Cómo reaccionar ante la decadencia de la izquierda europea y de UP. Carta a Alberto Garzón (3ª)
En el año 2017 se han celebrado elecciones en seis Estados europeos y los resultados para la izquierda han oscilado entre lo malo y lo desastroso.
En Francia, tras un mandato lamentable del Partido Socialista, se han celebrado elecciones presidenciales y legislativas. En ambas ocasiones, las tres fuerzas más votadas han sido el centro neoliberal, la ultraderecha y la derecha. Es cierto que, en la primera vuelta de las presidenciales, el 19,5% de la France Insoumise de Mélenchon (un clon de Podemos) arrojó algo de luz en este sombrío panorama pero, pocos meses más tarde, la luz se apagó en las elecciones legislativas: un 11% para la France Insoumise y el 9,5% para el PSF. Francia cierra el año con un abrumador peso de la derecha en la inmensa mayoría de las instituciones.
En el Reino Unido, las elecciones revalidaron el gobierno conservador de Theresa May a pesar de la crisis del Brexit y el notable 40% de votos obtenido por el Partido Laborista
En Alemania, la incombustible Angela Merkel ha revalidado su mandato frente a un partido socialista con el 20% de votos (el porcentaje más bajo de su historia reciente), una ultraderecha que ha subido al 10%, unos liberales con el mismo porcentaje y a nuestros amigos de Die Linke con el 9%
En Holanda, las elecciones legislativas supusieron un triunfo claro de la derecha, tras la que se situaron la ultraderecha , los democratacristianos y los centristas; más abajo, se situaron la izquierda verde y los socialistas, con el 9%, y, más abajo aún, con el 5,7%, nuestros amigos del Partido del Trabajo
En Austria, ha vencido la derecha (31,5%) seguido de los socialdemócratas (26,9%) y la ultraderecha (26%)
En Chequia, por último, ha vencido la ultraderecha (29,6%) seguida de tres formaciones de centro y centroderecha. Cerrando la lista, encontramos a comunistas y socialdemócratas con un 7 y pico por ciento de votos
En resúmen, el balance del 2017 es crecimiento de la ultraderecha, hegemonía de la derecha, castigo a la socialdemocracia y una izquierda alternativa que no saca cabeza.
Terrible ¿verdad? Sin embargo, esta Europa que vota de esta manera y que nos desagrada por tantos conceptos se vuelve casi atractiva si la comparamos con las otras grandes potencias: con el populismo ultraconservador de Trump, el régimen corrupto de Putin o la dictadura China.
En España
no ha habido elecciones pero permíteme una breve pincelada sobre los cambios en el eje derecha/izquierda tomando como referencia (para simplificar) los resultados de los cuatro grandes partidos estatales.
En el 2011 (las elecciones que auparon a Rajoy a la presidencia del gobierno) la suma de PP y UPyD fue un 13,6% superior a la de la suma de PSOE e IU.
En las elecciones de diciembre de 2015, en pleno austericidio, con la corrupción sobre la mesa y un paro galopante, los electores giraron la orientación de su voto y la suma de PSOE, Podemos e IU superó a la suma de PP y C’s… pero sólo en un 1,75% : un margen extraordinariamente escaso que debería habernos invitado a ser mucho más prudentes a la hora de preferir volver a tirar los dados y favorecer la convocatoria de nuevas elecciones en junio de 2016.
En efecto, las elecciones de 2016 volvieron a girar la tendencia y el voto conservador se situó un 2,3% por encima del voto progresista
Si tomamos como referencia la reciente encuesta del CIS, la situación ha seguido empeorando y la ventaja del voto conservador, un año y pico después, es del 2,8%.
Por último, hay que contastar que (como expliqué en la primera parte de esta carta y como IU ha tenido el coraje de constatar en las reuniones de su dirección del pasado junio y del pasado octubre) las pérdidas en el ámbito de la izquierda corren exclusivamente a cargo de Unidos Podemos y no afectan al PSOE que se recupera lentamente de su mal resultado de 2016
La conclusión evidente de todos estos datos es clara:
El giro neoliberal asociado a la crisis no ha favorecido ningún tipo de solución política desde la izquierda . Todo lo contrario: la izquierda está en retirada, los sindicatos están en retirada y crecen con fuerza salidas insolidarias y xenófobas ligadas a la extrema derecha.
Qué deberíamos hacer?
Pues abrir una profunda reflexión sobre esta situación para buscar un “hueco” por el que atravesar este muro de desgracias
Qué estamos haciendo?
Desgraciadamente, casi lo contrario.
Podemos es una organización aún emborrachada por los ecos del “asalto a los cielos ” y del “sí se puede” (que tan útiles le fueron como motor de arranque de su andadura) y no se ha atrevido aún a mirar la realidad de frente. Una pena porque lo que necesitamos – si realmente queremos cambiar las cosas – es una organización lúcida, crítica, autocrítica, que se atreva a mirar a la realidad de cara y que diseñe estrategias imaginativas y efectivas capaces de cambiar esta realidad.
Carente de organicidad y pivotando en torno a un hiperliderazgo muy acusado soy muy escéptico respecto a que Podemos esté en condiciones de cambiar su actual situación y jugar este papel
IU, hasta ahora, se ha dejado llevar por el discurso y la iniciativa política de Podemos y ha concentrado sus esfuerzos en revitalizar la relación entre IU, y los movimientos y conflictos sociales.
Desgraciadamente, esto ya no es suficiente : IU (tal y como señalaba en un escrito anterior) tiene que “descongelar” su debate interno y su capacidad propositiva para ser el motor del cambio en el seno de UP y para definir e implementar estas nuevas estrategias a las que hacia referencia más arriba.
Sobre estas estrategias versará la última parte de esta carta ya excesivamente larga pero me gustaría pensar que la valentía que has demostrado al posicionarte en contra de algunas postverdades de Podemos como la existencia de presos políticos en Catalunya o el “todo va bien” a nivel electoral puede ser el anuncio de que estarás dispuesto a promover este debate que IU y UP tanto necesitan.
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