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Pieles NO

viernes, 26 de octubre de 2012

Mónica Juanatey, la parricida de Menorca, es una buena escritora

 

  • Qué cosas se encuentran en Internet... Estos días todo el mundo se ha enterado del veredicto del jurado, que la ha declarado culpable de ahogar a su hijo en la bañera, meterlo en una maleta y esconderlo en un bosque. No tengo muchas ganas de explicar la vida de esta tiparraca, que según los psiquiatras que la han examinado, "no tiene sentimientos por nadie".Todo el mundo está informado ya de su vida y milagros, y si no lo está.,que lo busque en Internet. Era una mentirosa compulsiva y ha tenido un montón de amantes y maridos. Era muy lista y engañaba a todo el mundo.
    Yo no soy partidaria de la pena de muerte, sobre todo como la practican en USA. Me parece un procedimiento morboso, por lo largo, por los aplazamientos y todo el folkore. Pero en el caso de esta mujer sí. Rapidito.  Tiro en la nuca y a otra cosa. Pienso que no merece vivir.
    Los psiquiatras dicen que es una psicópata. Son personas que carecen de empatía, y no sienten piedad por nadie, ni personas ni animales. Esto siempre me ha hecho pensar. Si se nace así, ¿existe la culpa?. Francamente, no lo sé. Pero yo a los psicópatas me los cargaría a todos. Por la vía rápida, pero en el mundo no merecen estar.

    El hermano gemelo que era el diablo

    • Traducción al castellano del cuento de terror con el que la madre asesina ganó el concurso literario de la cárcel
    Desde su nacimiento, los dos gemelos tuvieron suertes muy distintas. Kensuke tenía una fortaleza y una salud que su hermana no compartía. Namie estuvo sin respirar unos 20 segundos después de nacer y desde entonces siempre había estado enferma. Su madre murió justo en el momento en que ella empezó a respirar.
    Aquella noche la luz de la luna tenía un fuerte color rojizo y eso era un mal presagio. Su abuela materna colgó dos farolillos en las ventanas de las habitaciones de los niños para que la luz los protegiera del espíritu maligno que, según ella, había traído su hija.
    Su madre murió justo en el momento en que ella empezó a respirar
    Pasaron los años y Namie se volvió muy reservada. Se aislaba de todo el mundo y una espesa niebla empezaba a rodearla. Cada vez hablaba menos y nunca salía de su cuarto, de donde salían ruidos metálicos y un cántico en una lengua extraña. Namie nunca abría la puerta a nadie. Le dejaban la comida en el suelo y ella, cuando sabía que estaba sola, la recogía y dejaba el plato vacío en el mismo sitio.
    Una semana antes de cumplir los diecisiete años, por la mañana temprano, un grito despertó a todos en la casa. El grito venía del primer piso, del pasillo en el que estaba la habitación de Kensuke. Roman, el padre de los niños, fue el primero en llegar al lugar y vio a Yabi, su criado, y a su hijo boquiabiertos plantados delante de la puerta.
    Yabi temblaba y tenía una expresión de pánico en la cara. Roman les apartó para ver qué pasaba y un escalofrío le recorrió de arriba abajo. Se encontró con un perro degollado en el suelo y en la puerta de la habitación un nombre escrito con la misma sangre del perro. La sangre todavía estaba fresca y resbalaba puerta abajo, decía: «AK’KI». El padre mandó que se limpiara la puerta antes de que alguna de las mujeres lo viera, pero ya era demasiado tarde. La abuela lo había visto todo desde la otra punta del pasillo y no quiso acercarse. Namie era la única que no había salido de su habitación con todo aquel ruido. En los dos días siguientes pasó lo mismo, pero en lugar de un perro, delante de la puerta de Kensuke aparecieron un pájaro y un gato.
    Intentó gritar, pero no le dio tiempo. Con la boca abierta y los ojos llenos de lágrimas, su cuerpo sin vida cayó al suelo
    Como parecía que la única persona que no se asustsaba con todo aquello era Namie, su padre pensó que su hija, de tanto estar aislada, se había vuelto loca con el tiempo y por eso hacía aquellas cosas horribles. Decidió, para proteger a Kensuke y a todos los demás, instalar un cerrojo en su habitación y mantenerla cerrada allí dentro.
    Todo parecía volver a la normalidad cuando, en la noche del cumpleaños de los hermanos, pasó algo aún peor que un pequeño animal muerto y una pintada. La casa estaba tranquila. La abuela estaba en la cocina preparando la cena cuando oyó que alguien se acercaba. Se giró y lo que vió la dejó helada del miedo. Intentó gritar, pero no le dio tiempo. Una sombra se le puso en el pecho y así, con la boca abierta y los ojos llenos de lágrimas, su cuerpo sin vida cayó al suelo. Nadie oyó la caída. Roman estaba estirado en su cama con la misma expresión de miedo y dolor que su suegra.
    Ahora, aquello se dirigía a la habitación de Namie. Se preparó justo delante de la puerta y esta se abrió por arte de magia.
    Namie estaba al fondo de la habitación, esperándolo. De una forma inconciente y sin saber porqué, ella sabía quién era, o mejor dicho… qué era. Le había estado estudiando desde pequeña y se había preparado para aquel preciso momento.
    Llevaba, con una mano, el farolillo con la luz purificadora que su abuela puso en el cuarto cuando nació y en la otra un frasco con extracto de jade. Lanzó el líquido sobre Kensuke, pero él lo esquivó sin dificultad. Una sonrisa sombría llena de satisfacción se le dibujó cuando vio a la chica temblando. Tan solo un rato más, el tiempo que la vela del farolillo se agotase, y el alma de ella sería de él.
    La joven no se lo pensó y lanzó el farolillo aún encendido contra Kensuke. Consiguió darle solo en el brazo derecho, pero fue suficiente para que pudiera huir por la ventana con un grito agudo de dolor.
    Namie, hoy por hoy, está en verdad preparada por si él decide volver a por ella. Y vosotros, si oís ruidos extraños por la noche y no veis nada, si en vuestro barrio suceden cosas inexplicables a los animales o si tan solo desaparecen… Id con cuidado… Ak’ki está cerca.




    Mónica Juanatey tiene 32 años y está en la cárcel de Palma de Mallorca desde noviembre de 2010 acusada de haber matado en Menorca en julio de 2008 a su hijo César, de 9 años, ahogándolo en la bañera para meter luego su cadáver en una maleta. Durante esos dos años todos creían que el niño estaba vivo. Juanatey permanece en prisión a la espera de que se celebre el juicio, que será con jurado popular y aún no tiene fecha fijada. El relato que acaban de leer lo ha escrito ella y con él ha ganado el concurso literario de la prisión de Palma, premio que obtiene por segundo año consecutivo.
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    Cuando transcribo este cuento ya ha tenido lugar el juicio, con jurado popular de 9 personas, y ha salido culpable por 8 a 1.Todavía no se sabe el veredicto. El defensor dice que no sabía lo que hacía y el fiscal pide 20 años.  

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