La periodista y escritora Costanza Miriano, que defiende la sumisión de la mujer en el libro Cásate y sé sumisa, es además una figura públicamente homófoba y contraria a la igualdad del colectivo LGTB. Además apoya públicamente al movimiento Manif pour tous (nacido como oposición a la aprobación del matrimonio igualitario en Francia) en su “marca italiana”, lo que la sitúa dentro de un movimiento más amplio de reacción contra el feminismo y la militancia LGTB.
Estos días ha habido una fuerte polémica por el libro de Costanza Miriano Cásate y sé sumisa, que defiende la subordinación de la esposa al marido, editado en su versión española por el arzobispado de Granada. A pesar del revuelo y de que se ha solicitado su retirada desde múltiples instancias, el arzobispado no solo no lo ha retirado sino que ha publicado el otro volumen, dedicado en este caso a los maridos: Cásate y da la vida por ella. Lo que no ha trascendido tanto a la prensa generalista es que esta autora es también profundamente homófoba. Es más, se trata de una de las caras visibles de la “marca italiana” de la Manif pour tous, el movimiento francés contrario al matrimonio igualitario.
Así, en su blog encontramos una carta a un amigo homosexual. En ella hace gala de una combinación de palabras amables y actitud discriminatoria que resulta habitual en ciertos entornos conservadores. Primeramente le manifiesta su respeto y cercanía, pero a continuación rechaza dirigirse a él como “homosexual” porque eso es definirle muy estrechamente, como lo sería decir que ella es heterosexual. Y con un razonamiento curioso rechaza llamarle “gay”, porque eso significa “alegre” y decir que él es alegre supondría discriminar a quienes, como ella, no son homosexuales, pues se diría que son menos alegres (dejamos al lector la valoración de este brillante argumento).
La intención principal de este texto no es otra que mostrar su rechazo al matrimonio igualitario y a la homoparentalidad, así como hacer gala de su oposición al proyecto de ley italiano que plantea penalizar la homofobia (un proyecto, por cierto, descafeinado y rechazado por los colectivos LGTB). Miriano defiende las clásicas tesis de la necesaria complementariedad de los sexos, de que los niños necesitan “los dos referentes” o de que ella tiene derecho a no querer que sus hijos sean adoptados por una pareja del mismo sexo en caso de que le pasara algo. Pero la cima de su exposición llega con la oposición a la legislación anti-homofobia, pues afirma que es un ataque a su libertad de conciencia y que sería inaplicable por la oposición de católicos como ella. “Si proclamar el Catecismo de la Iglesia católica se convierte en algo fuera de la ley, ¿no habrá un millón de católicos dispuestos a leerlo en público? Y si no es un millón, ¿no serán cientos de miles? ¿o decenas de miles? ¿Y dónde los encerraremos?”, concluye con afectación.
Parte de un movimiento de amplio alcance
Las opiniones de Costanza Miriano podrían ser tomadas a risa si no fueran el signo de movimientos de mayor alcance. Al calor de la oposición al matrimonio igualitario en Francia (aunque sin duda con antecedentes dentro y fuera de este país), se ha ido gestando un movimiento reaccionario en toda regla, que dice oponerse a la “teoría del género”, término en el que se engloba prácticamente todo el feminismo y las reivindicaciones del colectivo LGTB. Frente esa supuesta teoría del género, estos grupos defienden una revalorización de los estereotipos clásicos sobre la feminidad (reinterpretados, eso sí, con palabras amables, como que la sumisión de la mujer es la de ser sostén de toda la familia o similares) y promueven una oposición a la igualdad de las personas LGTB. Este movimiento incluye, además de la citada Manif pour tous, el colectivo de mujeres Les Antigones, opuestas al feminismo en nombre de la “naturaleza femenina” y la “complementariedad”. También incluye Hommen, un colectivo de hombres que defiende la “auténtica masculinidad” frente a las “agresiones” del feminismo y la “teoría de género” (estos últimos, por cierto, han sido objeto de comentarios irónicos debido a que algunos de sus actos no dejan de ofrecer imágenes de fuerte carga homoerótica y se les ha llamado “los manifestantes antigays más gays”).
Toda esta constelación de grupos ha ido más allá de Francia y en especial se ha extendido a Italia. Precisamente Costanza Miriano es un ejemplo de este movimiento. Además de publicar estos libros que afirman la subordinación de la mujer, es un rostro visible de la Manif pour tous en Italia, movilizada en este caso no tanto contra el matrimonio igualitario, que en Italia ni se plantea, sino contra el proyecto de ley contra la discriminación homófoba.
Dicho movimiento también se extiende a España, encontrando eco en organizaciones y páginas ultraconservadoras que hablan recurrentemente de la “ideología de género” (parecen preferir este término a “teoría del género”). Y en especial, tiene como valedores algunos miembros de la jerarquía católica, en especial monseñor Reig Pla, conocido por promocionar las peligrosas terapias reparativas de la homosexualidad, y ahora también el arzobispo de Granada con su edición de los libros de Miriano.
La publicación de estos libros está, pues, lejos de ser una anécdota. Es parte de todo un movimiento que quiere restaurar visiones patriarcales, cuando no directamente machistas y LGTBfóbicas. El feminismo y el movimiento LGTB harían mal, creemos, en no dar importancia a este tipo de iniciativas.