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Pieles NO

sábado, 26 de junio de 2010

Historia de los cosméticos





Ya existían hace 8.000 años en el Próximo Oriente.
Un objeto bello puede representar una satisfacción permanente, pero conservar la belleza puede resultar costoso. Hombres y mujeres, en muchos ugares del mundo y por vanidad, gastan miles y miles de millones anualmente en salones de belleza, peluquerías y tiendas de cosméticos y artículos de belleza.
Sin embargo, nadie debería sentirse sorprendido y menos alarmado ante semejante afición, puesto que ha persistido durante 8.000 años como mínimo. Pintarse, perfumarse y maquillarse la cara y el cuerpo, así como teñirse el pelo son prácticas que se iniciaron como ritos religiosos y guerreros tan antiguos, por lo menos, como la historia escrita. Los arqueólogos han encontrado paletas para moler y mezclar polvos para la cara y pinturas para los ojos, que datan de 6.000 años a.C.
En 4.000 a.C., florecían en el antiguo Egipto los salones de belleza y las fábricas de perfumes y el arte del maquillaje había alcanzado un notable perfeccionamiento y difusión. Sabemos que el color favorito para el sombreado de los ojos era entonces el verde, que el tono preferido para los labios era el negro azulado, aunque se aceptaba el bermellón, y que las egipcias elegantes se teñían los dedos de las manos y de los pies con alheña, para conseguir una coloración anaranjada-rojiza, cosa que aún hacen las novias musulmanas. Y como en aquel tiempo los pechos quedaban al descubierto, las mujeres acentuaban con una tonalidad azul las venas de sus senos y se pintaban de dorado los pezones.
Los varones egipcios no eran menos vanidosos, tanto en la muerte como en la vida. Atiborraban sus tumbas con una copiosa provisión de cosméticos para la vida del más allá, y cuando en los años veinte se abrió la tumba del faraón Tutankamon, que gobernó hacia 1350 a.C.,se descubrieron varias jarritas de cremas para la piel, color para los labios y colorete para las mejillas, productos que todavía eran utilizables y que conservaban sus respectivas fragancias.
De hecho, durante los siglos anteriores a la era cristiana, toda cultura se adornó suntiosamente con perfumes , pinturas y polvos, con una sola excepción: La de los griegos.
A diferencia de los romanos, que asimilaron y practicaron la tecnología cosmética egipcia, los griegos eran partidarios de la naturalidad en el aspecto. Desde las invasiones de los dorios en el s. XII hasta el año 700 a.C., los griegos poco tiempo tuvieron para entregarse a los placeres narcisistas del adorno personal. Y cuando su sociedad se consolidó y prosperó durante la gran época del s. V a.C., estuvo dominada por un ideal de virilidad y de tosquedad natural. Prevalecían las actividades eruditas y atléticas. Las mujeres poco contaban, y el varón, sin adornos ni prendas de ningún tipo, era la criatura perfecta. Los griegos pasan por los inventores de la democracia, y a mí me hace mucha gracia cuando oigo ésto, porque dicha democracia era sólo para los varones. Mujeres y esclavos de ambos sexos estaban
excluídos. Pues vaya democracia. Y es que los griegos eran unos machistas. Más que los romanos, desde luego.
Y volviendo a las pinturitas, durante esa época clásica griega, el comercio de los cosméticos, heredado de los egipcios, se conservó gracias a las cortesanas . Estas, que eran las amantes de los ricos, se pintaban la cara, lucían complicados peinados y se perfumaban el cuerpo.También se aromatizaban el aliento llevando en la boca líquidos o aceites balsámicos que removían con la lengua.Estos aromatizantes, tal vez los primeros de la historia para este uso, no eran tragados, sino que se escupían discretamente en el momento oportuno.
Entre las cortesanas griegas encontramos también la primera referencia histórica a la preferencia por los cabellos rubios. Este color más claro denotaba inocencia (?), una categoría social superior y un atractivo sexual, y las cortesanas conseguían el tono debido mediante la aplicación de una pomada a base de pétalos de flores amarillas, polen y sales de potasio, perfumada con manzana.
En contraste con los griegos, los hombres y mujeres de Roma se excedían a menudo en el uso de cosméticos. Los soldados regresaban de sus misiones en Oriente cargados de perfumes indios, cosméticos y una preparación para teñir el pelo de rubio, compuesta de harina amarilla, polen y fino polvillo de oro. Existen pruebas, además, de que las romanas elegantes disponían en sus tocadores de casi todos los productos de belleza que se encuentran hoy en día .Marcial, el epigramista del s. I, criticaba a una dama amiga, llamada Galla, por alterar de pies a cabeza toda su apariencia: "Mientras te quedas en casa, Galla, tus cabellos se encuentran en casa del peluquero; te quitas los dientes por la noche y duermes rodeada por un centenar de cajas de cosméticos...Ni siquiera tu cara duerme contigo. Después, guiñas el ojo a los hombres bajo una ceja que aquella misma mañana has sacado de un cajón...". Este Marcial no tenía nada de tacto ni de galantería, collons...
Dada la predilección de los romanos por los productos de belleza, durante largo tiempo los etimologistas creyeron que la palabra "cosmético" procedía del nombre del más famoso comerciante de productos de maquillaje del Imperio Romano, contemporáneo de Julio César: Cosmis. Sin embargo, en fechas más recientes se ha llegado a la conclusión de que el vocablo deriva del griego "kosmetikos", que significa "hábil en la decoración".
Cualquiera sabe cuál es el verdadero origen...

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