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Hace unos días leí en el periódico "Ultima Hora" de Baleares, la noticia de un perro perteneciente a un payés de la zona de Ses Salines, al cual su dueño había golpeado con una pìedra con tanta saña hasta el punto de sacarle los ojos. Una señora lo vió tirado en una zanja, hecho una pena y con los ojos colgando. Lo cogió y lo llevó a un veterinario, quien le hizo las primeras curas y le colocó en su sitio un ojo, pero el animal quedó ciego sin remedio. Menos mal que una familia lo ha adoptado, y le han puesto de nombre Cleo. La Policía hubiera podido sin grandes dificultades hallar al amo, y como se hace en casi todo el resto de Europa, ponerle una multa y unos meses de cárcel. Un caso parecido ocurrió hace poco en Alemania, y allí estas barbaridades no quedan impunes. Pero aquí las autoridades no mueven un dedo para acabar con estas salvajadas, y gentuza como el amo de este animal saben que pueden hacerlo sin que les pase nada. Sin embargo, si ven a un perro correteando por un descampado y haciendo sus necesidades multan al amo, como le ha ocurrido a un amigo mío. Será para cobrar el porcentaje que tienen por las sanciones. Decía Gandhi que la cultura de un pueblo se mide por la manera como se trata a los animales. Aquí en España estamos peor que en el tercer mundo en este sentido. | ||||||
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