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Pieles NO

viernes, 27 de mayo de 2011

Historia de las cerillas



En la historia de las cerillas el verdadero protagonista es el fósforo. Es un elemento químico que lo podemos encontrar en la naturaleza de forma abundante y como fosfatos (fosforita y los apatitos). En torno a 1670 Hennig Brand, alquimista de Hamburgo, fue quien descubrió el fósforo.
Es curioso saber la forma en que Brand lo descubrió. En realidad estaba intentando fabricar una sustancia que transformara los metales no nobles en plata. Para ello lo que hacía era utilizar la orina humana. El estuvo varios años recopilando los orines. Luego los dejó reposar durante dos semanas. Esa mezcla la sometió a temperaturas altas hasta que llegaron al punto de ebullición y quitó el agua que contenían, consiguiendo reducirlo todo a un componente sólido. A medida que se iba enfriando el vapor iba formando un sólido blanco y cerúleo. Una sustancia que brillaba en la oscuridad y que era muy inflamable.
Durante un siglo el fósforo se estuvo obteniendo a partir de la orina y fue en 1771 cuando otro científico, Scheele, lo consiguió a partir de huesos calcinados.
A comienzos del siglo XIX el método para encender fuego era a través de un pedernal junto con un eslabón martillo. De esta forma se conseguía prender una mecha. La idea de utilizar pequeñas cantidades de fósforo situadas en la punta de una minúscula astilla de madera se volvió a utilizar en 1800. Se utilizó pero levemente mejorado ya que se mezclaban clorato de potasio y azúcar al azufre, para intensificar y mejorar su combustión.
La cerilla tal y como hoy la conocemos fue obra de John Walker, en 1826. Ocurrió por casualidad, como ocurren casi todas las cosas en la vida. Walker era propietario de una farmacia. El se encontraba en la trastienda intentando crear un nuevo explosivo. Tenía una mezcla de productos que iba removiendo con un palito. Al mojar la astilla se dio cuenta de que en ese extremo la combinación de productos líquidos formaba una pequeña lágrima. Intentando quitarla frotó el palito contra el suelo y fue cuando descubrió que se encendía y prendía. En ese momento fue cuando nació la cerilla de fricción.

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