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Pieles NO

sábado, 14 de mayo de 2011

Supersticiones: Tocar madera. 2000 a.C.:Norteamerica






Los niños que practican el juego consistente en tocar un árbol, donde quedan a salvo de sus perseguidores, repiten sin saberlo una costumbre que data de hace 4.000 años y que iniciaron los pobladores de Norteamérica.
En el juego moderno, la base de cualquier árbol sirve como refugio, pero históricamente el árbol que debía tocarse era el roble, venerado por su majestad, su considerable altura y sus poderes mágicos. Además, si bien hoy la persona que hace un pronóstico optimista suele tocar madera supersticiosamente para que se cumpla, según la tradición esa madera sólo podía ser de roble.
Los cultos en torno al roble son muy antiguos. Surgieron independientemente entre los indios norteamericanos alrededor de 2.000 a.C., y más tarde entre los griegos. Ambas culturas, al observar que el roble era alcanzado frecuentemente por el rayo, supusieron que era la morada del rey de los cielos (los indios) y del dios del rayo (los antiguos griegos).
Los indios norteamericanos dieron a su creencia supersticiosa un grado más. Sostenían que jactarse de un futuro logro personal , de la victoria en una batalla o de una buena cosecha cuando llegara el momento, traía mala suerte y era una garantía virtual de que tales hechos jamás se producirían. Una de estas jactancias, deliberada o inadvertida, podía ser neutralizada en sus funestos resultados golpeando la base de un roble. En realidad, la persona en cuestión se ponía así en contacto con el dios del cielo, pidiéndole perdón.
En Europa, durante la Edad Media, los eruditos cristianos aseguraban que la superstición de tocar madera se originó en el s. I d.C., y procedía de que Cristo fue crucificado en una cruz de madera. Tocar madera en señal de esperanza era supuestamente un sinónimo de la plegaria de súplica, y equivalía a decir: "Señor, haz que mi deseo se haga realidad". Sin embargo, los eruditos modernos aseguran que no hay más verdad en esa creencia que en la que le precedió. Según ella, toda catedral cristiana del continente auropeo poseía un fragmento de madera de la Vera Cruz. Así, la veneración católica de las reliquias de la cruz no sería el origen de la costumbre de considerar con respeto la madera, sino que más bien remedaría, modificaría y reforzaría una creencia pagana mucho más antigua.
Otras culturas reverenciaban diferentes tipos de árboles, a los que dirigían plegarias y tocaban. En tanto que los indios americanos y los antiguos griegos veneraban el roble, para los egipcios el árbol sagrado era el sicomoro, y para las antiguas tribus germánicas el árbol predilecto era el fresno. Los holandeses se adhirieron a la superstición de tocar madera,mas para ellos el tipo de madera carecía de relevancia; lo que sí importaba es que la madera estuviera sin barnizar,sin pintar y sin tallar, y que careciera de cualquier adorno. Los cultos de los árboles fueron comunes a través de la historia y constituyen el origen de muchas prácticas supersticiosas modernas, tales como la de besarse debajo del muérdago.
Curiosamente, la costumbre norteamericana de tocar madera para evitar que un deseo se vea frustrado, no deriva de la superstición de los antiguos habitantes de este continente, sino de la creencia griega, más tardía, que pasó a los romanos y después a los britanos. Con el tiempo, al no tener a mano un roble, bastaba ya con un golpecito en cualquier clase de madera. Y en el mundo actual, con su tecnología de plástico y los laminados, la superstición de tocar madera persiste, aunque no siempre se tenga al alcance de la mano madera auténtica, cualquiera que sea su clase.
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Fotos: Sequoias gigantes en USA y robles.

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