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Pieles NO

viernes, 13 de abril de 2012

El hijo de la monja


















Ahora que están de moda las monjas que trapichean con nenes, la inspiración ha venido a mí y me han dado terribles ganas de escribir este cuento gamberro, cruel y despiadado como la vida misma.

Erase una vez una novicia que vivía en un convento de ursulinas. Se llamaba Ursula, cosa que pegaba estupendamente con la santa comunidad en la que vivía plácidamente. La hermana Ursula era rubia, delgadita y de ojos azules, y tenía una expresión tan cándida que parecía de otro mundo. En el colegio de monjas en el que se educó le imbuyeron la vocación, y ella, que ya venía de una santa familia, católica a más no poder y temerosa de Dios –sus padres eran miembros destacados del Opus- enseguida comprendió que había venido a este mundo para ser santa. O al menos para pasar la vida entre altos muros, fuera de los peligros del siglo.

Pero la cándida novicia no sabía que el humo de Satanás salta las altas tapias de los conventos como el perro policía Rex un seto de rododendros.

El demonio conocía a la inocente monjita perfectamente, y pensó que tan tímida y linda criaturilla era boccato di cardinale para él.

Puso manos a la obra, y sin encomendarse ni a Dios ni a él mismo, una noche en que Ursulita dormía soñando con los angelitos se le apareció en la celda.

Hay que aclarar que el demonio es cualquier cosa menos feo. Estamos acostumbrados, ya desde la Alta Edad Media, a verlo representado, tanto en bajorrelieves de piedra en las catedrales, como en delicadas pinturas miniadas de los códices y libros de horas, como una figura horrible, negro como un tizón, con cuernos y rabo terminado en flecha. Con ojos llameantes y cara de comerse a los niños crudos. Nada más lejos de la verdad. Hay que recordar que Satanás, -el Señor de los infiernos, y jefe de todos los demás diablos y diablesas habidos y por haber-, era el ángel más bello creado por Dios, y además de los principales. No era un ángel del montón, como son los ángeles custodios, que, aunque son encantadores y nos salvan la vida a diario, no dejan de ser unos pringadillos. (Angeles custodios míos, no os lo toméis a mal, Sabéis que yo aprecio grandemente vuestros buenísimos servicios y vuestra cotidiana custodia).

Pues como iba diciendo, Satanás era el más bello de los ángeles de primera magnitud, que no recuerdo si eran los Serafines, los Querubines, o lo que sea. Esto me lo enseñaron en el colegio en clase de religión, y la verdad es que me lío un poco. Pero vaya, baste saber que el ángel que se apareció a Sor Ursulita era el jefe del cotarro. Y aunque hubiese desafiado a Dios en persona y hubiese sido relegado a los infiernos, no por eso se tuvo que volver feo, como nos hacen creer. Cuando uno nace guapo, guapísimo, es guapo para siempre, y más las criaturas del Mas Allá, que no conocen lo que es el tiempo, y por tanto, no envejecen.

Todo esto es para decir que el aparecido que se presentó a la monjita era un buen mozo, que estaba cañón, como un tren, era más atractivo y tenía más tirón erótico que todos los actores de cine más atractivos, más que el Che Guevara, más que el secretario del Papa, más que nadie, vaya.

La monjita, cuando dejó de soñar con los angelitos, que como eran pequeñitos recordaban más a los siete enanitos, y abrió los ojos, y contempló aquello que la miraba fijamente desde los pies de su cama, exclamó, extasiada:

-¡¡¡Joder, qué ejemplar!!!. ¡No sabía que existían en este mundo cosas así!

-¡No soy de este mundo, nena!- le contestó el diablo. Soy del Más Allá, y como me has dado pena al verte tan sola, tan mona, tan angelical y tan ingenua, he venido a hacerte compañia por un ratito, porque sé que te aburres mucho, con tanto rezo y tanto canto gregoriano…

-¡¡Qué bien!! …¡¡OLE; OLE!!!, palmoteaba la monjita. –¿Y a qué vamos a jugar?

- Ya lo verás, candorosa niña. No vas a quedar defraudada.

Como era el diablo, se las sabía todas. No había que asustarla.

La monjita se sentó en la cama, esperando que Satanás tomase la iniciativa.

-¿Y cómo te llamas, señor del Más Allá?

-Puedes llamarme Borja Mari- contestó el diablo, que en el fondo era un pijo. A ver, nena, -continuó el malvado- . Para jugar hay que aligerarse un poco de ropa. Además,llevas un camisón horrible. Feo a más no poder…. Tú no te mereces llevar esta cosa tan burda, sino usar ropa interior de La Perla…

-¿Y qué es La Perla?- contestó, desconcertada, la novicia.

-Tú en tu candor desconoces, querida niña, que La Perla es una marca de ropa interior creada por mí para poner fácil a las mujeres el seducir a los hombres. La venden en la Planta de Señoras del Corte Inglés.

-¡¡¡AAaaaahhhh!!!-¡¡ya sé!!- contestó Ursula.

Y es que el Corte Inglés es más conocido que el mismo demonio.

Luego el demonio empezó a hacerle cosquillas en las pantorrillas, mientras nuestra heroina se reía…

-Jiiiiii,jiiiiii……

El demonio iba subiendo hasta llegar a partes de la monja menos inocentes, algo así como en la peli “Las relaciones peligrosas”, el malvado Valmont seduce a su víctima.

-Jiiiiiiiii…………-seguía Ursulita.

(Dios mío, este cuento se me esta yendo de las manos...no pretendía imitar al Decamerón…pero en mi caso, cuando escribo, los relatos cobran vida propia, y se me escapan de las manos…como ahora. Pero no puedo hacerle nada, sorry.)

El demonio, cuando tuvo más o menos magreada y dispuesta a la monjita para pasar a mayores, empezó él con el estriptís.

Era buen mozo, y la chica, cuando víó aquellos hombros anchos, tan cachas, tan de todo, se quedó maravillada y empezó a tener ganas de no sabía qué.

Cuando el diablo se mostró ante ella con todo su esplendor, la monjita se sorprendió bastante. Hay que decir que en el convento no había ni animal ni persona de sexo masculino. Tenían un gato castrado, tres cabras locas y un cura que iba a decir misa y a confesar a aquel rebaño de histéricas. Hay que decir que este dómine no era nada santo, y tenía sus revolcones semanales con la abadesa y con monjas que ya había hecho los votos hace tiempo, pero no se atrevía a meterse con una novicia por considerarlo demasiado peligroso.

Cuando la Ursulita vió “aquello”, se quedó maravillada, y preguntó:

-¡¿Y ESO qué es?. ¿Un chorizo de Cantimpalo?

-¡¡¡NO!!!_, contestó profundamente ofendido el Diablo. -¡¡Qué ofensa!!¡¡Dios mío!!!...¡¡Oh, qué estoy diciendo! He dicho Dios mío, con la manía que le tengo. Hermana, me estás haciendo desbarrar…

-Es que cuando era pequeña y vivía en casa de mis padres, tenían un amigo que era de Cantimpalo y por Navidad nos traía chorizos, que eran así tal cual, y estaban riquísimos…dijo la monjita, humilde por miedo a que el mocetón se fuera y la dejara in albis.

-¡¡¡Pues éste más…!!!¿Qué te has creído, mentecata?!!

Pero el diablo pensó que mejor no ponerse a discutir y sí meterse en harina.

Se metieron en harina, el Malvado le metió lo que tocaba y la monjita se creyó que se había muerto y estaba en el cielo.

-¡¡Ay Virgen Santísima del Perpetuo Socorrooooo!!! ¡¡Ay Santa Ursula virgen y mártiiiiir!!!- gritaba la novicia, en éxtasis.

-¡Calla, petarda, que vas a despertar a todo el convento!!!

Entonces llamaron a Maitines y todas las monjas empezaron a salir de sus celdas camino de la iglesia.

Satanás puso pies en polvorosa, y le dijo a la novicia:

-Nena, vístete rápìdo y lávate un poco la cara, que estás toda sudorosa, y hace muy mal efecto…

Y el demonio, hombre al fin y vanidoso, encantado por haber gustado tanto a aquella bella flor de sacristía, se despidió galantemente y dándole un beso en la frente… Y es que nuestro diablo era todo un caballero…

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Pasaron unas semanas, y Ursulita la novicia seguía con su rutina monástica. Estaba pensativa, pero contenta por haber pasado una noche tan buena. En su inocencia, pensaba que era un don del Cielo y que ese recuerdo le bastaría para llenar su pequeña vidita.

Pero la vida es puñetera, y cuando vió que su barriga empezaba a tomar las proporciones, primero de un melón Cantaloup y luego las de una sandía, se asustó. Fue a ver a la Hermana que hacía las veces de enfermera, pues al médico solo lo llamaban en casos graves. Cuando la hermana de marras vió aquel tripón, dijo:

-¡¡¡¡¡MADRE DE DIOS!!!¡¡¡Virgen Santísima del Amor Hermoso!!

-¿Qué pasa, madre?

-¡¡¿Qué qué pasa, desgraciada?!!¿¿No ves que te han hecho el paquete, como moza de partido?!!!

-¿¡Cómo, qué?!!- decía la novicia asustadísima.

-¡¡Que con quién has pecado, desgraciada!!! ¿¿No te das cuenta que estás de siete meses??

-¿Qué…quiere decir, madre, que voy a serlo yo también?. Ay., ayayayayayaaaaaaaaaaaaayyyyyyyyyyyyy…..

-Sí, desgraciada. ¿Con quién ha sido?

-No sé…, bueno, estas cosas ¿Cómo se hacen?. No puede haber sido tomando el fresco en el claustro la primavera pasada? . Había mucho polen en el ambiente, y yo tengo alergia y no paraba de estornudar…

-Mira, niña, no me vengas con milongas, que tú no eres una flor precisamente, y se necesita algo más contundente que unos granitos de polen revoloteando en el aire para hacer una criatura… ¿quién se metió en tu cama?

-¡Ah, ahora caigo!... Y se cayó de la silla donde estaba sentada.

-¿Quién, quién fue?. ¡¡Tendrá su merecido!!!

-Pues no sé cómo se llama… me lo dijo pero no lo recuerdo. Lo que sí no se me olvida es lo bueno y guapo que era…

-Pero, ¿por dónde entró?. ¿Le abriste tú la puerta del jardín?

-No, no. Yo estaba durmiendo, y me lo encontre frente a mí. Era muy amable y educado. Estuvimos hablando, y lo pasamos tan bien…

-¿Te fijaste en si tenía rabo?

-¡¡Sí, sí, lo tenía!. Era muy hermosote.

-¡¡¡Ay madre míaaaaa…!!!- dijo la sor oliéndose la tostada.

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Todo se arregló. Cuando la Superiora fue informada del desliz de su novicia puso manos a la obra. No era la primera vez que tenía que enfrentarse a un caso así.

Ursulita tuvo a su criatura, en el Hospital Provincial, y como si fuera una seglar de procedencia desconocida. Pero las monjas hospitalarias sabían perfectamente de qué iba la película, y cuando el nene nació, se lo quitaron a la pobre Ursulita y se lo vendieron por una pasta gansa a un matrimonio católico a más no poder, papista y también del Opus Dei. Así estaban seguras de que el hijo del pecado (y más aún, que ellas ignoraban quién era el feliz papá) sería educado como un católico preconciliar y futuro miembro de la Obra.

A la pobre novicia le enseñaron un niño muerto que tenían para casos así , diciéndole que Dios se lo había querido llevar para castigarla por su pecado. El niño ése lo renovaban todas las semanas, pues no era cuestión de tener uno embalsamado ni disecado , y como en el Hospital morían niños con frecuencia, siempre había alguno que usaban para estas tesituras.

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La pobre Ursulita lloró y lloró, pero nunca comprendió qué era lo que había hecho mal. Pasar un buen rato con un señor cañón no le parecía nada malo, al revés, y como era una ingenua sin remedio, no asoció nunca esa nochebuena con la criaturita que le secuestraron. Pasó el resto de su vida dando gracias a Dios por la bondad que le había hecho al permitirle tener una visita así como tan grata y fructífera (ella no sabía cuánto). Profesó, la Madre Superiora la veía así como arrepentida, pues era de buen carácter y obediente, y con el tiempo llegó a abadesa.

Nunca olvidó su noche de amor con el demonio, que, si no llega a ser por él, se queda toda la vida sin probar el chocolate.

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El Hijo del Diablo, como no podía ser menos , mató a sus padres a disgustos. Para empezar, cuando era pequeño, era rebelde y daba a todos los curas que frecuentaban una casa tan santa terribles patadas en las espinillas. Veía a un cura, y como un toro ve un trapo rojo, se iba a por él.

-¡¡PUMBA!!- patada que le daba.

-¡Pero niiiiññññññoooo… ¡ gritaba el sacerdote, o el opusdeísta, o la beata visitante.

-¡¡¡Allá vooooooooyyyyyyyyyy!!!!!!!!!... ¡¡Soy O terror dos Curas!!...¡¡El azote de la clericalla!!!- gritaba el nene, lanzándose como una bala de cañon hacia el estómago del santo visitante.

Sus padres, desolados, nunca lograron quitarle esta costumbre tan tremenda.

Cuando ya fue mocito, empezó a frecuentar malas compañías. Iba a todas las manifestaciones de rojos que se celebraban, y gritaba consignas comunistas y anarquistas.

-¡¡¡Ea, ea, ea, el (aquí el nombre del facha u obispo de turno) se cabrea!!!

-¡Curas al paredón, y a los fachas con el hacha!!!

Y cosas así.

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Con el tiempo, llegó a ser un afamado político de izquierdas, que ganaba las elecciones como quien lava.

El chico malo y su santa madre nunca se conocieron, ni se encontraron.

Pero la clericalla que decidió su suerte en aquella fría mañana de diciembre, en que él vino a mundo y lo sustituyeron por un fiambre de niñito, nuca supieron ni se les ocurrió que su peor enemigo había sido creado por ellos –con una ayudita infernal, eso sí- , porque metieron a un quintacolumnista en una casa beata de opusdeienses, y es sabido que no hay peor enemigo que el que conoce desde dentro,y ha tenido que soportar, aquello que detesta.

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1 comentario:

Anónimo dijo...

Seguro que sor María nunca tuvo en su vida conventual ninguna visita tan agradable, ni tan fructífera.