Las personas somos muy distintas unas de otras. Como islas en el mar de la vida, no tenemos gran cosa que ver las unas con las otras. Lo que le agrada a una de ellas, a lo mejor nunca ha sido considerado digno de atención por su vecina, hermano, mujer o lo que sea. Hay gente ambiciosa y otra que no lo es, aquél está llena de miedos y la otra no sabe ni que es eso.
Cuando pienso estas cosas me doy cuenta de lo solos que estamos. Solo puede unirnos la comprensión, el amor, la complicidad y otras cosas que hace que no nos volvamos locos.
Puede que todo esto suene muy raro, pero para mí tiene mucho sentido. Ya de pequeña observaba con extrañeza la forma de ser de mis compañeras de colegio, que me parecían marcianas. Yo pensaba: "-Si se dieran cuenta de cómo son, -o como yo las veo, sería terrible para ellas." Ahora ya no pienso así, porque noto que la gente puede vivir más o menos feliz sin darse cuenta de lo ridícula o extraña que puede llegar a ser.. Porque pienso que soy yo quien las veo así.
A veces cuento a alguien una anécdota que me ha pasado en algún momento de mi vida, porque la considero divertida o interesante, pero de lo más banal. Y entonces suelen responderme que qué vida tan intensa he tenido, y yo les miro a ver si me están tomando el pelo o qué.Mi madre una vez me preguntó si pensaba que yo había tenido una vida más intensa que ella, y me quedé a cuadros. No supe que contestarle. Nunca me lo había planteado.
Hay quien hace de haber tenido una vida interesante una bandera, como Hemingway, o muchos otros.
Una vez leí en el periódico una entrevista a una mujer campesina mallorquina que celebraba su centenario, y cuando le preguntaron que era lo más emocionante que le había pasado en el siglo que había vivido, respondió que cuando era jovencita y fue con su padre a Palma, la capital de la isla de Mallorca. Y es que aunque parezca increíble, antiguamente la gente de los pueblos del interior de la isla muchas veces solo conocían el lugar donde nacieron y alguno de los otros pueblos cercanos.Nunca vieron el mar. Y eso que Mallorca es una isla pequeña, de punta a punta solo tiene 100 kilómetros.
Esta mujer no era un caso aislado. Se había tragado el siglo XX sin enterarse de nada. Ni de las dos guerras mundiales, ni nada de nada. Quizás la guerra de España le sonase un poco, porque en Mallorca la Falange mató a muchísimas personas. Tal vez su familia fue afortunada y a esta señora le pasó la guerra por encima sin notarla siquiera. Pero su historia me parece lamentable, porque es como si no hubiese vivido. Bueno, cada uno es cada uno con sus cadaunadas, como decía Unamuno. Realmente poco sabemos de lo que pasa por las cabezas de la gente.
Yo la verdad es que recuerdo bien que muy joven ya me dí cuenta de que la vida era dura, pero me parecía normal. Los rusos, que no son precisamente fuentes de alegría, tienen un dicho: "La vida es dura y amarga". Ellos lo tienen claro. En Rusia se ha pasado, a lo largo de los siglos, mucha hambre, y con un clima tan horroroso no me extraña que piensen eso y sean una raza apasionada, arrebatada, triste y capaz de cualquier barbaridad. Mallorca, en cambio, es la típica isla mediterránea de buen clima, verdes campos y azul mar, y gente que se hace pocas preguntas. Los rusos sí se las hacen.
Pero a qué viene hablar de los rusos. Será porque los conozco un poco, pero lo mismo podía haber dicho de los noruegos o cualquier otro pueblo. Lo que sí he notado es que el paisaje hace al hombre. .
La gente de países cálidos suele ser más alegre que la de los fríos. Como en España tenemos climas de todo tipo, los españoles son bastante raros y nada parecidos entre las distintas regiones.
Pero todo esto no son más que ganas de marear la perdiz.
Hay un poema que me gusta mucho, y que al acabar este pequeño rollo que estoy escribiendo pondré aquí si soy capaz de hallarlo en la red. Quien lo hizo conocía bien a España y sus odiosos habitantes.
Yo nunca he sido miedosa y sí bastante sufrida. De pequeña estuve mucho tiempo enferma y me parecía de lo más normal que médicos y enfermeras me putearan pinchándome con inyecciones del tamaño así como de veterinario de reses, y pasar noches de espanto sin preguntarme nunca por qué, ya que pensaba que era lo normal.
Yo no he sentido, más que una vez, lo que es el miedo de verdad. No voy a contar el por qué ya que no me da la gana. Pero es una de las más terribles experiencias que se pueden tener.O al menos yo lo creo así.
Tampoco he tenido nunca vocación de nada, como muchas niñas, que desean ser monjas, artistas de cine o azafatas. Yo me limitaba a vivir a trancas y barrancas porque mi vida nunca fue fácil, aunque sí entretenida. Demasiado, vaya. Ahora quisiera gozar de un poco de paz, don que no me ha sido concedido más que en dosis homeopáticas. Hacerse viejo debe ser eso, querer descansar en paz. Yo ya solo deseo paz, pero tampoco puedo presumir de eso. La paz huye de mí como los antiguos de la lepra.
Espero encontrarla el día que me muera. Por eso la muerte no me asusta. Para mí es el descanso. Una vez le dije a una compañera que la muerte era para mí como volar, como el capullo de seda se pudre y sale una mariposa que se va, o como cuando las serpientes cambian de piel, que dejan la vieja a un lado, fea y sucia, y estrenan una bonita y nueva de brilantes colores. La chica de marras me miró con ojos horrorizados y no dijo nada. Nunca pensé que la había asustado. Para mí era algo muy consolador.
Pero como decía al principio, las personas somos muy diferentes. hay un abismo entre unas y otras.
Pero me da igual. Yo hace tiempo que me hice el propósito de procurar ser mejor persona y hago lo que puedo, con o sin éxito. No me apetecen los exámenes de conciencia.
Hacer estos propósitos cuando se es joven es imposible. Pero cuando dejé de serlo ya los hice.
Cuando me muera me gustaría que pusieran una lápida en mi tumba con una inscripción que dijera algo como "Se fue a buscar la respuesta" o "Por fin descansa".
Había un poeta cuyo nombre no recuerdo, porque era bastante mediocre, y que estaba tísico. Le pidió a su amigos que le pusieran en su epitafio: "Ya no tose". No lo hicieron. Qué faena.
Aquí pongo el poema al que me refería antes.
Francisco Vighi (castellano de padre italiano), fue un poeta satírico de principios del siglo XX. Su sentido del humor y su dispersión por tertulias literarias le hicieron un imprescindible de su época... Un poeta de la intrascendencia y de la frivolidad injustamente olvidado, cuyo buen hacer como humorista se impone en toda su producción artística y vital.
Pues bien, éste es su poema más célebre, escrito en 1920:
REGIONALISMO
Para que te exaltes, castellano,
hombre seco, hombre de tierra.
Para que me odies, catalán,
más fenicio que de Grecia;
y tú, manchego retardado,
cazurro de alma plebeya;
isleño cursi y rastacuero,
balear ladrón, hijo de chueta;
leonés rencoroso y zafio;
montañes vano, hombre de cera;
y tú, aragonés que llamas
a la bestialidad franqueza;
para que me mates, levantino,
simulador de arte y de belleza;
vasco hipocrita y ambicioso,
insultame con tu pobre lengua;
asturiano traidor y falso;
gallego llorón, y sin vertebras;
murciano sucio, feo y torpe;
extremeño de las cavernas;
madrileño que de Real orden
eres tonto por dentro y por fuera.
Yo os desprecio, os maldigo y os odio,
gentes cobardes de mi tierra.
Y para ti, andaluz idiota,
¡culebra!, ¡culebra!, ¡culebra!
Cuando pienso estas cosas me doy cuenta de lo solos que estamos. Solo puede unirnos la comprensión, el amor, la complicidad y otras cosas que hace que no nos volvamos locos.
Puede que todo esto suene muy raro, pero para mí tiene mucho sentido. Ya de pequeña observaba con extrañeza la forma de ser de mis compañeras de colegio, que me parecían marcianas. Yo pensaba: "-Si se dieran cuenta de cómo son, -o como yo las veo, sería terrible para ellas." Ahora ya no pienso así, porque noto que la gente puede vivir más o menos feliz sin darse cuenta de lo ridícula o extraña que puede llegar a ser.. Porque pienso que soy yo quien las veo así.
A veces cuento a alguien una anécdota que me ha pasado en algún momento de mi vida, porque la considero divertida o interesante, pero de lo más banal. Y entonces suelen responderme que qué vida tan intensa he tenido, y yo les miro a ver si me están tomando el pelo o qué.Mi madre una vez me preguntó si pensaba que yo había tenido una vida más intensa que ella, y me quedé a cuadros. No supe que contestarle. Nunca me lo había planteado.
Hay quien hace de haber tenido una vida interesante una bandera, como Hemingway, o muchos otros.
Una vez leí en el periódico una entrevista a una mujer campesina mallorquina que celebraba su centenario, y cuando le preguntaron que era lo más emocionante que le había pasado en el siglo que había vivido, respondió que cuando era jovencita y fue con su padre a Palma, la capital de la isla de Mallorca. Y es que aunque parezca increíble, antiguamente la gente de los pueblos del interior de la isla muchas veces solo conocían el lugar donde nacieron y alguno de los otros pueblos cercanos.Nunca vieron el mar. Y eso que Mallorca es una isla pequeña, de punta a punta solo tiene 100 kilómetros.
Esta mujer no era un caso aislado. Se había tragado el siglo XX sin enterarse de nada. Ni de las dos guerras mundiales, ni nada de nada. Quizás la guerra de España le sonase un poco, porque en Mallorca la Falange mató a muchísimas personas. Tal vez su familia fue afortunada y a esta señora le pasó la guerra por encima sin notarla siquiera. Pero su historia me parece lamentable, porque es como si no hubiese vivido. Bueno, cada uno es cada uno con sus cadaunadas, como decía Unamuno. Realmente poco sabemos de lo que pasa por las cabezas de la gente.
Yo la verdad es que recuerdo bien que muy joven ya me dí cuenta de que la vida era dura, pero me parecía normal. Los rusos, que no son precisamente fuentes de alegría, tienen un dicho: "La vida es dura y amarga". Ellos lo tienen claro. En Rusia se ha pasado, a lo largo de los siglos, mucha hambre, y con un clima tan horroroso no me extraña que piensen eso y sean una raza apasionada, arrebatada, triste y capaz de cualquier barbaridad. Mallorca, en cambio, es la típica isla mediterránea de buen clima, verdes campos y azul mar, y gente que se hace pocas preguntas. Los rusos sí se las hacen.
Pero a qué viene hablar de los rusos. Será porque los conozco un poco, pero lo mismo podía haber dicho de los noruegos o cualquier otro pueblo. Lo que sí he notado es que el paisaje hace al hombre. .
La gente de países cálidos suele ser más alegre que la de los fríos. Como en España tenemos climas de todo tipo, los españoles son bastante raros y nada parecidos entre las distintas regiones.
Pero todo esto no son más que ganas de marear la perdiz.
Hay un poema que me gusta mucho, y que al acabar este pequeño rollo que estoy escribiendo pondré aquí si soy capaz de hallarlo en la red. Quien lo hizo conocía bien a España y sus odiosos habitantes.
Yo nunca he sido miedosa y sí bastante sufrida. De pequeña estuve mucho tiempo enferma y me parecía de lo más normal que médicos y enfermeras me putearan pinchándome con inyecciones del tamaño así como de veterinario de reses, y pasar noches de espanto sin preguntarme nunca por qué, ya que pensaba que era lo normal.
Yo no he sentido, más que una vez, lo que es el miedo de verdad. No voy a contar el por qué ya que no me da la gana. Pero es una de las más terribles experiencias que se pueden tener.O al menos yo lo creo así.
Tampoco he tenido nunca vocación de nada, como muchas niñas, que desean ser monjas, artistas de cine o azafatas. Yo me limitaba a vivir a trancas y barrancas porque mi vida nunca fue fácil, aunque sí entretenida. Demasiado, vaya. Ahora quisiera gozar de un poco de paz, don que no me ha sido concedido más que en dosis homeopáticas. Hacerse viejo debe ser eso, querer descansar en paz. Yo ya solo deseo paz, pero tampoco puedo presumir de eso. La paz huye de mí como los antiguos de la lepra.
Espero encontrarla el día que me muera. Por eso la muerte no me asusta. Para mí es el descanso. Una vez le dije a una compañera que la muerte era para mí como volar, como el capullo de seda se pudre y sale una mariposa que se va, o como cuando las serpientes cambian de piel, que dejan la vieja a un lado, fea y sucia, y estrenan una bonita y nueva de brilantes colores. La chica de marras me miró con ojos horrorizados y no dijo nada. Nunca pensé que la había asustado. Para mí era algo muy consolador.
Pero como decía al principio, las personas somos muy diferentes. hay un abismo entre unas y otras.
Pero me da igual. Yo hace tiempo que me hice el propósito de procurar ser mejor persona y hago lo que puedo, con o sin éxito. No me apetecen los exámenes de conciencia.
Hacer estos propósitos cuando se es joven es imposible. Pero cuando dejé de serlo ya los hice.
Cuando me muera me gustaría que pusieran una lápida en mi tumba con una inscripción que dijera algo como "Se fue a buscar la respuesta" o "Por fin descansa".
Había un poeta cuyo nombre no recuerdo, porque era bastante mediocre, y que estaba tísico. Le pidió a su amigos que le pusieran en su epitafio: "Ya no tose". No lo hicieron. Qué faena.
Aquí pongo el poema al que me refería antes.
Francisco Vighi (castellano de padre italiano), fue un poeta satírico de principios del siglo XX. Su sentido del humor y su dispersión por tertulias literarias le hicieron un imprescindible de su época... Un poeta de la intrascendencia y de la frivolidad injustamente olvidado, cuyo buen hacer como humorista se impone en toda su producción artística y vital.
Pues bien, éste es su poema más célebre, escrito en 1920:
REGIONALISMO
Para que te exaltes, castellano,
hombre seco, hombre de tierra.
Para que me odies, catalán,
más fenicio que de Grecia;
y tú, manchego retardado,
cazurro de alma plebeya;
isleño cursi y rastacuero,
balear ladrón, hijo de chueta;
leonés rencoroso y zafio;
montañes vano, hombre de cera;
y tú, aragonés que llamas
a la bestialidad franqueza;
para que me mates, levantino,
simulador de arte y de belleza;
vasco hipocrita y ambicioso,
insultame con tu pobre lengua;
asturiano traidor y falso;
gallego llorón, y sin vertebras;
murciano sucio, feo y torpe;
extremeño de las cavernas;
madrileño que de Real orden
eres tonto por dentro y por fuera.
Yo os desprecio, os maldigo y os odio,
gentes cobardes de mi tierra.
Y para ti, andaluz idiota,
¡culebra!, ¡culebra!, ¡culebra!
No hay comentarios:
Publicar un comentario