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Pieles NO

jueves, 25 de abril de 2013

La familia de Serafín Perez (continuación)

La Erun

 

                Delfín, cuando se peleaba con sus padres, a quienes consideraba unos carcas insufribles, se consolaba charlando con su hermana, que le comprendía. Cuando el chico se había pasado horas en la cola del paro y se iba a casa alicaído, tenía como paño de lágrimas a su hermana Erundina, que trabajaba en un puticlub llamado “La sonrisa vertical de Felisa”, que se refería a la dueña del local, donde reclutaba chicas asiáticas, españolas de pueblo y de los países del este, y ninguna oficialmente tenía menos de 18 añitos. Vivía la tal Felisa bastante tranquila, ya que uno de sus clientes habituales era el Consejero de Turismo de su autonomía, y teniendo contento a tal personaje y procurando no estirar demasiado de la cuerda, vivía bien, a pesar de los tiempos de crisis que el país atravesaba.

                Erundina era mona, de pelo castaño con mechas californianas. Tenía veinticinco años y solía aconsejar a Delfín, quien estaba desgarrado entre               la necesidad vital de encontrar curro para no tener que depender de sus padres y sus ideas ácratas. Pues para un anarquista pata negra como él, le resultaba muy duro tener que ir buscando trabajo dentro del sistema.

-¡Ay, Dina! ¡No sabes lo mal que lo paso en la cola del INEM rodeado de tanto facha!. Todos resignados, diciendo que las cosas están mal, que la crisis que atravesamos es mundial, pero los imbéciles no se dan cuenta de que estamos siendo manipulados por el gran capital!

Delfín tenía la desgracia de que cuando se enfadaba le salían todas las frases en verso,lo que restaba algo de dramatismo a sus muy bien fundamentadas quejas. Solía hablar poco con su padre porque siempre se reía de él. Ya le bastaba que se choteara por su militancia ácrata, el  que encima se riera  de sus ripios inintencionados es que le ponía enfermo.

Dina no se reía. Ese día estaba delante del espejo haciéndose un moñete en lo alto de la coronilla y no le salía bien. En ese año de gracia del 2013 estaba de moda esta clase de peinado y a ella le gustaba, pues además de resultar muy fresco para el verano resaltaba su bonito perfil y su naricilla respingona. Luego, metida en faena, se soltaba el pelo y parecía una leona.  Pero escuchaba a su hermano querido. Se sentía en cierto modo algo responsable, en parte por ser seis años mayor y por otro lado pensaba que sus padres los habían dejado crecer como cabras monteses. Ella se había metido a puta porque quería tener dinero y no dar cuentas a nadie de nada. Cuando fuera ya un poco mayor pensaba retirarse y poner una tienda de algo. De ropa, de esoterismo o de lo que estuviese de moda por entonces. Pero por ahora no se planteaba nada. La crisis hacía que poner un negocio fuese ruinoso, y por todas partes se veían tiendas como a ella le gustaban con el letrero de “Se traspasa” o “Se vende”, y quería tener una cosa segura para toda la vida.  Pero no tenía prisa. Aún tenía por delante muchos años para ir ahorrando y mientras no se lo pasaba mal. Tenía algunos clientes insoportables, pero era peor ser pobre y tener que robar porque luego te trincan y acabas en la cárcel de mujeres. Ella tenía una amiga que estaba en la cárcel y a veces la iba a ver. Se había echado un novio preso y tenían de vez en cuando un vis a vis. Era lo único bueno de estar en la cárcel, que como había diez hombres por cada mujer, era fácil conseguir novio. Siempre había un roto para un descosido. Su amiga estaba muy colgada de su enamorado ladrón y hasta hacían planes para cuando salieran de allí. Lo que Delfín no llegaba a comprender y no se atrevía a preguntar a su hermana, es cómo diantre lo habían  hecho para conocerse estando los dos en el talego, pero a sus años ya sabía que la vida es mucho más alucinante que cualquier ficción.

                -Pues sí, Erun.-contaba el muchacho durrutiano. –Estoy deseando encontrar algún curro para no tener que estar todos los días aguantando las broncas de mis padres. ¡No puedo mas!. Padre se pasa el día tumbado en el sillón comiendo doritos y patatilla y viendo la tele, y discutiendo con madre porque ella quiere ver programas basura y él deportes. A mí no me gustan nada estas cosas. Acabo yéndome a mi cuarto y me pongo a leer encima de la cama y cuando tengo sueño duermo. Y cuando no, no. Pero mi vida es un asco. Por no tener, no tengo ni móvil ni novia, como todo el mundo.  Y si me encabrito, me sale padre con el rollo de que como gracias a ellos. Y es verdad. Pero no encuentro curro… ay.

Aficiones de Doña Escolástica

                Delfín se daba tanta pena que a veces hasta se le caía una lagrimilla que le bajaba por la mejilla y entonces sacaba la lengua a ver si se la podía beber. Esto lo había visto de niño en un dibujo animado y le había gustado.

                Le decía a su hermana:

                -Mira, Erun. Esta lagrimilla que me baja por la mejilla saco la lengua y tal vez me la pueda beber. Lo ví de chico en un dibujo animado y desde siempre lo he recordado.

                - Delfín, que ya estás haciendo ripios. ¿Cómo quieres que la gente te tome en serio?. Anda, vamos a tomar una pizza y una cervecita que yo te convido. Hoy es  mi día libre.

                -¡¡Gracias, hermana mía!!! ¡¡Eres  una maravilla, un encanto!!. Si  la Magdalena no te hubiera pillado el puesto, serías la Santa Patrona de las putas!!

                -No, bobo,esa era Santa María Egipcíaca, que era una prostituta arrepentida…

                Erundina tenía su culturita de Internet y la Wiki.

                -¡Pues tu también te mereces ser santa!. ¡No como las beatas hipócritas de la parroquia ni las Testigas de Jehová que siempre están comiéndole el coco a madre! ¡¡MUAAA!!!

 






                Los dos vasen de la mancebía contentos y felices. Aquella noche cenarían a la italiana y el mundo, por unas horas, sería un lugar habitable…

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En este fresco de la Basílica de Asis podemos ver a San Zósimo de Palestina resistiendo a la tentación encarnada en Santa Maria Egipcíaca (antes de serlo) y dándole un chal para que se tape las vergüenzas. Luego fué una gran santa, patronas de las putas.

 

(continuará)

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