Sr. Director de Ultima Hora
Para “Cartas al Director” Palma, 30 de noviembre de 2009
Carta abierta a D. Bruno Morey, canónigo.
D. Bruno:
Yo leo siempre su columna, y la he criticado hasta la saciedad, en cartas que he enviado a la UH y en posts que he puesto en mi blog. En todas estas críticas destacaba lo que me parecía fatal en usted, y que mucha gente dice: Que se ha hecho de oro con las anulaciones matrimoniales, cosa que me parece hipócrita a más no poder, y que solo pueden conseguir los ricos. La Iglesia, por desgracia, y usted lo sabe, siempre se ha puesto del lado de los ricos. Cuando estalla una revolución, el pueblo va inmediatamente a quemar iglesias. No es casual. Saben por instinto dónde está su enemigo. Que yo sepa, nunca se dedican a quemar o destruir museos, bibliotecas ni lugares parecidos. Los ignoran. Pero dentro de la Iglesia saben que allí está el aliado de su opresor.Me parece que fue el excomulgado teólogo brasileño, Leonardo Boff, quien dijo que, o la Iglesia tomaba partido por los pobres, o adios Iglesia. El Arzobispo Romero murió en El Salvador de un tiro fascista mientras decía misa, y el Papa no tuvo una palabra de elogio para este mártir. De hacerlo santo, ni hablar. Esto lo dejaban para Escrivá de Balaguer, que decía que las mujeres y los pobres eran “clase de tropa”. Pero me estoy desviando. No quería decir todas estas cosas. Y es que he decidido no volver a hablar mal de usted. Porque en su columna de hoy dice que ha llorado por la muerte de su gato. Yo no esperaba esta confesión por su parte. Dice además que el papa polaco (esto ya lo sabía) decía que él creía que hay un cielo para los animales, y que tal vez en otra existencia pudiéramos reunirnos con los animales de nuestra vida. Yo soy musulmana y ellos creen esto también. Hasta ahora ningún católico se había manifestado al respecto. Yo nunca tuve simpatía por el papa polaco. Pero después de saber eso, y después de haber leído su columna hoy, Don Bruno, he decidido no volver a criticarle nunca más. ¿Quién soy yo para juzgarle?. Jesús dijo: “No juzguéis y no seréis juzgados”. Un gatito muerto ha bastado para que toda la inquina que tenía contra usted haya desaparecido y se haya diluido como un azucarillo en un vaso de agua. Querido canónigo, le aconsejo que adopte usted a otro gato abandonado. Seguramente tiene alma, y cuando usted vaya a la Casa de Dios (que es el mismo para todos), podrá disfrutar de sus juegos y ronroneos como lo hará del minino fallecido ahora. Y un consejo: Al próximo, no me sea rácano y no le de solo los restos del desayuno. Cómprele latitas variadas, que usted puede (ya sabemos por qué…jejeje)
Deseo larga vida a usted, y que disfrute de sus posesiones terrenales, acogiendo a todos los gatos y demás animales abandonados que encuentre, que luego se los encontrara en su definitiva morada.
Salam.
Maria Dolores de Burgos (para los cristianos y el censo) y Aisha para los musulmanes.
