El ritual de sant joan
Fe, tradición y magia
Las primeras luces del alba del 24 de junio dan un carácter milagroso al ´vimer´ (mimbrera) de s´Hort des Correu de Manacor, un antiguo jardín botánico a las afueras de la ciudad que desde el siglo XIX acoge a decenas de niños aquejados de distintas hernias.
S.SANSÓ Tras las hogueras, las cenas y los rituales habituales en las playas de toda la isla durante la noche del jueves al viernes, Sant Joan mostró ayer de nuevo su cara más tradicional, la de los ritos centenarios propios de Mallorca, aquellos auspiciados en la sanación, el renacer espiritual y la acogida del estío.
Pasados unos minutos de las seis de la mañana, con las primeras luces del alba, casi un centenar de personas se reunían en s´Hort des Correu de Manacor, un antiguo jardín botánico a las afueras de la ciudad que desde el siglo XIX acoge anualmente a decenas de niños aquejados de distintas hernias, cuyos padres buscan en las ramas el vimer (mimbrera), una solución que esquive la intervención quirúrgica a los pequeños.
Y a juzgar por el porcentaje de éxito (26 de los 28 niños que acudieron en 2010 se curaron), es normal que la devoción por los dos únicos ejemplares con estas características que existen en la isla siga tan viva.
Pero la preparación empieza una hora antes, cuando Magí Sureda (uno de los miembros de la familia que desde hace cuatro generaciones se encarga de llevar a cabo gratuitamente el rito), empieza a deshojar las finas ramas de la mimbrera y las corta longitudinalmente dejando el espacio justo para que los enfermos pasen.
Con los primeros rayos solares, y siguiendo un orden numérico (no se reparte el número trece), los niños ya desnudos son cogidos por las axilas e introducidos dentro de la rama. Rápidamente, la salvia que ha ido supurando el vimer es ungida de forma delicada en la hernia.
Reverdecer en 60 días
Tras la sorpresa y el silencio, algunos lloros parecen devolver la realidad al lugar, que 22 niños después recobra la tranquilidad. Es el momento de juntar de nuevo la rama, de apostillarla con unos hilos de rafia de manera que quede bien sujeta y pueda así reverdecer en los aproximadamente 60 días que separan Sant Joan de Sant Jaume (patrón de Manacor). Finalmente se cubren de manera profusa con barro de alfarero para protegerlas del polvo y el tiempo.
El mismo número de paso y un trozo de tela distintivo para cada familia son colgados de cada una de ellas para que así, los progenitores puedan saber si su viaje de madrugada ha tenido un buen final, la rama ha saldado y su hijo (siempre tras la supervisión médica oportuna) ha logrado vencer a la dolencia.
Bàrbara Sureda, ligada de toda la vida a s´Hort des Correu, apunta una serie de curiosidades. Nada se sabe del origen del más viejo de los vimers. Se supone que el investigador y médico Miquel Amer quien cultivaba allí hace más de un siglo toda clase de soluciones herbáceas, pudiera introducirla.
El hecho de que la mimbrera de Manacor sea especial radica en la textura satinada de las dos caras de sus hojas, "algo que no se ha podido conseguir de nuevo" y que le da ese carácter mágico. Aunque en realidad hace 37 nació con éxito su único ´hijo sano´ y con las mismas propiedades. Las edades idóneas para pasar por el vimer son evidentemente las más tempranas, aunque se permite el tránsito hasta los doce años. Hace dos un hombre de unos 30 llegó desde Palma para intentar probar el remedio, sin éxito. Después de la mañana de Sant Joan, se recomienda que los niños no tengan contacto con el agua durante al menos las 48 horas siguientes.
Pasados unos minutos de las seis de la mañana, con las primeras luces del alba, casi un centenar de personas se reunían en s´Hort des Correu de Manacor, un antiguo jardín botánico a las afueras de la ciudad que desde el siglo XIX acoge anualmente a decenas de niños aquejados de distintas hernias, cuyos padres buscan en las ramas el vimer (mimbrera), una solución que esquive la intervención quirúrgica a los pequeños.
Y a juzgar por el porcentaje de éxito (26 de los 28 niños que acudieron en 2010 se curaron), es normal que la devoción por los dos únicos ejemplares con estas características que existen en la isla siga tan viva.
Pero la preparación empieza una hora antes, cuando Magí Sureda (uno de los miembros de la familia que desde hace cuatro generaciones se encarga de llevar a cabo gratuitamente el rito), empieza a deshojar las finas ramas de la mimbrera y las corta longitudinalmente dejando el espacio justo para que los enfermos pasen.
Con los primeros rayos solares, y siguiendo un orden numérico (no se reparte el número trece), los niños ya desnudos son cogidos por las axilas e introducidos dentro de la rama. Rápidamente, la salvia que ha ido supurando el vimer es ungida de forma delicada en la hernia.
Reverdecer en 60 días
Tras la sorpresa y el silencio, algunos lloros parecen devolver la realidad al lugar, que 22 niños después recobra la tranquilidad. Es el momento de juntar de nuevo la rama, de apostillarla con unos hilos de rafia de manera que quede bien sujeta y pueda así reverdecer en los aproximadamente 60 días que separan Sant Joan de Sant Jaume (patrón de Manacor). Finalmente se cubren de manera profusa con barro de alfarero para protegerlas del polvo y el tiempo.
El mismo número de paso y un trozo de tela distintivo para cada familia son colgados de cada una de ellas para que así, los progenitores puedan saber si su viaje de madrugada ha tenido un buen final, la rama ha saldado y su hijo (siempre tras la supervisión médica oportuna) ha logrado vencer a la dolencia.
Bàrbara Sureda, ligada de toda la vida a s´Hort des Correu, apunta una serie de curiosidades. Nada se sabe del origen del más viejo de los vimers. Se supone que el investigador y médico Miquel Amer quien cultivaba allí hace más de un siglo toda clase de soluciones herbáceas, pudiera introducirla.
El hecho de que la mimbrera de Manacor sea especial radica en la textura satinada de las dos caras de sus hojas, "algo que no se ha podido conseguir de nuevo" y que le da ese carácter mágico. Aunque en realidad hace 37 nació con éxito su único ´hijo sano´ y con las mismas propiedades. Las edades idóneas para pasar por el vimer son evidentemente las más tempranas, aunque se permite el tránsito hasta los doce años. Hace dos un hombre de unos 30 llegó desde Palma para intentar probar el remedio, sin éxito. Después de la mañana de Sant Joan, se recomienda que los niños no tengan contacto con el agua durante al menos las 48 horas siguientes.