La Erun |
Delfín,
cuando se peleaba con sus padres, a quienes consideraba unos carcas
insufribles, se consolaba charlando con su hermana, que le comprendía. Cuando
el chico se había pasado horas en la cola del paro y se iba a casa alicaído,
tenía como paño de lágrimas a su hermana Erundina, que trabajaba en un puticlub
llamado “La sonrisa vertical de Felisa”, que se refería a la dueña del local,
donde reclutaba chicas asiáticas, españolas de pueblo y de los países del este,
y ninguna oficialmente tenía menos de 18 añitos. Vivía la tal Felisa bastante
tranquila, ya que uno de sus clientes habituales era el Consejero de Turismo de
su autonomía, y teniendo contento a tal personaje y procurando no estirar demasiado
de la cuerda, vivía bien, a pesar de los tiempos de crisis que el país
atravesaba.
Erundina
era mona, de pelo castaño con mechas californianas. Tenía veinticinco años y
solía aconsejar a Delfín, quien estaba desgarrado entre la necesidad vital de encontrar curro para no tener
que depender de sus padres y sus ideas ácratas. Pues para un anarquista pata
negra como él, le resultaba muy duro tener que ir buscando trabajo dentro del
sistema.
-¡Ay, Dina! ¡No sabes lo mal que lo paso en la cola del INEM
rodeado de tanto facha!. Todos resignados, diciendo que las cosas están mal,
que la crisis que atravesamos es mundial, pero los imbéciles no se dan cuenta
de que estamos siendo manipulados por el gran capital!
Delfín tenía la desgracia de que cuando se enfadaba le
salían todas las frases en verso,lo que restaba algo de dramatismo a sus muy
bien fundamentadas quejas. Solía hablar poco con su padre porque siempre se
reía de él. Ya le bastaba que se choteara por su militancia ácrata, el que encima se riera de sus ripios inintencionados es que le ponía
enfermo.
Dina no se reía. Ese día estaba delante del espejo
haciéndose un moñete en lo alto de la coronilla y no le salía bien. En ese año
de gracia del 2013 estaba de moda esta clase de peinado y a ella le gustaba,
pues además de resultar muy fresco para el verano resaltaba su bonito perfil y
su naricilla respingona. Luego, metida en faena, se soltaba el pelo y parecía
una leona. Pero escuchaba a su hermano
querido. Se sentía en cierto modo algo responsable, en parte por ser seis años
mayor y por otro lado pensaba que sus padres los habían dejado crecer como
cabras monteses. Ella se había metido a puta porque quería tener dinero y no
dar cuentas a nadie de nada. Cuando fuera ya un poco mayor pensaba retirarse y
poner una tienda de algo. De ropa, de esoterismo o de lo que estuviese de moda
por entonces. Pero por ahora no se planteaba nada. La crisis hacía que poner un
negocio fuese ruinoso, y por todas partes se veían tiendas como a ella le
gustaban con el letrero de “Se traspasa” o “Se vende”, y quería tener una cosa
segura para toda la vida. Pero no tenía
prisa. Aún tenía por delante muchos años para ir ahorrando y mientras no se lo
pasaba mal. Tenía algunos clientes insoportables, pero era peor ser pobre y
tener que robar porque luego te trincan y acabas en la cárcel de mujeres. Ella
tenía una amiga que estaba en la cárcel y a veces la iba a ver. Se había echado
un novio preso y tenían de vez en cuando un vis a vis. Era lo único bueno de
estar en la cárcel, que como había diez hombres por cada mujer, era fácil
conseguir novio. Siempre había un roto para un descosido. Su amiga estaba muy
colgada de su enamorado ladrón y hasta hacían planes para cuando salieran de
allí. Lo que Delfín no llegaba a comprender y no se atrevía a preguntar a su
hermana, es cómo diantre lo habían hecho
para conocerse estando los dos en el talego, pero a sus años ya sabía que la
vida es mucho más alucinante que cualquier ficción.
-Pues
sí, Erun.-contaba el muchacho durrutiano. –Estoy deseando encontrar algún curro
para no tener que estar todos los días aguantando las broncas de mis padres.
¡No puedo mas!. Padre se pasa el día tumbado en el sillón comiendo doritos y
patatilla y viendo la tele, y discutiendo con madre porque ella quiere ver programas
basura y él deportes. A mí no me gustan nada estas cosas. Acabo yéndome a mi
cuarto y me pongo a leer encima de la cama y cuando tengo sueño duermo. Y
cuando no, no. Pero mi vida es un asco. Por no tener, no tengo ni móvil ni
novia, como todo el mundo. Y si me
encabrito, me sale padre con el rollo de que como gracias a ellos. Y es verdad.
Pero no encuentro curro… ay.
Aficiones de Doña Escolástica |
Delfín
se daba tanta pena que a veces hasta se le caía una lagrimilla que le bajaba
por la mejilla y entonces sacaba la lengua a ver si se la podía beber. Esto lo
había visto de niño en un dibujo animado y le había gustado.
Le
decía a su hermana:
-Mira,
Erun. Esta lagrimilla que me baja por la mejilla saco la lengua y tal vez me la
pueda beber. Lo ví de chico en un dibujo animado y desde siempre lo he
recordado.
-
Delfín, que ya estás haciendo ripios. ¿Cómo quieres que la gente te tome en
serio?. Anda, vamos a tomar una pizza y una cervecita que yo te convido. Hoy es mi día libre.
-¡¡Gracias,
hermana mía!!! ¡¡Eres una maravilla, un
encanto!!. Si la Magdalena no te hubiera
pillado el puesto, serías la Santa Patrona de las putas!!
-No,
bobo,esa era Santa María Egipcíaca, que era una prostituta arrepentida…
Erundina
tenía su culturita de Internet y la Wiki.
-¡Pues
tu también te mereces ser santa!. ¡No como las beatas hipócritas de la
parroquia ni las Testigas de Jehová que siempre están comiéndole el coco a
madre! ¡¡MUAAA!!!
Los dos
vasen de la mancebía contentos y felices. Aquella noche cenarían a la italiana
y el mundo, por unas horas, sería un lugar habitable…
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(continuará)
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