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Pieles NO

domingo, 30 de diciembre de 2012

La noche triste

        by Christian Crossing-Taylor   
CN Pedro de Alvarado 217x300 La Noche Triste
Pedro de Alvarado
Antes de la Batalla de Otumba y la Conquista de Tenochtitlán, el 30 de junio de 1520 ocurrió lo que se llamó la Noche Triste, no sólo por la cantidad de gente que murió y que iba a morir a partir de entonces sino porque, según los escritos de Bernal Díaz del Castillo, López de Gómara y Francisco de Aguilar, Cortés no pudo resistir la tentación de echarse a llorar a cántaros tras el fatídico episodio, ante lo que significaba la pérdida de decenas de amigos, veintenas de conocidos y 600 cristianos (más de la mitad de la hueste de Cortés), por no contar con el fallecimiento de más de 800 tlaxcaltecas aliados. Todas estas cifras pertenecen al mismo día lluvioso de 1520, en el que los españoles decidieron escapar de la capital del Imperio Azteca para llegar al territorio aliado de Tlaxcala, ante los rumores de que los aztecas estaban preparando un asalto al cuartel español durante una celebración nocturna.

Está claro que una matanza de dichas características no ocurre porque sí. Hernán Cortés no destacaba por su humildad precisamente, ya había desobedecido las órdenes de Diego Velázquez, Gobernador de Cuba, pues éste sólo pretendía formalizar acuerdos comerciales con la dirigencia local que garantizasen la exclusividad de España. Evidentemente, las ideas de Cortés eran otras.
Sin embargo no fue él sólo quien cometió todos los errores que causaron la noche triste, deberíamos añadir a Pedro de Alvarado, el alto y guapo caballero español con encanto personal, que ante lo que aparentaba ser todo un señor se escondía un otro yo, un ser extrepitosamente sanguinario. Su táctica bélica favorita era la de atacar primero, una especie de Guerra Preventiva de la actualidad, en la que uno ataca a otro sólo porque desconfía de él o cree que posee “armas de destrucción masiva”.
El caso es que el gobernador de Cuba, harto de las pretensiones de Cortés, envió a un grupo de soldados al mando de Pánfilo de Narváez para acabar con las intenciones de Hernán.

Cortés, sabedor de que venían a por él, dejó el cuartel instalado en Tenochtitlán en manos de Alvarado con 140 hombres, y marchó hacia el Este con otros 70 para combatir a Pánfilo. Por su lado Moctezuma, Emperador de México, había sido capturado por los españoles, que lo trataron con su debido respeto aunque manteniéndolo siempre bajo vigilancia en el cuartel. Montezuma avisó a Cortés antes de irse que con un simple gesto podría hacer que todo el Imperio se alzase en armas, y que lo mejor que podía hacer era irse del lugar. Cortés, aún teniéndolo en cuenta, debía asegurar primero su presencia en el territorio aplastando a los que venían de Cuba a por él. Y así lo hizo.
Cuando regresó a Tenochtitlán descubrió que Alvarado había atacado a más de 600 nobles aztecas durante una danza celebrativa, y que posteriormente todo el pueblo se rebeló en armas. En las entradas del Imperio azteca trataron amablemente a Cortés, para hacerle pensar que realmente no se había rebelado, pero la intención azteca era la de atraer a todos los españoles hacia el centro de la ciudad, para luego asediarlos y matarlos a todos, así pudiendo sacarles el corazón y realizar sacrificios.
Cortés trató de bajar los ánimos bélicos de los aztecas sacando al propio Montezuma  a decir unas palabras pero los guerreros, al ver la complicidad entre su emperador y los conquitadores, decidieron apedrearle a él también, así causándole un gran golpe de piedra en la cabeza, por el que tuvo que ser retirado.
Alvarado
A partir de aquí empieza la retirada forzosa de los españoles hacia territorio aliado, y la sed de venganza de los aztecas. Pudiendo escapar de la ciudad, los aztecas lograron pararles en Otumba, batalla en la que Cortés demostró su capacidad militar acabando primero con los generales más importantes de los aztecas, para que sus tropas se desmoralizaran. Tras esta batalla, y con los españoles en territorio aliado, se preparó la conquista de Tenochtitlán que acabaría finalmente con el imperio azteca..
 
Hernán Cortés
 
 

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