La evolución de los chistes
Uno de los más antiguos apareció en el llamado «Papiro de Westcar», un texto egipcio escrito en tiempos de los hicsos, entre 1650 a.C. y 1540 a.C., que reúne cuentos mágicos y se guarda, desde 1866, en el Museo Egipcio de Berlín. «¿Cómo entretienes a un faraón aburrido? Haces navegar sobre el Nilo una barca cargada de mujeres jóvenes, vestidas sólo con redes de pesca, y le pides al faraón que vaya a atrapar un pescado», aseguraba irónicamente.
El estudio revelaba, además, que los chistes han sufrido una importante evolución con el paso de los siglos. Algunos, como es el caso del encontrado en el «Papiro de Westcar», emplearon la fórmula de pregunta/respuesta, mientras que otros se inventaron mediante acertijos o proverbios ingeniosos. Según explicó su autor, Paul McDonald, todas comparten una disposición a abordar tabúes y presentan una tendencia a la rebeldía, como demuestra la referencia al faraón.
«Los juegos de palabras modernos, las bromas de chicas de la ciudad de Essex y el humor escatológico pueden ser encontrados en las primeros chistes identificados en esta investigación», añadía MacDonald, también el profesor de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad de Wolverhampton, sobre un estudio en el que también se incluía la broma británica más antigua, fechada en el siglo X: «¿Qué cuelga del muslo de un hombre y quiere meterse en un agujero en el que a menudo se introduce? Respuesta: una llave».
Muchos de estos chistes de la Edad Media tendían a la obscenidad y solían ser contados susurrándose al oído para que no se malinterpretaran, ni generaran ningún escándalo. De ahí su nombre, «chiste», que procede del verbo «chistar», que significa hablar en voz baja. Una historia muy clandestina para una buena costumbre que, con el tiempo, se convirtió en una profesión respetada.