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Pieles NO

domingo, 27 de junio de 2010

La capacidad curativa del sufrimiento


En psicología, el término resiliencia se refiere a la capacidad de los sujetos para sobreponerse a períodos de dolor emocional. Cuando un sujeto o grupo animal es capaz de hacerlo, se dice que tiene resiliencia adecuada, y puede sobreponerse a contratiempos o incluso resultar fortalecido por los mismos. El concepto de resiliencia se corresponde con el término entereza.
Esa capacidad de resistencia se prueba en situaciones de fuerte y prolongado estrés, como por ejemplo, el debido a la pérdida inesperada de un ser querido, al maltrato o abuso psíquico o físico, al abandono afectivo, al fracaso, a las catástrofes naturales y a la pobreza extrema.
La resiliencia es la capacidad que posee un individuo frente a las adversidades, para mantenerse en pie de lucha, con dosis de perseverancia, tenacidad, actitud positiva y acciones, que permiten avanzar en contra de la corriente y superarlas.
La resiliencia interesa cada vez más. No porque hoy se sufra más que antes, sino que se sufre de forma diferente. Primero, no hay dos sufrimientos que se parezcan ni hay jerarquías entre ellos; se puede sufrir intensamente a causa de una mala palabra de un conocido y atravesar catástrofes con más serenidad. Por otra parte,en tiempos de guerra, la exigencia se mide por el grupo. En tiempo de paz, es el individuo el que importa.El centro de gravedad se ha desplazado del grupo al individuo, lo que lleva a una exigencia más grande de cada persona en su desarrollo personal. No todo el mundo, sin embargo, sufre traumatismos graves. Hay que saber que además de las guerras y de las situaciones de violencia psíquica o sexual, hay otra forma de heridas, más insidiosa y mucho más frecuente: Es el aislamiento sensorial, la carencia afectiva que nace de una falta de ternura de un padre por su hijo, por ejemplo. Y este sufrimiento es muy frecuente. Se tiene la impresión de que en nuestro mundo, finalmente bastante protegido de las guerras, de violencias extremas... la gente se ha vuelto menos resistente al sufrimiento. Pero lo cierto es que nos hemos vuelto más atentos a nuestras sensaciones, y también mucho más vulnerables. El mundo humano es cada vez menos violento, pero el progreso social nos expone más a pasarlo mal. Las evoluciones tecnológicas y culturales tienden a favorecer la inmovilidad y a eclipsar a nuestros semejantes, a anular las relaciones humanas. Cada vez nos sentimos más solos.
En nuestra cultura se tiende a aferrarse al propio sufrimiento, en cierto modo se anima a las personas que lo pasan mal a hacer el papel de víctimas. En un traumatismo hay dos golpes: El real, o sea el que ha hecho daño,y la representación de la realidad;dicho de otra manera, la idea que se hace uno de la forma que el otro percibe nuestro sufrimiento. Si nuestro prójimo solo nos considera una víctima, ¿cómo librarse de este rol?.Existe el caso de
un hombre maltratado durante su infancia a quien siempre le habían dicho que repetiría este esquema sobre los hijos que tuviese. El hombre tenía terror a enamorarse.
Cara al sufrimiento hay dos posibilidades: Dejarse abatir o combatir.Lo que cambia de una persona a otra es el bagaje que tendrá el individuo para salir adelante, su constitución psiquica, y el ambiente en el que se mueva, que favorecerá o ralentizará el proceso de resiliencia.
No somos todos iguales, pero cuidado: No es sobre todo una cuestión de herencia o algo innato, sino de la historia personal de cada uno. Lo que da la fuerza de encarar el sufrimiento es la confianza desarrollada antes del truma: Un niño que ha sufrido falta de cariño por parte de sus padres reaccionará más vivamente, ya que el acontecimiento traumatizante reabrirá una herida.
Cuando se vive un traumatismo (muerte de un ser querido, violencia sexual...)uno se siente como un trapo, borrado de la condición humana. La realidad es demasiado dura para mirarla cara a cara, entonces nos vaciamos de nosotros mismos, cortamos con nuestras sensaciones, un poco como un sobre vacío. Si alrededor se nota una solidaridad afectiva poco a poco se rehace uno y se vuelve a la condición de ser humano.
Ofrecer una taza de café, hablar al otro con normalidad,sonreírle, son pequeñas cosas banales para alguien que vive normalmente, pero inmensamente reconfortantes para quien sufre.
Es difícil llegar a comprender cómo y por qué hay gente capaz de cometer horrores, como atentados, genocidios...Son personas "perversas", o "pervertidos". Para los primeros, el prójimo nunca ha existido. Se han quedado en el estado del recién nacido, por el que el otro -la madre en este caso- no existe más que para alimentarle y cuidar de él. Los segundos, los "pervertidos", viven en dos mundos: Un mundo pervertido, hecho de crueldad, y otro mundo en el que, por ejemplo, entran en su hogar donde besan a sus hijos y aman a su mujer...
Pero en estos dos casos no se puede decir que esos hombres son monstruos, son individuos... anormalmente normales. Porque ser normal es el esfuerzo que se hace para integrarse en una sociedad.Este deseo de pertenecer a una comunidad hace nacer un deseo de obediencia: Se está dispuesto a todo para satisfacer a su grupo. Nada cuenta excepto uno mismo y el grupo en el que se quiere estar integrdo. Era el razonamiento de los nazis para quienes, en una obediencia total a Hitler, todos los que no eran arios no eran nada. Los actos terroristas de nuestros días tienen la misma explicación.
La resiliencia consiste en sacar algo positivo del sufrimiento. De una prueba puede nacer lo mejor. A causa de una experiencia traumatizante puede resultar un compromiso politico, psicológico e incluso artístico.Hay un gran número de artistas , escritores, psiquiatras, que han salido del grupo de los individuos resilientes.
Se observa con frecuencia en las víctimas de catástrofes naturales el nacimiento de una fascinación por la causa del trauma: La inundación, el huracán, el tsunami...Es lo mismo cuando el "culpable" es un vecino, una persona del entorno o un desconocido.La persona herida va a intentar comprender, analizar, encontrar un sentido a la intencion del otro.Esta "rabia por comprender" es un soplo de vida después del caos.
¿Cómo se sale más fuerte?. Después de un traumatismo la tristeza persiste. La rabia por comprender es una manera de enmascarar la herida. En la búsqueda de la explicación va a nacer una verdadera satisfacción: Satisfacción de comprender, satisfacción de reparar el propio sufrimiento. La resiliencia tiene una doble vertiente, hecha de tristeza y de placer. Intentando comprender, uno se protege , ya que se tiene menos miedo de aquello que se domina y entiende. Además, la energía que se usa para este análisis impide las reacciones vengativas. Pues vengarse es someterse. No es quedarse más tranquilo. Solo la comprensión -¡que no significa excusar el acto perverso!- puede traer tranquilidad.
El sufrimiento no desaparece de golpe. Lo que duele, después de un traumatismo, es la realidad, el recuerdo, que golpean a la persona herida. Algunas culturas, algunas familias, obligan al silencio para evitar esto. Pues hay situaciones que parecen inenarrables por parte de quien las vive, por miedo de molestar, o de ser incomprendido o rechazado.
No hay que encerrarse en los recuerdos. Hay que exteriorizarlos por la palabra. De una manera más general, se habla de "tercerización". Este palabro reagrupa todos los procesos que permiten evitar un enfrentamiento entre la realidad y el herido, al contárselo a un tercero.Este puede ser la mentalización, que consiste en rehacer su historia de otra manera; la estetización, que transforma el sufrimiento en belleza y da nacimiento a verdaderas obras de arte; o incluso el humor, al resaltar los aspectos cómicos o insólitos de una situación. Esto permite cambiar el punto de vista sobre el caso, si se consigue reir por un momento ...Es así que se puede uno fortalecer ante el sufrimiento. En todo caso, merece la pena intentarlo. Como decía Nietzsche: "Lo que no nos mata nos hace más fuertes".

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