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Pieles NO

jueves, 21 de julio de 2011

De donde viene la palabra "testificar" y sus derivados


No es cuestión de caer en chistes fáciles, simplemente vale la pena destacar la etimología de la palabra testificar, de la cual hay distintas versiones: hay quienes dicen que proviene de “testigo”, que a su vez está enlazada con “testiguar”, que deviene del latín “testificare”, compuesto por “testis” (testigo) y “facere” (hacer). Error. El origen de la palabra está directamente relacionado con la palabra “testículo”.
Testículo proviene de “testiculus”, compuesto de “testis” (testigo) y el sufijo “culus” que es usado como diminutivo. Es decir, los testículos son los pequeños testigos. Y no es casual. En épocas del Imperio romano, antes de que exista una biblia donde pueda descansar el juramente, quienes prestaban declaración se agarraban los testículos con la mano derecha en señal legal de que iban a decir la verdad y nada más que la verdad.
Hay una anécdota impagable en este sentido. Durante siglos, una vez finalizado un cónclave, cuando ya se había señalado al cardenal que ocuparía el lugar de Santo padre, se hacía una prueba de rigor: otro cardenal tenía que tocarle, con la mano, los genitales al futuro Papa para atestiguar frente a todos los funcionarios religiosos que era un hombre. La intención era evitar la posibilidad de elegir a una mujer disfrazada. Así de paranoico. Así de machista.
Ahora bien, la pregunta es por qué había que agarrase los testículos para jurar y no la cabeza, o poner la mano en el corazón. Según cuentan las crónicas, había que agarrarse los testículos porque era lo que podía llegar a perder en el caso de que la declaración sea falsa. Otro detalle, esta forma de testificar -agarrándose los testículos- sólo se realizaba entre iguales o superiores, en jerarquía y clase social, nunca hacia inferiores. Era su palabra máxima de honor.
Otra pregunta: ¿Qué sucedía en el caso de que sea una mujer la que oficie de testigo?. Técnicamente era imposible. En aquellos años, la mujer no tenía derecho a ingresar al juzgado, ni presenciar juicios, ni participar en ninguna decisión política. Menos que menos iba a ser tenida en cuenta para salvarle el pellejo a algún acusado.

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