Los cazadores españoles tienen la cruel costumbre de que cuando su perro ya es viejo para cazar, lo ahorcan, lo cual ya es horrible, pero encima lo hacen no con un lazo corredizo, sino simplemente colgándolos del cuello "para que sufra más". Esto lo he oído yo, no me lo invento. En Mallorca, donde vivo -y en el resto de España- organizan una especie de fiesta, y todos beben y están muy contentos, mientras sus perros se debaten al extremo de sus cuerdas. Luego se van, dejándolos vivos, y tienen una muerte muy lenta, y a los que han sido especialmente buenos cazando, les "regalan" una muerte rápida. Les destrozan la cabeza de un escopetazo.
Hay grupos de chicos animalistas que van por los montes a ver si encuentran alguno vivo, pero lo corriente es que todos ya estén muertos.
Hace pocos días, en un pueblo de la provincia de Sevilla, un grupo de cazadores que quería desprenderse de sus perros viejos, los han atado a las vías del tren, y cuando éste ha pasado, los ha despedazado. Algunos estaban todavía vivos, pero agonizando con las patas cortadas, en fin, un horror. No quiero poner las fotos porque ya las he visto y es que me enferma verlas de nuevo.
Yo no comprendo que una persona, aunque sea un cazador, no pueda encariñarse con un animal que durante años ha estado cazando con él, que le ha traído las presas, que han convivido. Este gente no tiene sentimientos, a mí me da miedo. Pero en este país tan cruel con los animales como es el mío, a nadie, excepto a un grupito en el que me cuento, le importa la cosa un bledo.
El otro día, en Palma, un indigente que vive en un molino abandonado dio una feroz paliza a su perro con una barra de hierro. Al oír los aullidos del animal muchos vecinos salieron a las ventanas y se pusieron a gritarle. El hombre seguía, hasta que alguien avisó a la policía y le quitaron al perro, y a él le detuvieron, pero enseguida le soltaron después de interrogarle. El hombre dijo que lo hizo "porque no me hacía caso". Pero ni le multaron ni pasó ni una noche en los calabozos. Al perro,que tenía una pata rota, los animalistas lo llevaron al refugio municipal,donde le curaron la pata y lo pusieron con los otros, en jaulas al aire libre, aunque con un espacio techado, pero estos días nieva y hace un frío que pela.
Ojalá que alguien lo adopte y le dé la buena vida que se merece. Si yo tuviera jardín, ya sería mío. Pero vivo en un piso con dos gatos.Estos delitos aumentan año tras año porque a la policía le importa un ardite el buen o mal trato que se da a los animales. Al maltratador lo sueltan enseguida, y en muchos casos le devuelven al animal, para que lo siga maltratando. A veces no, todo hay que decirlo, pero las leyes no les amparan nada.
Cuando pasan estas cosas, me gustaría ser apátrida, o irme a vivir a los antípodas.