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Pieles NO

viernes, 22 de abril de 2011

Los comunistas



Desde que tengo uso de razón y memoria para recordarlo, siempre, toda mi vida, he oído hablar de la guerra civil. En el colegio nos contaban los horrores que hacían los rojos con los curas, mi madre me relataba cómo había visto en Gerona a unos milicianos llevar a un cura gordo calle abajo con la barriga reventada y se le iban cayendo los intestinos y le hacían andar; historias de monjas violadas, de conventos saqueados, de mártires por la fe.Yo todo esto lo encontraba muy entretenido, y tenía envidia de mis mayores porque ellos habían podido verlo y yo no, metida en Las Malditas Teresianas. , y con todas mis enfermedades. Locamente divertido lo mío. Pero cuando me afilié al PC empecé a oír las mismas historias, esta vez justo al contrario. Las atrocidades eran cometidas por los fascistas. Mi padre estaba en este bando. Siempre recuerdo con pena aquella anécdota que ya conté del miliciano subido al árbol, y que cayó como fruta madura cuando mi padre mandó disparar todos a la copa. Pero él también se metió en casa ajena, y salió con la cara hecha un mapa, por la trampa que le habían preparado. Todo esto lo dije en entregas anteriores. Pero lo que creo que me decidió a hacerme comunista fué el odio hacia todo lo que me habian enseñado de pequeña en el colegio y en casa y el constatar, cuando ya fuí mayorcita, de que yo me había portado cochinamente con aquel hombre del que ya hablé, el del autobús. No quise sentarme a su lado porque iba manchado de cal de la obra. No soy dada a remordimientos, pero éste es uno que me acompañará siempre.
Yo oía hablar, cuando trabajaba en Armamento, historias de rojos malvados, y en el Partido, las mismas idénticas historias contadas por lo s opuestos. No hay nada más parecido a un viejo fascista que un viejo comunista. Son como el ying y el yang. O como una foto y su negativo. Cuando oía hablar en el Partido a los viejos, que hoy ya todos están muertos , de Somosierra, de Guadalajara, de las trincheras, decían lo mismo que me contaba mi padre.Yo pensaba: Este puede que disparara a mi padre, o viceversa. Esto me creaba una especie de esquizofrenia que me resultaba difícil digerir. Entonces, pero sólo al principio, me sentía como una traidora, pero luego pensaba que mi padre era mi padre y yo era yo, y no tenía que comulgar con sus ideas. Recuerdo haberle oído contar cómo corrrían los italianos en Guadalajara, porque venían los rojos, y se quitaban los zapatos para correr más deprisa. Les despreciaban, y eran sus aliados. Respetaban más a los republicanos porque eran españoles, y por lo tanto, valientes. Les cantaban una cosa que empezaba: “Guadalajara, no es Abisinia....” con la música de Facceta Nera.
Recuerdo la primera reunión del PC a la que asistí. Todavía no existía IU. Habían puesto una mesa con un tapete rojo y la hoz y el martillo en amarillo, allí, enormes y desafiantes. A mí me pareció que estaba traicionando a toda mi raza y familia y tatarabuelos hasta Caín. Tenía una sensación de culpa. Pero con el tiempo se me fué. El Partido me ha dado mucho más de lo que yo he dado al Partido. Cuando entré allí. yo no tenía la menor conciencia social, no me daba ni cuenta de las injusticias que se cometían, cuántos atropellos, humillaciones, aguantadas resignadamente por los que no era de “casa bien”. Yo era de “casa bien” y no podía comprender. Pero entonces sí me dí cuenta de la gran ofensa que se había hecho a lo largo de toda la historia con la clase obrera. En Francia, que son más inteligentes que nosotros aunque los franceses no me molen demasiado.(exceptuando algunas frivolités burguesas), hicieron su Revolución cuando tocaba. Lo mismo pasó en Inlgaterra y en Rusia. Esta nadie la esperaba, todas las monarquías pensaban que primero se sublevarían los alemanes, pero los rusos, tan exaltados ellos, les tomaron la delantera. Además tenían unos líderes muy inteligentes, y los alemanes no.Y estaban mucho más desesperados, con un zar que cuando la gente se moría de hambre y frío en las calles y en los campos, regalaba a la zarina huevos recamados de piedras preciosas de Fabergé, y mandaba disparar contra los hambrientos y luego iba a misa. Como Franco. A España le ha faltado su revolución, y esta revolución light no ha servido para gran cosa. Otro gallo me hubiera cantado su hubiesen ganado los republicanos, pero como mis padres no se hubiesen conocido , no hubiese nacido. No hay mal que por bien no venga Ahora el Partido está enquistado en IU, y cuando se creó ésta, yo le dije a un viejo camarada a quello de “cría cuervos...” y se rió y me dió la razón. El tiempo también me la ha dado.
Pues sí, los comunistas me cambiaron la mentalidad, y aunque siga siendo una burguesa asquerosa consumista, pues me aprovecho de lo que hay porque puedo, veo enseguida la explotación en los contratos temporales, en las subcontratas, en lo mal pagados que están los dependientes de los grandes almacenes y en las condiciones en que trabajan. En El Corte Inglés, que un viejo pecero llama La Catedral del Consumo, no te puedes permitir el lujo de darte de baja por tener gripe y 40 de fiebre, porque sabes que ya no te renovarán más el contrato. Además, les hacen un lavado de cerebro para que encima amen la mano que les abofetea. Esto es lo malo de los pobretones, que son muy sumisos. Los poderosos nunca han sido sumisos, pero los siervos de la gleba han tragado carros y carretas siempre. A mí me gusta aquella canción cubana , cuya letra escribió José Martí, el primer revolucionario independentista (que por cierto era catalán), que dice:
“Con los pobres de la tierra
quiero yo mi suerte echar
el arroyo de la sierra
me complace más que el mar”.

De todas formas, siempre seré una facha disfrazada, aunque a veces haga cosas buenas.Lo llevo en la masa de la sangre. No soy democrata. Mas bien me va el despotismo ilustrado.
Bueno, Stalin tampoco era demócrata.

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