pieles no
viernes, 29 de abril de 2011
El síndrome de Diógenes
Hay gente a la que le gusta juntar cosas, cosas diversas, extrañas e inútiles en muchos casos. La mayoría de la veces las personan no saben para qué las juntan, e interrogados al respecto suelen responder que “en algún momento pueden servir de algo“.
Cuando esta tendencia a guardar cosas aumenta, y cuando esto va acompañado de un abandono general en las condiciones de vida de la persona, y cuando lo que juntan es directamente basura, estamos en presencia de lo que se conoce con el nombre de síndrome de Diógenes. (En caso más leves se habla simplemente de silogomanía, esto es la obsesión por juntar cosas que no tiene valor).
En todos los casos el miedo y la inseguridad son los sentimientos que motivan a estas personas a juntar cosas como si les sirvieran de escudo protector.
El síndrome toma su nombre de Diógenes, filósofo griego cuyo manifiesto desprecio por las normas sociales lo llevaba a abandonar su aspecto personal debido a que no le importaba la opinión de los demás.
El Síndrome de Diógenes suele afectar a personas mayores de 60 años, que viven aisladas de su entorno social y los casos más extremos suelen aparecer en los noticieros. En algunos casos extremos las personas con síndrome de Diógenes llegan a juntar toneladas de basura en sus casas. Casi siempre sucede lo mismo, los ancianos van cortando los vínculos con el mundo exterior y se encierran en sus hogares junto a todo lo que han juntado y allí abandonan su higiene y su salud.
Algunos casos, debido a la edad de los enfermos y a las pésimas condiciones en las que viven, resultan fatales. Lo que suele suceder es que los vecinos, luego de un prologando tiempo de no ver a la persona, y ante el olor que suele provocar la acumulación de desperdicios, llaman a las autoridades, las que al entrar en el lugar, a veces, se encuentran con el espectáculo dantesco del cadáver de la persona en medio de la basura.
La intervención de los servicios de sanidad suele ser efectiva en cuanto a que logran limpiar las casas de estas personas y restableces su casi siempre debilitada condición física, pero poco eficaces para tratar el problema de fondo: la espantosa soledad de la que estas personas no pueden salir.
Pero después de todo, pienso que el nombre del síndrome no es muy acertado. Es verdad que el filósofo Diógenes vivía en un barril, y solo con un taparrabos, pero en una tina pocas cosas se pueden acumular. Viviría con lo justo, pienso yo.
Además, parece que no se sentía solo y vivía muy contento. Es archiconocida la anécdota de que Alejandro Magno, habiendo oído hablar de él, se fué a verlo y le dijo:
-Pídeme lo que quieras, y te lo concederé.
Diógenes, que era muy suyo, le dijo solamente:
-Pues hazme el favor de quitarte de delante, que me tapas el sol...
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