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Pieles NO

sábado, 12 de noviembre de 2011

Los gatos negros...y los demás










De ser venerado como un dios en el Antiguo Egipto, protegido por la Ley (aquellos que osaban herir o matar un gato eran duramente castigados), llorado por sus dueños cuando moría como si de un familiar se tratara, momificado y enterrado como un príncipe hasta ser odiado, temido, perseguido y casi exterminado, el gato ha sido un verdadero superviviente.
Fue a partir de la Edad Media, en el continente europeo, donde empezó a surgir todo el asunto. El carácter independiente de estos animales, su tendencia a ser seres solitarios, sigilosos, huidizos y, sobre todo, a su capacidad de reproducirse, no contribuyó precisamente a ganar puntos. Además, en los callejones de las ciudades donde habitaba un multitud de ellos, las encargadas de alimentarlos era mujeres solas, sin hogar, en la miseria, la mayoría ancianas. Y cuando se extendió esa especie de histeria colectiva de la brujería se las asoció de inmediato como siervas de Satán y a los gatos como sus ayudantes.
Y de entre todos los felinos, fue precisamente el gato negro el que se ganó el dudoso honor de ser elegido como representante del Diablo y de ser la forma preferida que su dueña, la bruja, adquiría para disfrazarse y pasar inadvertida durante la noche.
A esto hay que añadir una reseña histórica. Ante la numerosa población de gatos y la mala fama que habían adquirido por aquel entonces, fueron objeto de una auténtica persecución y finalmente masacrados casi en su totalidad. Craso error. Al haber desaparecido sus principales depredadores, las ratas se multiplicaron trayendo consigo toda clase de enfermedades y plagas, entre ellas la temible peste que asoló Europa entera y acabó con la vida de millones de personas…
Puedo asegurar que los gatos no son brujas disfrazadas, lo que sí es cierto es que poseen la capacidad de protegernos frente a energías negativas. Ellos mismos las absorben, tanto las nuestras como la de los otros. Nos limpian. Será por eso que nos relajan cuando los tenemos en los brazos, e incluso cuando nos limitamos a observarlos.

¿Quieres protección frente a las malas energías? Fácil. Pon un gato en tu vida.

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