Origen y significado de las frases hechas, como ¡vete a la porra!
Esta frase hecha qtiene su origen en el enorme bastón o porra que llevaba el tambor mayor de los antiguos regimientos. Aún hoy es posible verla en los desfiles militares en los que participa una banda de música.Antes, cuando ésta no desfilaba, la porra se dejaba a la puerta de las dependencias principales, que estaban cercanas a la prevención, el lugar donde los soldados pasaban el arresto por causas leves.
El oficial ordenaba al castigado lo siguiente: “¡Vaya usarced a la porra, seor soldado!”. La expresión era del todo correcta y usual, pero en la actualidad se emplea para echar de forma despectiva a alguien de nuestra compañía.
Poner los puntos sobre las íes
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Si tuviese que escoger de entre todas las frases hechas cual es la más apropiada para referirme aquellos listillos que andan “como pedro por su casa” por una casa que no es la suya, pienso que utilizaría sin lugar a dudas la de “poner los puntos sobre las íes“.
Con ello quiero decir, desde mi humilde punto de vista, que en un 90% de los casos, esta frase hecha se usa para echarle una bronca a alguien que se está pasando de la raya y hay que cortarle un poco las alitas. Por ejemplo imaginemos que compartes piso con alguien que te come tus yogures, que mea fuera del tiesto (en el sentido literal) y no lo limpia, que siempre hay que estar detrás para que pague su parte del alquiler, etc, pues en estos casos se hace necesario pararle de inmediato y “ponerle los puntos sobre las íes”
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3. Quien se fue a Sevilla, perdió su silla
Durante
el reinado de Enrique IV (1425-1474), le fue concedido el arzobispado
de Santiago de Compostela a un sobrino del arzobispo de Sevilla, don
Alonso de Fonseca. Dado que el reino de Galicia andaba revuelto, el
arzobispo electo pensó que la toma de posesión del cargo no iba a ser
cosa sencilla, por lo que pidió ayuda a su tío. Don Alonso se desplazó
al reino gallego, pero pidió a su sobrino que se ocupara del arzobispado
sevillano durante su ausencia. El arzobispo, tras lograr serenar los
ánimos de los gallegos, regresó a Sevilla, pero se encontró con que su
sobrino no quería dejar de ningún modo la silla hispalense. Para que
desistiera, no sólo fue necesario un mandato del Papa, sino que
interviniera el rey y que algunos de sus seguidores fuesen ahorcados
tras un breve proceso. A raíz de este trágico suceso nace el refrán
quien se fue a Sevillla, perdió su silla. De él se deduce que la
ausencia perjudica, no al que se fue a Sevilla, sino al que se fue de
ella.
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Origen y significado de la frase hecha tener muchos humos
Parece ser que el origen de la frase hecha tener muchos humos
proviene de una costumbre bastante común entre las familias distinguidas
de la antigua Roma, así atestigua Joaquín Bastús en su obra La
sabiduría de las naciones (1862).
Las familias solían colocar en el atrio de la casa los retratos o bustos tallados en piedra de sus antepasados: padres, abuelos, bisabuelos, hermanos, tíos… Con el paso del tiempo, las imágenes más antiguas iban adquiriendo un color oscuro por efecto del polvo, los humos y la contaminación. De este modo, los atrios con más imágenes renegridas o con más humos simbolizaban un mayor poderío familiar y un cierto tono aristocrático del que se alardeaba con frecuencia.
Las familias solían colocar en el atrio de la casa los retratos o bustos tallados en piedra de sus antepasados: padres, abuelos, bisabuelos, hermanos, tíos… Con el paso del tiempo, las imágenes más antiguas iban adquiriendo un color oscuro por efecto del polvo, los humos y la contaminación. De este modo, los atrios con más imágenes renegridas o con más humos simbolizaban un mayor poderío familiar y un cierto tono aristocrático del que se alardeaba con frecuencia.
Lararium romano, altar dedicado a los dioses lares, las almas de los antepasados |
El origen del mundo
1866
Óleo sobre lienzo
Alt. 46; Anch. 55 cm.
© RMN-Grand Palais (Musée d'Orsay) / Hervé Lewandowski
L'Origine du monde [El Origen del mundo]
Courbet siguió reanudando con el desnudo femenino, a veces con una inspiración obviamente libertina. Pero con El Origen del mundo, se autoriza un atrevimiento y una franqueza que proporcionan al cuadro su poder de fascinación. La descripción casi anatómica de un sexo femenino no está matizada por ninguna artimaña histórica o literaria. Gracias a la gran virtuosidad de Courbet, al refinamiento de una gama de colores ambarina, El Origen del mundo se salva no obstante del estatuto de imagen pornográfica. La franqueza y el atrevimiento de este nuevo lenguaje no excluyen un vínculo con la tradición: de modo que la pincelada amplia y sensual, junto con la utilización del color, recuerda la pintura veneciana y, el mismo Courbet se reclamaba del Ticiano, de Veronese, de Corregio, y de la tradición de una pintura carnal y lírica.
El Origen del mundo, ahora presentado sin ninguna ocultación, reencuentra su debida plaza en la historia de la pintura moderna. Pero sin embargo, no deja de plantear, de manera turbadora, la cuestión de la mirada.