las que, desgraciadamente, tampoco conocemos a su autor, como bien puede ser el caso de los días de la semana. Ya desde tiempos inmemoriales, hubo observadores que se dieron cuenta de que había al menos cinco estrellas que no parecían seguir el movimiento de las demás, al parecer fijas en la cúpula celeste. A estas estrellas que parecían no seguir las normas establecidas, se las llamó planetas, que significa “estrella errante”.
Al planeta más cercano al Sol se le dio el nombre del mensajero de los dioses (Mercurio), al más brillante se le identificó con Venus, la diosa del amor, al planeta de color rojo se le bautizó Marte, el dios de la guerra y al más parsimonioso y lento de todos, se le dio el nombre de Saturno, el dios del tiempo.
Para entender por qué los días de la semana se llaman como se llaman, debemos remontarnos nada menos que al 4 de marzo del año 1953 a.C. cuando en los cielos se pudo contemplar un hecho que debió dejar sorprendidos y asustados a sus observadores. Los cinco planetas conocidos (Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno) se encontraban en perfecta alineación con la luna, junto a la constelación de Pegaso. Este hecho también supuso el punto de partida de los ciclos planetarios en la antigua China. Los cinco planetas, junto con la Luna y el Sol (considerados también planetas en aquella época) conformaban las siete deidades que controlaban los destinos de la humanidad.
Cuando llegó el momento de asignar nombres a los 7 días de la semana, que por otra parte es un lapso de tiempo sin ninguna significación astronómica práctica, al contrario que el mes y el año (el ciclo de la luna y el de la tierra alrededor del sol), le fueron asignados los nombres de estas siete estrellas errantes.
Pero hoy en día, sobreviven dos versiones de este nombramiento honorario, la latina y la sajona/germánica.
En la versión sajona/germánica se mezclan elementos astronómicos junto a dioses de las mitologías sajona y germánica, dando como resultado: el Lunes (Moonday/Monday) dedicado a la Luna, el Martes (Tuesday/Tiw´s day) dedicado al dios nórdico de la guerra y curiosamente también de los zurdos, el Miércoles (Wednesday/Wedn´s day) dedicado a Odín o Wodin, el Jueves (Thursday/Thor´s day) está dedicado a Thor, el Viernes (Fryday/Freya day) dedicado a la diosa nórdica del amor, el sábado (Saturday/Saturn´s day) está dedicado a Saturno mientras que el domingo quedó en honor al Sol (Sunday/Sun´s day).
En la versión latina (francés, italiano y castellano), tenemos el Lunes (día de la Luna), el Martes (día de Marte), el Miercoles (día de Mercurio), el Jueves (día de Júpiter), el Viernes (día de Venus) y el sábado (día de Saturno) mientras que el Domingo se “latinizó” y pasó a ser el día del Señor (Domminus).
Por otra parte, el orden de los nombres de los días se asignó, aparentemente, sin seguir un criterio claro. Si por ejemplo, se hubieran ordenado en relación al brillo de los planetas la semana habría quedado de la siguiente manera: Domingo, Lunes, Viernes, Jueves, Martes, Sábado y Miércoles; mientras que si el orden se hubiera hecho en función de la distancia de los planetas al sol habría sido: Domingo, Miércoles, Viernes, Lunes, Martes, Jueves y Sábado. Claro está, en aquellos tiempos los astrónomos no tenían manera de conocer ni la distancia al sol ni el concepto de brillo intrínseco.
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