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jueves, 7 de octubre de 2010
Cocinando con flores
Los ingredientes clásicos dentro de la cocina prometen gustos ya tradicionales y conocidos. ¿Por qué no atreverse con algo alternativo y diferente? El exotismo y la sorpresa nos espera si llevamos a nuestra mesa todo el color y el sabor de nuestro propio jardín.
El arte culinario basado en las múltiples especies florales resulta antiquísimo. La extravagancia es la palabra que planea en la mente de aquellos que solamente logran establecer una alianza meramente decorativa entre jardinería y gastronomía.
Cierto es que esta función siempre ha sido la que ha prevalecido, puesto que las flores aportan aroma y atractivo visual. Pero podemos unir a los sentidos de la vista y el olfalto el del gusto, para que se revelen en nuestro paladar matices antes desconocidos. De este modo, los elementos más preciados de la botánica pueden convertirse en condimentos esenciales para la creación de cientos de platos deliciosos.
Una costumbre gastronómica heredada
Nuestra memoria puede perderse calculando el tiempo que llevan las flores ocupando un lugar especial entre fogones. Sin ir más lejos, el propio Mare Nostrum ha sido testigo de los sabores más inusuales y de los menús más coloridos y frescos. La época clásica preparaba las ambrosías más sabrosas a base de pétalos de rosa, aromas de violeta y salsas de alazor. Una curiosidad culinaria de Carlo Magno, por ejemplo, era su inclinación por las ensaladas de flor de malva.
Otras cocinas famosas por experimentar con naturaleza floral en sus recetas son la china: flor de loto, magnolia y jazmín, sobre todo. También la japonesa, donde el crisantemo siempre ha tenido un lugar de honor y en la zona de Oriente Medio, lugar en el que la rosa y el naranjo comparten protagonismo con las confituras y los condimentos más exóticos.
Mención especial para la cocina del país galo. Y es que Francia nos tiene acostumbrados a los gourmets más elegantes, por eso la utilización de las flores alcanza a los sorbetes, las truchas, los pichones o las tortillas.
Haz de tu jardín una despensa
La elección de las flores para este menester destaca por su rigurosidad. No debemos utilizar ejemplares de floristería porque suelen conservarse con productos específicos para resaltar su belleza pero perjudiciales para el estómago humano. Es vital que consultemos con un experto y que seamos precavidos.
Los pasos básicos son hacer la recolección de día, sin lluvia y tomar sólo las que vayamos a utilizar, si bien podemos secar algunas flores como la lavanda o la rosa. Para prepararlas, hay que lavarlas cuidadosamente con agua eliminando estambres, pistilos y la parte final del pétalo. Los frigoríficos mantendrán su frescura durante una semana aproximadamente.
Sin lugar a dudas, el referente dentro de la cocina con flores es la rosa, por sabor dulce y olor inconfundible. Sus pétalos escarchados con azúcar resultan un majar exquisito, pero también pueden utilizarse en mermeladas, guisos con cordero, ensaladas con frutas, tortillas, etc.
Los pescados encuentran en la menta, el tomillo, el hibisco o el jazmín una guarnición con estilo propio, mientras que los usos gastronómicos de la lavanda van desde el conejo, el arroz y el pollo hasta los helados más sabrosos.
Caldos y bebidas admiten la compañía de las caléndulas por su gusto ligeramente amargo. Por otro lado, las capuchinas aportan una pizca de picante a las ensaladas.
Una receta sencilla
Si quieres hacer tus primeros pinitos en la cocina con flores, te proponemos un plato muy fácil de preparar: pollo con rosas. Los ingredientes necesarios son:
1 pollo en trozos.
Pétalos de rosa.
Un vaso de vino blanco.
Azúcar, canela en polvo, aceite y sal.
Freímos los trozos de pollo con una cucharada de aceite. Cuando estén dorados, añadimos una pizca de sal, canela, azúcar, los pétalos y el vino. Dejamos cocer durante 30 minutos y listo. Puedes utilizar los pétalos para emplatar. No es necesario añadir guarnición ni espesar la salsa con harina, con pasarla por el colador es más que suficiente.
Ahora que ya sabes cómo llevar las flores de tu jardín a la cocina, sólo tienes que sorprender a tus comensales con tus nuevos platos.
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