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LA CARTA PÓSTUMA
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En abril hará 15 años que murió mi madre. Fue en 1997. Estaba muy mal
de los bronquios y había pasado un invierno fatal, teniendo que dormir
sentada en la cama y con varios almohadones en la espalda, porque se
ahogaba. Pero todo lo aguantaba con tal de no acudir al médico, que le
causaba pavor. Sabía que la ingresarian en una clínica, y le daba
muchísimo miedo. Al final tuvieron que hacerlo, pero la doctora que la
atendía, que se llamaba Moggi, era japonesa y especialista en
enfermedades respiratorias, dijo que no la quería más como paciente,
pues cuando le ponían las vías en el brazo se las arrancaba, y las
pastillas que le daban las tiraba. O sea que volvió a su casa para
morir. Ella sabía bien que le quedaba poco tiempo. Arregló todo lo que
consideró conveniente. Unos libros incunables que tenía sobre el
Monasterio de Poblet hizo que viniera a buscarlos un monje de ese
monasterio, y regalo bastantes cosas que tenían que haber sido para mí,
entre ellas un valioso chal bordado en plata que pesaba lo suyo porque
había más plata que encaje,que me parece se lo dio como regalo de boda
a una asquerosa vecinita que le hacía mucho la pelota. Fue un regalo de
mi abuelo de Sevilla al casarse, y que había pertenecido a su padre,
que había sido gobernador de Filipinas. También desaparecieron varios
abanicos antiguos muy valiosos y bastantes joyas. Lo único que pude
salvar fue el mejor de los abanicos, que es de marfil y tallado como si
fuera de encaje, una maravilla, y eso porque se lo choricé a mi madre
antes de que fuera tarde.
Mi madre, tres meses antes de morir, ya sabía que le quedaba poco
tiempo de vida. Me dijo que no fuese a verles, a mi padre y a ella, que
ya hablariamos por teléfono. Estaba muy enferma y no paraba de toser y
ahogarse. Yo me puse muy contenta de no tener que ir a su casa, pues no
me gustaba nada, y solo tenía ganas de volver a la mía. Pero un día me
llamó de forma particular el que era el médico de la familia, Dr.
Estrany, y me dijo que ella estaba ingresada en la Clínica Miramar, y
que fuera a verla, que estaba muy mal. Yo le pregunté si se estaba
muriendo, y me contestó que pues más bien sí, y entonces yo cogí un
taxi y me fui a verla. Estaba en una de las habitaciones de urgencias,
que son solo un cubículo temporal. Pero murió allí. Yo oia la voz de la
Dra. Moggi en el pasillo, pero sabiendo cómo mi madre la odiaba y la
temía, no quise llamarla. Creo que hice bien. Mi madre se fue
colapsando y yo me dí cuenta de que estaba en la agonía. Me senté en su
cama y la cogí la mano y se la apreté. Era la primera vez que lo hacía,
pero pensé que la ocasión lo requería, y que no se enfadaría, dadas las
circunstancias. No se enfadó, y después de un rato alargó el otro brazo
hacia mi padre, quien no se estaba dando cuenta de nada, y, poco
acostumbrado a esas efusiones emotivas por parte de mi madre, se
extrañó muchísimo y le preguntó que qué le pasaba. Yo no le dije nada.
No sé si hice bien. Ella me dijo que cuidara del perro de ellos.”-Cuida
de Bito”- me pidió, y yo le contesté que no se preocupase. Claro que lo
hicimos, mi padre y yo.
Después de esta despedida, yo me quedé hasta su muerte. Ella me dijo
que me fuera, pero no le hice caso. Ella en un momento dado cerró los
ojos y comprendí que era el fin. Al cabo de un ratito tuvo esa especie
de ronquido que es el estertor de la muerte, y mi padre, que estaba en
Babia, me comentó riendo:”-¡Y ahora duerme, y hasta ronca!”.
Joder, qué fuerte. Yo le dije adiós y me fui corriendo a escape a mi
casa. No sé por qué tuve esta reacción tan rara, pues lo lógico hubiera
sido decirle a mi padre que había muerto y quedarme allí con él. Pero
no lo hice.
Luego me dijo que al cabo de un rato de irme había entrado la doctora y
se habían asustado cuando habían visto el panorama, que habían hecho
que él se fuera al pasillo y que habían tratado de reanimarla con un
desfibrilador, pero fue imposible. Había pasado demasiado tiempo ya. Yo
pensé que era lo mejor para todos.
Mi madre, un año antes, o más, me había dicho que en un cajón de la
mesa del despacho había una carta póstuma para mí, y que solo tenía que
leerla cuando hubiera muerto. Yo le dije que probablemente estaba llena
de insidias y reproches y que me haría sentir fatal el resto de mis
días, y me dijo que no, que qué va.
Cuando en casa de mi padre, éste, Paco y yo estuvimos viendo los
papelotes de mi madre, apareció la dichosa carta. Mi padre la leyó,
puso cara de rabia y la rompió en mil pedazos, meneando la cabeza. Se
lo agradecí una barbaridad. Malditas las ganas que tenía yo de leer la
cartita de marras.
Hubo dos cosas raras después de morir mi madre. La más extraña fue lo
que mi padre me dijo cuando ella estaba aún en la morgue antes de
enterrarla.
-Tu madre no era una buena persona.- me dijo.
Yo me quedé extrañadísima de esta confesión, que la hizo sin rabia,
como si tal cosa. Bueno, eso yo ya lo sabía, pero me chocó que me lo
dijera entonces..
Pasado algún tiempo, me encontré con una señora amiga de ella, y
estuvimos hablando de sus últimos momentos. Yo le dije que sus últimas
palabras habían sido: “Cuida de Bito”. La buena señora se creyó que era
así como mi madre llamaba a mi padre, y me dijo:
-“¡Oh, qué conmovedor, que en sus últimos momentos te encargara que
cuidases de tu padre.!”
-“Pero si Bito era el perro…”- contesté yo.
La señora puso una cara indescriptible y se fue sin decirme ni pío.
Cuando pude considerar que era real que mi madre había muerto, tuve una
sensación muy extraña, que nunca pensé que pudiera ser. Me entró una
alegría enorme, y una sensación de libertad, como si acabara de salir
de presidio. No me había dado cuenta que durante toda mi vida había
estado bajo su férula, y ahora ya no lo estaba. Que era libre, vaya.
Entonces comprendí qué era la libertad.
Y eso es lo que pasó. ******************************
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Los fantasmas de mi familia
Esto que voy a escribir me parece que ya lo puse,pero como siempre
recuerdo algo nuevo, lo pongo otra vez. Y es que mi familia ha estado
siempre bastante servida de fantasmas varios, tanto de parte de madre
como de padre. Estamos acostumbrados y los toleramos. En las fotos de
fantasmas que he sacado de Internet -yo tenía unas mías propias, pero
se me perdieron, ni que se las hubieran llevado los fantasmas- se ve
que el supuesto ser es como una fuente de energía, una luminosidad.
Pues cuando mi madre murió vinieron desde Sevilla mi tía Paca y mi
prima Pilar para dar el pésame a mi padre. Este, poco estusiasta de
este tipo de efusiones, cuando las vió las mandó a tomar viento, y
entonces Paco y yo las llevamos a dar unas vueltecitas turísticas por
Mallorca, y a visitar Palma. Yo, siguiendo mi inveterada costumbre,
hice montones de fotos, y cuando las hice revelar (entonces todavía
había que llevarlas a eso)me quedé defraudada y fastidiada al ver que
en todas ellas había una mancha luminosa alargada. Al principio pensé
que habría entrado luz en el carrete, pero no, porque había otras fotos
hechas antes de la salida con mis parientas que estaban perfectamente.
Saqué la conclusión que era mi madre, que, despistada como muchos
muertos recientes, no se había dado cuenta de que ya no pertenecía al
mundo de los vivos, y se había apuntado a las excursiones. Yo recuerdo
que se las enseñé al dueño de la tienda de fotografía y se puso muy
nervioso, histérico, diría yo. Me marché corriendo con las fotos
aterradoras, que a mí no me aterraban nada, puesto que este tipo de
manifestaciones me encanta. Cuando estuve en el Perú les conté muchas
cosas a unos chamanes muy simpáticos y me tomaron totalmente en serio,
y me convidaron a quedarme allí para convertirme en una buena chamana,
pero yo tenía que volver a casa. Penita que me dió...
Pues ya conté en otra ocasión que de pequeña pasaba mucho miedo porque
veía una lucecita en la completa oscuridad del dormitorio, y gracias a
que dormía en la cama de mi abuela, que era grande y me apretaba contra
su espalda, podía dormir sin morirme de miedo. Cuando fuí mocita seguí
durmiendo en la misma habitación, pero la condenada lucecita ya se
había ido. Yo dormía entonces en lo que antes se llamaba una cama
camera, es decir, que era mayor que una individual pero no tan grande
como la de mi abuela, que era de matrimonio. Yo ya entonces estaba muy
avezada a las cosas raras que pasaban en mi entorno y les había perdido
el miedo a los fantasmas y a las manifestaciones paranormales. Menos
mal, porque cuando dormía ahí, y estaba todo oscuro, notaba como si
rascasen con las uñas por detrás de la cabecera de madera de la cama.
De día miré si había algo, pero no. Tampoco teníamos ratas ni nada que
pudiera producir los ruiditos. Pero a mí no me importó. Me dije que ya
podían rascar, golpear o bailar claqué en el tabique, que, mientras me
dejasen dormir, yo les dejaba hacer lo que les viniera en gana.
Cosas como éstas, tengo como para escribir un libro.
Tengo un primo en Sevilla,de mi misma edad, que cuando trabajaba en la
TV de Andalucía a veces tenía que ir a una casita de madera que estaba
en la playa de Mazagón y pasar la noche alli para controlar no sé qué
que había de la señal de TV. A éste le pasaba que, cuando se hacía de
noche, llamaban a la puerta de la caseta:
-¡¡PAM,PAM!!
Abría y no había nadie. Daba la vuelta a la caseta, y tampoco. Aquello
entonces era un desierto, no había nada construído ni tampoco árboles o
matas donde se pudiera ocultar alguien.Y salía tan deprisa que aunque
hubiera sido posible, lo habría visto. Dejó de hacer caso. Su mujer no
se lo acababa de creer, y una noche se la llevó. Cuando empezaron los
golpes salieron los dos, y no había nadie. Entonces ya le creyó.
A mí esto de los golpes me hubiera hecho hasta gracia, pero lo que me
hubiera asustado de verdad es lo que le pasaba cuando se acostaba.
¡Madre mía!. Cuando estaba echado en la cama y con la luz apagada,
notaba que la cama se inclinaba de una esquina, como cuando se sienta
alguien. Encendía la luz pero claro, ná de ná. Pero mi primo, que es
más valiente que el Guerra, se dormía sin hacer más caso. Y es que los
fantasmas asustan, pero no suelen hacer nada malo. Lo mejor es no
hacerles caso.
El otro día estaba oyendo la COPE, que es una emisora de radio de la
Conferencia Episcopal, y más facha que nadie, pero cuando no hablan de
política a veces resulta divertida. Hablaba un párroco, y contaba que
cuando era joven y empezaba en la parroquia una vez una feligresa le
llamó, que por favor viniera.La conversación fué más o menos así:
-Padre, por favor, necesito que venga a mi casa, estoy asustada.
-¿Qué te pasa, hija mía?-dijo el buen curita.
-Pues que tengo un poltergeist.
-¡¡¡¿¿¿COOOOMOOOO???!!!!-¿pero tú sabes qué es eso???
-Claro, padre.
-Y y y..¿qué quieres que yo le haga?- dijo el pater, más asustado que
su feligresa.
-Pues que me lo quite.
Entonces al cura llamó a otro, amigo suyo, y también jovencillo.
-Oye, tendrías que venir conmigo.
Y le explicó la situación. El otro cedió a regañadientes. Cuando fueron
a casa de la señora llamaron por el interfono.
-Señora- dijo el párroco, tembloroso. -Que somos los cazafantasmas...
-¡Ah, sí, !. Ahora abro...
Les abrió, y contaba el pobre hombre por la radio que entraron en la
casa aterrados, y como iban provistos de agua bendita que llevaban en
botellas, empezaron a regar toda la casa, al tiempo que invocaban a
Satanás ordenándole que se marchase. Satanás o el espíritu del marido.
Porque por lo visto lo que ocurría era que la viuda tenía un gran
retrato del finado, que cada día se caía con estrépito al suelo, y
empezaban a bambolearse todos los chismes de la estancia.
Cuando estaban en pleno exorcismo, oyeron unas carcajadas diabólicas, y
los dos curas casi se mean del susto.
-¿¡¡Qué es esto???¿¿Que pasa???
Pensaron que allí había una legión de diablos armando gresca, como en
El Exorcista y otras afines.
-Nada, dijo la mujer, menos asustada que ellos. -Esos son los vecinos
de arriba, que cuando se reúne toda la familia a cenar hacen un ruido
terrible, y a veces hasta se emborrachan.
Los curas terminaron su exorcismo y se fueron, nunca mejor dicho, como
alma que lleva el diablo, camino de su tranquila parroquia. Nunca
supieron si su chapucero exorcismo había dado resultado o no, pero
seguramente sí, ya que la señora no volvió a quejarse de presencias
fantasmales.
Yo tengo un duende, trasno (como dicen los gallegos)o fantasmita de
plantilla en casa, y cuando nos hemos mudado de domicilio,el se viene
conmigo siempre, pero ya nos conocemos de antiguo. El fue el que hizo
desaparecer las colchas de mi suegra (ya lo puse en otro post, pero lo
repetiré para los despistados) y mil cosas más. Tal ver fuera la
lucecita de mi niñez, o el rascador de cabeceras de cama. Qui lo sá.
Mi madre, poco antes de morir, me dijo que me tenía que contar una cosa
que había visto por la noche en la habitación de la clínica donde la
cascó, pero se murio antes. Qué lástima. Me dijo "que era una de
esas cosas que tanto me gustaban". Igual vió a la Santa Compaña.
En mi familia, cuando nos morimos, a veces la vemos. Y es que yo tengo
sangre gallega e irlandesa, dos pueblos celtas, y ya se sabe que los
celtas son muy dados a ver fantasmas.
Que razón tienen los gallegos cuando dicen aquello de: "Yo no creo
en las meigas, pero haberlas haylas..."
Vaya si las hay. Y repito, me han pasado tantas cosas de este tipo, que
podría llenar un libro de regulares proporciones. Y sin mentir en una
palabra...
Ahí queda eso. Yo, repito, nunca miento, ni al hablar ni al escribir.
En este blog, por lo tanto, no he mentido nada. Que cada cual saque sus
conclusiones.
Otro día os contaré cuando me dió por comunicarme con los difuntos
mediante la escritura automática, y como me fué. Mal, claro. No se lo
recomiendo a nadie. No hagáis espiritismo, ni nada parecido. Es
peligroso. Hablo en serio.
Basta por hoy.
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LA BORDADORA DE CUENTOS
Había una mujer que se ganaba la vida bordando vestidos. Cosía junto a
la ventana, y desde allí veía el campo y los árboles. Cuando los chopos
y los álamos amarilleaban sabía que se acercaba el otoño y el frío, y
cuando los días eran más largos y podía coser hasta más tarde conocía
que se acercaba el buen tiempo.
De vez en cuando iba a su casa un hombre que le compraba lo que había
hecho, dándole muy poco dinero, y luego él lo vendía en la ciudad mucho
más caro.
Le gustaba coser, daba cada puntada con alegría, y le llenaba de
satisfacción el ver como iban apareciendo los preciosos bordados de
colores. Se sentía orgullosa de su trabajo.
Pasó el tiempo y la mujer continuó bordando. Hasta que una tarde le
sucedió algo que le extrañó muchísimo. No se lo podía explicar y se
asustó. Nunca le había ocurrido antes. Estaba a medio bordar un
precioso vestido negro y los hilos de colores formaban bellas flores .
Miró el bordado como si no lo hubiese hecho ella, presa de una extraña
sensación. ¿Le habría sentado mal la comida?. Sentía algo parecido a
una náusea. ¿Cuándo había empezado a notarlo?. Hizo marcha atrás en su
cerebro y se representó mentalmente sus últimos gestos. Fue al bordar
la flor azul, sí, ahora estaba segura. Cuando daba las últimas puntadas
notó aquello. Tuvo que parar de bordar y aquella tarde la pasó llorando
.Daba vueltas y más vueltas a sus pensamientos tratando de averiguar
que podía ser aquello que le impedía trabajar, pero cuando más se
torturaba más angustiada se sentía.
-¡Dios mío! ¿Me habrá echado alguien mal de ojo?. Porque enferma no
estoy, eso es seguro. Pero ¿por que no puedo ya bordar?
Cogió de nuevo la labor y empezó una rosa roja. La hizo tan bien como
siempre, pero cada puntada se le clavaba en el corazón. Sin embargo
prosiguió, dispuesta a desafiar a meigallos y brujerías. Se sentía mal,
había perdido la alegría por su trabajo , pero por lo menos ahora no
estaba como paralizada. Recordó mientras que aquella vaga sensación la
había sentido ya dos o tres veces las últimas semanas, pero que no le dió
importancia ni paró mientes en ello.
Aquel día trabajó, pero menos que de costumbre. Miró por la ventana,
vio el campo y los árboles y sintió el impulso de salir fuera, como si
algo la llamase desde el arroyo cercano o como si allí estuviera la
respuesta que buscaba.
Llegó junto al agua. Se quitó los zapatos y metió los pies. Estaba
helada. Anduvo unos pasos, tratando de no tropezar con los redondos
guijarros y caerse. Cuando levantó la vista vió cerca de allí a un
muchacho que escribía afanosamente en una libreta. Se acercó.
-¿Qué haces?
El chico levantó la cabeza sorprendido. Tan abstraído estaba con lo que
hacía que no había advertido su presencia. .
-Escribo un cuento- contestó.
-¿Un cuento triste o alegre?
-Un cuento alegre.
-¿Siempre los escribes así?
-¡No, qué va!- dijo el chico riendo. -Es según los días. Hay días para
cuentos tristes, y otros para los alegres. Hoy es de éstos. Pero
siempre disfruto cuando escribo, sea una cosa o la otra. Entonces me
voy a otro mundo, que es solo mío, en donde soy libre de crear y del
que soy amo y señor.
-¡Qué suerte!. A mí me pasaba algo parecido hasta hace poco. Bordaba
vestidos y era feliz haciéndolo, hasta un día en que empecé a sentirme
triste aunque me salieran tan bien como siempre. ... No sé que me ocurre....
-¿Quieres decir que sin motivo alguno has perdido las ganas de bordar?
-Sí, eso es... He `perdido la ilusión , y ahora comprendo que era una
estúpida en tenerla pues esos trajes me los pagan mal, voy perdiendo la
vista y ni siquiera sé quien los usa y disfruta...No comprendo cómo era
tan tonta...
El muchacho la miró con cara de pena y no supo qué contestarle, pero
sentía que debía decir algo, aunque él no lo creyese. A aquella mujer
le había sucedido la mayor desgracia. Había perdido las ganas de vivir.
Y él no sabía cómo devolvérselas.
-¿Qué le digo yo ahora?- pensaba ansiosamente. Se había olvidado de su
cuento, de su mundo particular, y para él solo contaba el presente, que
era una mujer que no podía bordar con alegría. La miró y la mujer se
sorprendió al ver tanta angustia en aquellos ojos.
-¿Que te pasa? ¿No te encuentras bien?. Te he molestado con mis
tonterías y ahora has pèrdido el hilo de tu historia...-sonrió ella,
por primera vez en muchos días.
- No, estoy bien, pero quisiera ayudarte, hacer algo para que volvieras
a bordar con alegría, como yo escribo mis cuentos...
-Oh, eso tú no puedes. Me debe de haber poseído un mal espíritu, o me
han echado un meigallo... Escucha ese jilguero, qué fuerte canta. Es
feliz haciendo lo que hace, lo hacía ayer y lo hará mañana siempre con
la misma alegría. ¿por que no puedo yo?
El escritor pensó que también él estaba empezando a caer en el hechizo,
porque lo que había escrito le parecía de una banalidad insoportable,
malo, vulgar y que había estado perdiendo el tiempo. Hacía solo unos
instantes, cuando estaba embobado en su trabajo, se sentía un genio.
- Esto no puede ser. Vayámonos de aquí.
Y cogiendo a la mujer de la mano se la llevó a otra parte, como si
sobre aquel lugar pesase un maleficio.
-Escucha- le dijo el chico. -Yo vengo aquí con frecuencia. Podemos
hacer una cosa. Yo no estoy seguro de si lo que hago vale la pena, y a
tí de otro modo te pasa lo mismo. Yo me creo un gran escritor, pero a
veces también tengo la sensación de estar haciendo estupideces. Podemos
probar una cosa. Tú sigue bordando, no lo dejes ni un día, y hazlo lo
mejor que puedas. Aunque pienses que no sirve para nada , que te lo
pagan mal y que no volverás a verlo. Yo seguiré escribiendo, aunque
piense que son tonterías, que todo lo que se me ocurre lo han pensado
antes cientos de personas y que pierdo el tiempo. Cada semana podemos
vernos debajo de aquel castaño e intercambiamos impresiones. Así no
estaremos tan solos. ¿Qué te parece?
La mujer asintió y se marchó sonriendo, sin decir palabra.
Una semana más tarde se encontraron de nuevo.
-¿Cómo estás?- preguntó él.
(termina al final de todo. Sorry...)
CARTA ABIERTA A DIOS
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Tú, Señor del Universo, que mantienes las estrellas en los cielos y
haces que cada primavera empiece otra vez el ciclo de la vida. Tú, el
Gran Desconocido, que siempre escapas de quien te busca y te revelas
a quien sólo usa su corazón, no te entiendo. A lo mejor eres el Dios
de los budistas, el Orden que rige el Universo, el Tao eterno e
inmutable, inatacable y sin fisuras. Entonces cuando muera volveré a
Ti y seré parte tuya, y nunca entenderé por qué un día me desgajaron
de ti. Perderé mi identidad para volver adonde salí.
No me gustaría que fueras el Dios de la Biblia, ese Yahvé caprichoso
y malhumorado, mandando lluvias de codornices a tus pobres hebreos
hartos de maná, y que entregaba al Pueblo Escogido una tierra ganada
con sangre de los inocentes.
Preferiría, aunque no confío demasiado en ello, que fueras el Dios de
Jesús, ése del que él decía “que ni un solo pajarito muere sin que El
lo sepa”. Jesús creía firmemente que Tú estabas enterado de los
partos de las gatas, de los sufrimientos de los perros, del cansancio
del caballo y del dolor del lobo en la trampa. Por qué suceden estas
cosas Tú sabrás. No pretendo llegar a averiguar nunca esto, pero me
gustaría. Me gustaría que me explicaras por qué dejas que se torture
a gente en las cárceles, a animales en laboratorios. Dicen que eres
infinitamente bueno y poderoso, pero también incomprensible. Sé que
recibes muchas oraciones, mucho incienso y alabanzas, muchas
blasfemias y mucho desprecio. Pero me parece que muchas cartas no.
Por eso, si un día Tú y yo nos encontramos, quisiera que recordases
que fui yo quien desde un planeta de una pequeña galaxia de ese
Universo que parece ser cosa tuya, te escribió una carta pidiéndote
una explicación, muchas explicaciones a muchos porqués que no puedo
comprender. Y también te pediría que ni una sola gota de sangre
derramada desde que el mundo es mundo, de hombre o animal, que ni una
flor pisoteada ni un bosque quemado, que ni un solo instante de dolor
quedase sin…no quiero decir castigo…que no quedase sin pagar su
precio en algo más precioso que el oro.
Maria Dolores de Burgos-Aisha
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DESPISTES Y LEGIONARIOS
Yo
provengo de familia de despistados. Tal vez sea que tenemos tanta
vida interior, que las banalidades cotidianas nos resbalan, a menos
que nos resbalen encima y quedemos hechos un asco. Yo, de toda la
vida, cuando alguien me suelta un rollo, lo escucho, porque fui una
niña bien educada de derechas.Pero si el rollo no me interesaba,
ponía el piloto automático y expresión así como de interés
sonriente,e iba diciendo que sí con la cabeza, y si mi interlocutor
subia el tono irritado entonces yo sospechaba que habia sido
objeto de alguna vejacion o estaba enfadado con algo y decia algo asi
como ": "Qué cosas""Oooohhh","qué barbaridad"
y todo iba muy bien. Por la calle yo voy pensando en mis cosas. El
pilotito impide que me chafen los buses o me arrollen las bicis. Pero
yo voy a mi bola. Desde siempre. Se ha dado el caso de cruzarme con
mi padre y no saludarlo. Para mi la otra gente viandante son bultos,
y tienen que hacer algo muy singular para que yo los mire. Esto me ha
dado siempre fama de estupida y "creida". No sé, por
ejemplo, si hay una pelea tumultuaria con navajas, miro, procuro
enterarme de que va la cosa y observo.Las truculencias me chiflan.
Nunca perdonaré a mi madre que cuando me estaba casando por
Inglaterra, me tirase toda mi colección de periodicos de "El
Caso". Yo estaba enteradisima de las andanzas del Arropiero, de
El Lute, que, como siempre he tenido un ramalazoácrata , me caia muy
bien, etc.Y similares. Pero no por esto soy insolidaria. Si puedo
ayudar, ayudo. Recuerdo una vez en mis twenties, que regresaba del
Luliano (he ido a estudiar tanto al Luliano que creo que los pasos
que he dado yendo y viniendo se acercarian al perímetro del Ecuador).
Pero a mi me gusta andar, si no estoy cansada (últimamente estoy
chafada y como ausente, pero no callada, y lo achaco a que estoy en
los umbrales de la tercera edad. Bueno, vuelvo a mi acto solidario
porque sino se me va la olla. Yo volvía una noche gélida de invierno
por la Rambla de regreso a casa de mis progenitores, el viento
aullaba y revolvía las hojas, y en el derruido Cuartel del
Carmen vi un hombre agachado , sentado contra el quicio, y que daba
gruñidos. Hacia un viento helador, y la noche seria de aúpa. Yo
pensé: "Este payo está borracho y se va a quedar aquí toda la
noche y mañana amanece pajarito".Entonces, siguiendo mis buenas
inclinaciones naturales, me acerqué, y entablé conversación con él.
Era gordo, de edad imprecisa y cara roja. Le pregunté que cómo se
encontraba, pero parecía estar más interesado en blasfemar contra
Franco que hablarme de sus achaques, y me quedé, pues prometía ser
más interesante. Si hubiese estado enfermo tambien me hubiese quedado,
por supuesto. , no quería decir eso. A mi me da mucha pena la gente y
los animales que mueren de frío en invierno. Me dijo
entrecortadamente con aguardentosa voz que había sido legionario,el
montón de putadas que le habían hecho, y que la culpa de todos sus
males era Franco.Como en este último punto estábamos completamente de
acuerdo, ya me cayó simpatiquísimo. Mientras, se habia formado un
corrillo de tres o cuatro personas,algunos estudiantes rezagados como
yo,un señor mayor, .. a quienes yo trataba de concienciar
de que si dejábamos a aquel hombre allí lo matábamos, y hubo
murmullos de asentimiento. Para abreviar, conseguí que un chico y dos
señores se lo llevaran a pasar la noche a la Pensión del Carmen,
calle encantadora que en mi niñez estaba llena de putas, pero no como
las de ahora, sino de la tierra.Recuerdo a "La
Escacharratios" de Murcia, y a "La Tigresa", de Jaén.
Tambien habia que eran gitanas, guapas y que parecía que las habían
aceitado.Entre todos pagamos la pensión del desgraciado y nos fuimos
con la conciencia tranquila.
Ahora no sé por qué he explicado esto, pues yo habia empezado a
hablar de despistes. Bueno, para despistes, mi madre. Una vez se fue
a dar un pésame, y como debería estar pensando en alguna frivolité,
le espetó a la viuda. ¡Enhorabuena!. Cuando reaccionó ya no habia
remedio. No se volvieron a dirigir la palabra. Mi madre también,
dentro de su lado frivolón, era muy de la clericalla, e iba a misa y
a comulgar todos los domingos. A mi me hacia ir con mi abuela. Bueno,
pues en la Sala Augusta, un día que íbamos al cine, se inclina hasta
la taquillera y le dice:
-Ave Maria Purísima- como si quisiese confesarse.
-Sin pecado concebida. ¿Cuántas quiere?-le contestó, inmutable, la
taquillera, Eso es profesionalidad.
Me
largo, ya seguiré otro rato, porque oigo que Paco viene con cosas.
Paco es el Papá Noel de esta casa. Yo, la madrastra de Blancanieves.
Y mi padre, no sé...algo así entre el oso Yogui y Maquiavelo,.
Santas y buenas.
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Jerusalén
Jerusalén es una de las ciudades más interesantes que he conocido.
Hace años hicimos un viaje por Israel en una furgoneta -antes de la
Intifada- y, aparte de estar el Neguev lleno de tanques israelíes, y
todo el mundo militarizado, estaba la cosa bastante tranquila. Yo
tomé fotos de esos tanques, con gran espanto de mi padre cuando las
vió, que me dijo si estaba loca, que me hubieran podido detener y
buscarme un buen lío...Pero como que no me vieron, no pasó nada.
Además, yo ya tengo asumido que es posible que el Mossad me tenga
fichada, por dos o tres razones varias, y me da igual.(Y quizás
también la CIA...)
Pues lo que más me llamó la atención de Israel es que, desde los
altos del Golán en Siria (que estaban llenos de casquillos de balas)
hasta Akaba y Eilath en el Mar Rojo, está todo igualito que en la
Biblia. Los mismos pueblos, las mismas ciudades, todo igual. Allí
sigue Jericó, con un palmeral precioso, Belén, hecha un asco de
pueblo... Nazareth, Cafarnaúm...etc.etc. Me acordé de que en el
Evangelio dice también que Belén es un asco: "Tú, el más humilde
pueblo de Israel,de tí saldrá... serás la cuna del Mesías...".O
sea, que Belén sea un desastre ya viene de lejos, y parece que no hay
nadie con ganas de modificar la situación.
Pues a mí, eso de encontrarme todos los lugares ya puestos desde hace
más de 2.000 años, me gustó mucho. El Jordán es una preciosidad de
río y el Mar Muerto está más muerto que Carracuca,y es porque tiene
tal concentración de sal que allí no puede vivir ni un mosquito. Por
cierto, siguiendo yo con mi inveterada costumbre de caerme en lugares
célebres, me caí en el Mar Muerto y encima de los cristales de sal,
que cortan como hojas de afeitar,lo que hizo que me quedaron unas
rodillas que al entrar en Jerusalén parecía que había estado haciendo
penitencia a lo bestia...por lo menos, nuestro guía, que era un
capitán del ejército y se llama Dan Laor, se partía de risa conmigo.
En el Mar Muerto desemboca el Jordán, pero sus fuentes son una
preciosidad, porque el agua está limpísima y me metí de pies, pues
hacía calor y estaba muy fresquita.
Visitamos todo el país, pero me voy a centrar en Jerusalén, porque si
no corro el riesgo de que me salga una novela, pues tengo una
escriborrea que no la puedo parar a veces.
Jerusalén es preciosa, y vista desde el Monte de los Olivos,donde
Jesús las pasó canutas mientras que los discípulos dormían a pierna
suelta (cosa que nunca me he podido explicar...¡qué higados, esa
gente...)pues desde allí hay una vista preciosa de la ciudad, y lo
que llama más la atención es la cúpula dorada de la mezquita de Umar,
o Domo de la Roca, porque dentro hay una roca, donde según la
tradición, está marcado el casco del caballo del Profeta cuando subió
a los cielos.
Jerusalén es ciudad santa para las 3 llamadas religiones del Libro:
Cristianos, musulmanes y judios, y allí logran convivir más o
menos.También hay un barrio armenio, que no sé que pinta allí, pero
que es muy bonito y tranquilo.
La mezquita considerada más sagrada, después de las de la Meca,
Medina y Kairouán, es la de Al-Aksa, que quiere decir "la
mezquita lejana", donde después de estar nosotros hubo un
tiroteo sangriento. Esta y la de Umar están en la llamada
"explanada de las mezquitas", uno de los sitios emblemáticos
de la ciudad.En las fotos, la mezquita Al-Aksa es la que se encuentra
en primer lugar.
Los judios tienen un lugar sagrado para ellos: El Muro de las
Lamentaciones, que allí nadie lo llama así, sino el "muro
oeste", que es todo lo que queda del templo de Salomón. Allí se
ven a los judíos ultraortodoxos, con sus levitas (ver fotos)que rezan
de cara al muro y hasta se dan cabezazos en él, y también meten
oraciones y peticiones entre las rendijas de las piedras. Cuando
nosotros estuvimos, vimos una fiesta en honor de un niño que pasaba a
la edad adulta, y era llevado a hombros por esos judíos de levita y
tirabuzones, cubierto con un paño blanco con rayas negras. Cantaban
cosas apropiadas en hebreo y resultaba muy bonito y alegre.
También vi bastante gente mayor, con tatuajes de los campos de
concentración nazis, con el número que allí llevaban.
La mayoría de los israelitas son ateos, sobre todo los jóvenes .Ya no
esperan ningún Mesías. Luego están los que algo creen, pero sin
fanatismos, y son los que llevan ese gorrito como el solideo del
papa,la kipa, en la coronilla, y que nunca me he explicado cómo
logran que no se les caiga. Pero hay un barrio, llamado Mea Shearim,
que es digno de verse, sobre todo el Sabbath. Es el de los judíos
ultraordodoxos, que van con sombreros negros, levita también negra y
tirabuzones en los 4 lados de la cabeza, que simbolizan las 4
esquinas de los campos de labor que, según la Biblia, no se podían
segar, pues había que dejarlos para las viudas y los huérfanos. Esta
gente tiene montones de hijos, pues no pueden utilizar
anticonceptivos, y llegaron a mandar un escrito a los países árabes
de alrededor pidiéndoles que arrasasen Israel, pues los otros judíos
habían caído en el ateísmo y la indiferencia. Increíble pero cierto.
Menos mal que nadie les hizo mucho caso...
Pero los israelitas, desde luego, son de la cáscara amarga. Si en
España nos empeñásemos que la gente que nos visita fuese a misa, no
comiese carne los viernes y se plegase a todas nuestras costumbres,
nos pondrían verdes en todo el mundo. Bueno, pues los israelitas en
Israel lo hacen, y nadie les dice nada. Allí, cuando se pone el sol
el viernes por la tarde, tocan un cuerno que se llama el shofar, y
nadie puede ya hacer nada. Ni bañarse. Yo intenté darme un chapuzón
en el lago de Genesaret (que es precioso, e intocado) y no me
dejaron. En el hotel, teníamos que servirnos nosotros mismos de un
buffet frío, y durante el sábado no se podía hacer nada, sólo pasear.
En Jerusalén está la iglesia de la Resurrección, donde está el
sepulcro de JC. Yo me pregunto que a quién tienen enterrado allí, si
JC para los cristianos resucitó y subió a los cielos. Pero el caso es
que allí hay una tumba rodeada de velas, y hay gente que se tira
encima y se revuelca y cosas de estas.A la entrada hay un judío vestido
de negro que parece talmente Caifás, con una bolsa negra, llena de
monedas, que nos la agitó delante de las narices, como diciendo, si
aquí no te retratas, no entras. Nos retratamos.
A mí me gustó mas la iglesia de la Natividad, en Belén. Está cuidada
por los franciscanos,los monjes ortodoxos y los musulmanes, que creen
que JC fué un gran profeta.Hay en el suelo una estrella de plata y
muchas lámparas votivas, indicando el sitio en el que supuestamente
nació Jesus. Lo curioso es que durante mucho tiempo, los tres
representantes de las tres religiones andaban siempre a la greña, y
hace ya tiempo que la llave de la iglesia la guarda un árabe, y este
cargo de "portero" va pasando de padres a hijos.
Y en verdad, lo que más me llamo la atención de estas iglesias, que
para los cristianos son las más santas del mundo, mucho más que el
Vaticano, que no es más que la sede de los papas, que están casi
abandonadas, viejas y polvorientas, mientras que al Vaticano parece
que le sacan lustre a diario. ¡Qué cosas! .El escritor José Mª
Gironella decia que, si el Papa tuviera vergüenza, dejaría el
Vaticano como museo y se iría a vivir a Jerusalén. Pienso que tenía
mucha razón. Roma tiene olvidadas sus iglesias de Tierra Santa.
Otra cosa que me hizo gracia es que en la iglesia del Santo Sepulcro
De No Se Sabe Quién, está también enterrado Simón de Montfort, un
cruzado de lo más bestia. Pero como a los judíos no les hace ninguna
gracia, y seguramente no saben quién diantes es, allí apilan, encima
del sepulcro, botellas de butano.
De este viaje podría contar muchas cosas, pero como dije antes, me
saldría una novela, y no quiero tampoco cansar a mis pacientes
seguidores.
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Mágica fe
Este título no es mío, sino de un libro poco conocido de Juan José
Benítez, el autor de la serie "Caballo de Troya", que tanto
impacto causó en su tiempo. Pero a mí éste me parece mucho más
revelador, sobre todo teniendo en cuenta que es como si lo hubiese
escrito yo, pues lo que relata el autor yo lo he vivido multitud de
veces. Resulta por mi parte muy vanidoso, pero es la verdad. La
verdad es eso, verdad.
Nietzsche decía que la única frase sensata del Evangelio la pronunció
Pilatos, cuando condujeron a Jesús (Isa para los musulmanes) a su
presencia, y al ser éste preguntado si se creía tener una misión,
contestó:
-He venido para dar testimonio de la verdad.
-¿Y qué es la verdad?- respondió Pilatos, como buen romano, escéptico
y agnóstico.
Yo siempre he creído que griegos y romanos eran demasiado
inteligentes para creerse que sus cachondos dioses existiesen, cosa
que se quedaba para el pueblo llano.
Bueno, pues Nietzsche es muy dueño de pensar lo que quiera, pero yo
no estoy de acuerdo con él. Claro que yo tengo "enchufe" y
él no lo tenía, o sea, que juego con ventaja.
Yo siempre he sido, en esto, una privilegiada. Mi abuela me repetía:
-Tú estás protegida.
No me decía por quién, si por mi ángel de la Guarda, algún santo,
espíritu o cosa parecida. Pero yo lo sentía así. Siempre, en los
momentos apurados o peligrosos de mi vida, mi "protector"
(no quiero ser vanidosa y creer que era Dios en persona) corría a
sacarme de apuros, a veces hasta en contra de mi voluntad. Como un
perrito que se ahoga en una riada, y una mano compasiva lo coge por
la piel del pescuezo y lo saca. Así Dios (?)(me hace ilu decirlo
así...) me ha librado y me sigue librando de cosas malas. Y lo que me
seguirá... Si yo tuviese fe como un grano de mostaza, viviría feliz y
sin preocupaciones, pero como soy una incrédula contumaz, no puedo
evitar a veces desesperarme y pensar desastres futuros, que la mano
amiga ésa que nunca me ha fallado ya se encargará de solucionar. A
veces los caminos de ese protector son raros, pero si pienso que me
pasa algo malo, siempre termina siendo para mejor, o sea, que se
cumple siempre al pie de la letra aquel refrán que dice: "No hay
mal que por bien no venga". Yo le conté una vez ésto a una
señora a quien le habían ocurrido muchas desgracias, y ella me
contestó:
-¡Ay, hija, pues para mí no...lo malo siempre ha sido para mal o para
peor.
Me dió pena aquella mujer, y pensé que no tenía mi
"baraka". Que yo era una enchufada, una privilegiada, y no
sabía por qué, porque de santa no he tenido nunca un pelo, al revés
he hecho cosas muuuuuy feas (que no se hagan ilusiones, no voy a
contar aquí, pero piensen lo peor, y tal vez aciertan)
Baraka es una palabra árabe que los occidentales traducen como
"suerte". Pues no, no es eso. El significado verdadero y
profundo de la palabra baraka es "que Dios te mira con
benevolencia". Y eso es lo que toda la vida ha hecho conmigo.
A veces pienso que he tenido en esto tanta suerte, o tanta baraka,
que si me pasase lo que me queda de vida dando gracias a Dios, ni
habría empezado a agradecerle todo lo que El ha hecho por mí. Y, sin
embargo, ingrata,a veces me desespero y me asusta el porvenir, que
veo negro y triste. Es para matarme.
Yo fuí educada en el catolicismo, y creía todo lo que me decían mi
familia , las Teresianas y los curas, a pies juntillas, cosa que me
hizo sufrir mucho por los escrúpulos que me crearon, amargándome la
niñez. Me resulta muy difícil perdonar. Acabé no creyendo en nada.
Pero así tampoco era feliz.
Desde que me casé dejé de ir a misa, pues de soltera mi madre no lo
habría permitido y mi padre y mi abuela se hubieran escandalizado.
Paco, mi costillo, provenía de una familia de rojetes, que eran unos
descreídos, pero como más sanos que nosotros.
Yo no era feliz sin creer en nada. Estudié el budismo zen, el
taoísmo, y me gustaron mucho. Me parecieron las mejores y más sabias
religiones. Durante bastante tiempo fuí una budista convencida. Me
parecía todo perfecto, menos eso de que al morir iba a perder mi
"yoidad", y que mi alma sería como una gotita de agua que
se diluye en el mar de la Divinidad. Aunque llegar a formar parte de
Dios era muy halagador, a mí no me hacía feliz. Quería seguir siendo
yo por los siglos de los siglos. ¡Hasta donde puede llegar la
soberbia humana, madre mía!. Pero no lo podía evitar. Yo leía a
Pascal, que el pobre quería creer desesperadamente, pero su razón no
le dejaba. El decía "Il faut s'abêtir" (hay que
embrutecerse), y plegarse a los ritos. Todo lo contrario de lo que
dice el budismo, que enseña que los ritos son fatales y
despistadores. Pero pensé que Pascal tenía razón, y que mi soberbia
no me dejaba vivir en paz.
Yo siempre había admirado mucho a los musulmanes, sobre todo por su
fe. ¡Estos sí que -pensaba yo- tienen una fé sin fisuras!. Tienen la
fe del carbonero, y un musulmán puede ser un ladrón, un asesino, lo
peor, pero cree en Dios. Entonces ví claro. Supe enseguida y de golpe
que para ser feliz, vivir sin preocupaciones y dejar de ser atea (que
es triste e incómodo), tenía que convertirme al Islam. No me
preguntéis por qué, pero tenía la certidumbre de que mi salvación
estaba ahí.
Una tarde de verano de hace ya bastantes años, ni corta ni perezosa,
me vestí y me fuí a la mezquita más cercana a mi casa. Fué un
arrebato que me cogió, no reflexioné, pero yo en la vida las cosas
que he hecho como iluminada siempre me han salido bien, por ejemplo,
casarme. Me casé a lo loco, pero yo estaba convencida -no sé cómo- de
que aquel hombre era el que me estaba destinado, y no dudé ni un
momento. Pues de la misma forma fuí a la mezquita. Sin titubear
llamé, se me abrió, y le dije a Abdullah que quería convertirme al
Islam. No me hizo preguntas, y salió Amina, quien me tomó el
juramento. En la parte de la mezquita destinada a las mujeres, de
rodillas las dos, me hizo levantar la mano derecha y repetir la
fórmula del juramento: (en árabe, claro, pero aquí la pongo en
español)"Doy testimonio de que no hay más que un solo Dios, y
que Muhammed es el enviado de Dios".
Y ya fuí musulmana, y todos los pecados de mi vida pasada me quedaron
perdonados.
Me fuí a mi casa más contenta que unas pascuas.
Luego fuí a la mezquita, conocí a mis correligionarias, todas
encantadoras, y que me recibieron estupendamente, contentas
de"tener otra hermana".
Y hasta ahora. A veces estoy bastante tiempo sin ir a la mezquita,
porque no es obligatorio ir los viernes,como los católicos deben
asistir a la misa en domingo, pero no pierdo el contacto con ellas,
ni con nadie. A veces pierdo el norte y me desespero, y llamo a mi
correligionaria-hermana Leyla, que es una chica buena, sabia, guapa,
culta e inteligente, le cuento que me ha cogido el panico por el
miedo al día de mañana (¡a pesar de todo lo que he recibido de
Dios!), y ella me reconforta. Ella no tiene estos baches. Tiene la fe
que me gustaría tener a mí. Una fe musulmana. Una fe inatacable y sin
fisuras. Pero me conformo con lo que tengo, pues siempre he oído
decir que la fe es un regalo de Dios, y Dios me ha regalado ya
muchiiiiisimas cosas.Yo le quiero mucho a Dios, aunque, por supuesto,
no le entiendo en absoluto. A lo mejor El me quiere tanto porque yo
le quiero a rabiar, y ya se sabe. "amor con amor se paga".
Gracias, Dios mío. Aunque sea una calamidad, aunque tenga que acudir
cuando flaqueo y me desespero a la roca que es mi hermana Leyla,
gracias, Señor de los Mundos, me has dado millones de veces más de lo
que merecía.
Y si alguien, al leer esto, se ríe, me es igual. Yo sé muy bien lo
que he escrito, y no me avergüenzo nada.
¡Soy afortunada!
Mª Doilores de Burgos -Aisha
domingo 22 de agosto de 2010
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ALGUNOS DE MIS MUERTOS DE ULTRATUMBA Y COSAS ASÍ
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Espero que si mi madre desde el Más Allá lee esto, no se me enfade
demasiado, pues sabrá que no digo ninguna mentira, nunca lo hago. Ni
me invento nada. Además, hay que tener en cuenta dos cosas:
a) Todo lo que digo es verdad, sin exageraciones.
b) Si la gente al leer esto piensa que estoy loca, me importa tres
mierdas.
Yo siempre he pensado que mi madre se dejó morir. Teníamos grandes
peleas, ella nunca se repuso del disgusto de que yo me casase y la
“abandonase” y tenía los bronquios y los pulmones muy mal. Esto le
venía de que nunca, cuando cogía una gripe o un resfriado con fiebre,
iba al médico, pues les tenía una verdadera fobia. Y pasaba las
gripes andando por la ciudad y tenía recaídas hasta que acabó con un
asma tremenda, y los pulmones hechos un bebedero de patos. A medida
que se iba haciendo mayor empeoraba, hasta un invierno que se puso
realmente mal. La ingresamos en la Clínica Miramar pero era muy mala
enferma. Tiraba las pastillas, se arrancaba los tubos y los médicos
no la soportaban. Ella quería irse a casa y lo consiguió. Estuvo todo
el invierno muy mal, teniendo que dormir sentada y tenía muy mal
aspecto. Me dijo que no fuera a verla, y no lo hice, pues no me
gustaba nada. A veces me decía cosas muy desagradables. Una vez
tuvimos una discusión y le dije algo que siempre he pensado que es lo
que precipitó su muerte. Pero no se lo dije con acritud ni mala
intención, lo que lo hizo mucho peor. Le dije que tenía un carácter
tan insoportable, que si un día se quedaba viuda yo me veía incapaz
de soportarla. Y desde entonces, pienso yo, decidió quitarse de en
medio. O sea, se dejó morir lentamente. En ese invierno de no
recuerdo qué año, pero coincidió con el de la inauguración de la
nueva terminal del Aeropuerto, ése se dejó morir. Yo la veía fatal, y
le decía que tenía que ver a su médico, pero me contestaba que no,
que si iba le haría ingresar, y para ella era algo tan espantoso que
prefería la muerte y no dormir casi nada. Además tenía pavor a
quedarse sola, viuda, y más desde que le dije aquello. Me contestó entonces
que tendría que ir a una residencia de ancianos y allí la pegarían.
Mi madre era muy tremendista.
A veces iba a verla, y estaba ya haciendo la repartición de los
libros. Mi abuelo había sido bibliófilo, y teníamos verdaderas joyas.
Sobre todo un incunable de cinco tomos de la historia del Monasterio
de Poblet. Llamó al abad, al que conocía ya, y le dijo que por favor
mandara a alguien a recoger esos libros, que ella quería que
volvieran al Monasterio. Así fue. Vino de Poblet un fraile a
buscarlos, y le dijo que pondrían un cartelito con su nombre como que
había hecho esa donación. Eso le gustó mucho.
Luego, más adelante, en abril, estábamos hablando por teléfono y de
pronto dejó de hablar. Yo me asusté y le dije a Paco que fuese
enseguida a su casa, pues nosotros teníamos llave. Lo hizo y se
encontró a mi madre en el suelo, sin sentido, al lado del teléfono, y
a mi padre sin enterarse de nada, pues como estaba sordo como una
tapia, tenía la tele a toda potencia y estaba viendo una película y
no se había enterado de nada. Cuando mi madre volvió en sí, tenía una
cara de cadáver que me asusté. Me reprendió por bajarle la moral
diciéndole aquellas cosas. Pero es que yo veía que ya tenía un pie en
la tumba. Intenté por todos los medios ponerme en contacto telefónico
con su médico de cabecera, con el único que tenía confianza, y al que
no había querido ir en todo el invierno por miedo a que la ingresara,
pero me fue imposible. Yo le dije que me iba a quedar esa noche a
dormir con ella, pero se puso hecha una furia, me insultó y me dijo
que no necesitaba ayuda de nadie. Nos puso a Paco y a mí de patitas
en la calle. Yo pensé que esa noche moriría.
A la mañana siguiente llamé a casa de mis padres y nadie me
respondió. Pero a los pocos minutos recibí una llamada del médico ese
al que ella tenía confianza, diciéndome que mi madre estaba con un
pie en la tumba, y que si quería despedirme, fuese rápidamente a la
Policlínica, cosa que hice.
La encontré en una cama de Urgencias con mi padre, que se pensaba que
era uno de sus patatuses. No se daba cuenta de nada. Mejor, pensé yo.
Mi madre estaba entubada y muy mal. Le cogí la mano y se la apreté.
Ella hizo lo mismo. Entonces estuve segura de que se moría, pues su
reacción normal hubiera sido rechazarme. Estuve un poco sentada así
encima de su cama, y entonces llamó a mi padre. Casi no podía hablar.
Mi padre no entendió por qué le reclamaba, y riendo le cogió la mano.
Pero ella estaba despidiéndose. Lo último que me dijo fue:”-Cuida de
Bito”. Era su perro, y así lo hice. Estuvo con mi padre muchos años,
hasta que él vino a vivir con nosotros.
Mi madre, antes de perder el habla, me dijo también algo que me llamó
mucho la atención. Me dijo que esa noche había visto a gente que
venía a recogerla, pero que no daban miedo. Y otras cosas “que ya te
contaré”. Nunca pudo hacerlo, lástima. Con lo que me gustan a mí
estas historias. Yo creo que todo el mundo tiene una historia –o más-
de estas en su familia, pero no lo dice para que no se rían de ellos
o los tomen por chiflados. Yo sé de algunas. Y en mi familia han
pasado tantas cosas raras, que podría escribir un libro, pero nadie
me iba a creer. Lo he ido escribiendo poco a poco en relatos como
éste.
Otro día hablaré de la relación extraña de mi madre con los médicos,
que tiene castaña. Pero si me extiendo más, nadie va a leer nada de
lo que pongo, pues es bien sabido que la gente lee cada vez menos.
También contaré lo que ocurrió inmediatamente después de la muerte de
mi madre, y que asustó tanto al Sr. Vila, de la tienda de fotografía.
Basta por hoy.
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De Senectute
Este libro de Cicerón me lo recomendó mi psiquiatra una vez que le
dije que me daba miedo la vejez.Y es que cuando un@ está jubilad@,
sea anticipadamente o no, empieza a pensar que su vida ya está en la
recta final, aunque esa recta pueda ser muy larga. Pero no hay duda
de que ya se tiene la vida más por detrás que por delante o
alrededor. Cuando yo era jovencita mi madre siempre me decía:
"¡Ay, qué suerte tienes!¡no te das cuenta!. Tienes toda la vida
por delante...".Pues a mí esto me hacía maldita la gracia, ya
que pensaba en la cantidad de sufrimiento y también de felicidad que
me esperaba, y yo, que he sido siempre vaga por naturaleza, el pensar
en tanto trabajo por hacer me agobiaba. Yo siempre le respondía:
"-Sí, pero a mí me va a tocar enterraros a todos". Entonces
mi madre se enfadaba y ya no me decía nada más. Ahora pienso igual.
Con eso de que las mujeres somos tan correosas que casi siempre
vivimos más que los hombres, y dado que Paco tiene 7 años más que yo,
la verdad es que temo quedarme viuda, me da muchísimo miedo. Y me vea
de nuevo ante la misma tesitura que en mi primera juventud: Otra vez
voy a ser la entierramuertos, gatas y canarios incluidos. Ya he enterrado
a mis dos abuelas, a mi abuelo, a mis padres, a dos gatas
queridísimas, a mis pájaros, y estoy hasta las narices de agonías
varias. Las he vivido todas en directo. Hay gente que no está
presente cuando sucede un óbito, pero yo siempre he estado al pie del
cañón. O de la cama, vaya. Y estoy contenta, pues he podido
despedirme. Pero ya me gustaría no tener que ser siempre yo la que
tenga que repartir y liquidar las cosas de los demás. Y sobrellevar
un luto.
Cuando leí el libro de Cicerón y me entrevisté de nuevo con mi
loquero, le solté una andanada muy poco propia de una señora que se
supone que soy. Le dije que cómo pretendía compararme con Cicerón, un
señor que era rico, se había retirado al campo, a sus tierras de la
campiña italiana -que es una maravilla- para no hacer nada hasta que
se muriese; que tenía cientos de servidores y esclavos, y que así ya
podía uno morirse en paz. Además, tenía amigos.
Vaya, que el librito no me gustó nada. Se llama "De
Senectute". Se puede encontrar en español como "La Vejez".
A veces comento con amigas de mi quinta y con Paco, que en lo que más
notamos los años es en la memoria, pues me ocurre que antes, cuando
quería decir el nombre de un escritor, un artista de cine, un libro o
lo que fuera, no tenía que pensar nada, pero ahora muchas veces no me
acuerdo enseguida y tengo que escarbar en mi memoria. Simone de
Beauvoir sería muy inteligente, pero esto de cumplir años lo llevaba
fatal, mucho peor que yo. Recuerdo que en sus memorias, me parece que
es en el tomo "La force des choses", dice amargamente que
ahora ya no puede trepar por las montañas como cuando tenía treinta
años. Bueno, pues esto a mí se me importa un ardite. Me da más rabia
lo de la memoria, aunque la verdad es que tampoco me da demasiado
coraje. Lo que me atemoriza es perder las facultades, ser
dependiente. Yo no quiero dejar nunca mi casa. Antes muerta que en un
asilo, por lujoso que sea.
Pero el envejecer también tiene sus ventajas. Releí el libro de
Cicerón y me dí cuenta de que no lo había hecho con detenimiento,
pues dice una cosa que yo siempre he pensado, al menos desde que ya
no trabajo. Jubilación viene de júbilo, y aunque algunas personas se
deprimen, a mi no me pasa. Estoy jubilosa y contenta porque ya no
tengo responsabilidades como cuando era jefa de mi oficina, que tenía
otros jefes por encima y subordinados por abajo. Ya decía Marco
Aurelio que un cargo es una carga. A mí me gustaba mucho mandar, pero
es pesado. Ahora no me tengo que preocupar de nada de eso. También me
alegra el haber hecho casi todas las cosas que tenía pendientes de
hacer en esta vida. Yo de pequeña era una niña bastante cursi.
Recuerdo que cuando la gente me preguntaba que qué quería ser de
mayor, yo indefectiblemente contestaba:"-Yo quiero llegar a
vieja satisfecha de mí misma". Y lo he conseguido. Bueno, espero
que aún la vida me reserve cosas buenas. Pero la mayor parte del
trabajo ya está hecho. Esto me proporciona una gran paz. A Cicerón le
pasaba lo mismo. Y es que yo he tenido suerte en la vida. O no, sino
que he sabido montármelo. No soy modesta, pues la falsa modestia no
me va nada. Yo sabía bien lo que quería de la vida, y poco a poco,
pasito a paso, he ido avanzando por el sendero que yo misma me había
trazado. Algo así como aquello de que se hace camino al andar.
Ahora me han operado de la cadera derecha, y he quedado muy bien.
Hace dos años me operaron de la otra, y chachi piruli. Tengo baraka.
A ver qué me reserva el futuro. Espero que sea soportable. Como dice
la oración coránica: "Dios mío, no eches sobre mis hombros un
peso que no pueda aguantar".
(Allah Akbar).
Mª Dolores de Burgos-Aisha
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Cicerón
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BUDISTAS E HINDUÍSTAS.
Palma, 4 de abril de 2005
Cuando antes he hablado del hinduísmo, al contar mi viaje al Nepal,
me he hecho de la picha un lio. Lo que pasa que tanto en la India
como en el Nepal hay budistas e hinduístas, pero no se parecen en
nada. Las stupas nepalíes son budistas, y las piras funerarias, de
los hindúes. Los refugiados tibetanos eran budistas, que son los de
los rodillos de oraciones.
El budismo es una religión sin un Dios personal, a diferencia del
hinduísmo. Y en el budismo no hay castas. Lo que pasa es que en la
India hay tantísimas religiones, sikhs, budistas, hindúes, jainistas,
musulmanes, y yo que sé que mas, que es un cacao.
Los budistas creen que no existe un dios personal, ese que decía
Jesús “que tiene contados todos los pelos de nuestra cabeza, y que
cuando un pajarito muere El se entera”. Eso es lo que a mí me
gustaría que fuera verdad, y los musulmanes también lo creen. Los
budistas no. Para ellos, cuando morimos, volvemos al Todo ,al Uno, de
donde salimos y perdemos la “yoidad”, el ego. A mí esto me fastidia
mucho pues esa comparación de ser como una gota de agua en el mar no
me satisface, sino que quiero seguir siendo María Dolores-Aisha por
los siglos de los siglos. Pero me parece que me voy a quedar con las
ganas. En realidad, yo creo que los que más se acercan a la verdad
son los budistas. Creo que no hay un Dios personal, sino que todos,
hombres, animales, plantas, minerales, el Universo entero, es una
misma cosa, y a él volvemos cuando nos morimos. Esta idea me
fastidia. Pero por otra parte me han pasado cosas que me hacen pensar
en que hay un más allá, y aunque mi razón me diga que los budistas
tienen la razón, yo por eso de perder mi ego me he hecho musulmana, y
no otra cosa.
Los hinduistas, los de las castas, que son los de la India en su
mayoría, creen en un solo Dios, al que llaman Krishna, pero todo el
mundo cree que son politeístas porque adoran a muchas facetas de ese
mismo Dios. Por ejemplo, Ganesh, el Dios-elefante, que ya no me
acuerdo qué representa, o Shiva, que es el principio destructor de
Dios, y Vishnú, el constructor, pero todas son facetas de Khrisna. No
quiero meterme en esta maraña porque es tremendo.
Pues el Papa ha muerto. Yo le he dicho hoy a Paco: “_Me gustaría
saber dónde está el Papa ahora”.Me ha contestado que en Roma. Yo le
he dicho:_”No, lo que está en Roma no es el Papa. Es un trozo de
carne nada más. El verdadero Papa, no sé dónde andará.
Mª Dolores de Burgos-Aisha
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LA MILICIA Y YO
Cuando a los dieciséis años terminé el Bachiller Superior, menda era
un pimpollito. Mi padre tuvo la fenomenal idea de meterme en un
Laboratorio de Explosivos que había en Son Bonet, porque era buena en
química y el químico que había se había marchado. Mi labor consistía
en hacer unas pruebas con pólvoras de diferentes cartucherías, y las
aventuras que me pasaron con este trabajo ya las conté en otra
ocasión. Yo en el laboratorio me divertía mucho, pues éste formaba
parte del Servicio de Armamento, y allí había unas oficinas en las
que yo redactaba los partes correspondientes a las diferentes pruebas
químicas. El labo y la ofi de Armamento estaban en Son Bonet, que
entonces era estrictamente milico, y estaban en unos barracones que
habían sido un establo o algo así. Construcción antigua, de muros
gruesos, gruesas vigas, y que calentábamos en invierno con una estufa
de leña. Encima de la estufa asábamos chorizos, morcillas, sobrasada
y cosas parecidas, luego nos hacíamos unos bocadillos memorables, que
nos zampábamos entre trago y trago de tintorro. Aquello olía no como
una Oficina militar, sino como una cantina o tasca o cosa parecida.
Cuando venía el jefe a la firma, que venía en coche desde el cercano
cuartel de Son Rullán, y que era mi padre, alguien daba la voz de
alarma y todas aquellas viandas desaparecían, pero el tufo
permanecía, y mi padre olía todo aquello y ponía cara de no enterarse
de nada. Me acuerdo que allí estaba el Brigada Paco, murciano
resalado que mandaba mucho, y otros brigadas y sargentos, como un
sevillano moreno de verde luna alto y espigado, que tenía una pinta y
un aire a lo Antoñito el Camborio que no se podía resistir, y que
respondía al nombre de Manuel Martín Madroñero, alias El
Engañalosetas, pues tenía una ligera cojera desde un accidente que
tuvo al sacar a un piloto de su avión en llamas, y cuando andaba,
parecía que iba a pisar una loseta y pisaba la de al lado.
Yo con toda esta troupe me lo pasaba de miedo. Allí aprendí latín,
griego y hasta arameo, sólo escuchando. Cuando lo que hablaban era
demasiado fuerte, se encerraban todos en una de las habitaciones y a
mí me dejaban fuera. Pero me decían: “-Cuando te cases, la teoría ya
la vas a saber de sobra, jajajaaa…”.Y era verdad. Era aquella una
buena escuela.
Por eso yo a los milicos no los puedo odiar demasiado, porque a mí me
trataron de maravilla. Claro que era la hija del Jefe, pero no me
hacían la pelota, y yo nunca conté nada a mi padre de ellos, y lo
sabían y me estaban agradecidos. Cuando me tocó trabajar con civiles,
en la Delegación Provincial de Información y Turismo, qué diferencia.
Los milicos son muy brutos, pero son más sanos y mucho menos
retorcidos que los civiles, no son quejicas y tampoco hay mujeres,
bueno, había. Solo una señora llamada Esperanza Romero, ya talludita,
que era muy amable conmigo y no se metía en nada, y con la cual quedé
como una cochina, porque después de irme prometí irla a ver y todavía
me debe de estar esperando, si es aún de este mundo.
Como todos los oficiales y suboficiales que había en Armamento eran
armeros artificieros, a veces iba con ellos a la galería de tiro que
había en Son Rullán, y allí disfrutaba pegando tiros, con pistola,
metralleta (las anteriores a las Kalashnikov, muy parecidas) y fusil.
¡Aquello era vida!
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Estos escritos sobre el Islam en Baleares
son los resúmenes de un cursillo que hice el año pasado ,organizado
por Sa Nostra. Me parecieron muy interesantes, dado que es un tema
muy desconocido. MD.
Estatua de Almanzor Al-Mansur bilá en Algeciras
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EL ISLAM EN BALEARES
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Ponente: Guillem Rosselló Bordoy.Director de la cátedra de
Antropología Cultural.
Las Illes Balears, al ser conquistadas por los árabes, pasan a
denominarse Islas al Este de Al Andalus.
Se ha acallado siempre la presencia del Islam en Baleares, como si
fuese una vergüenza que había que ocultar y olvidar. El clero siempre
se mostró receloso y despreciativo respecto a esta etapa de la
historia de las Islas. Y la lengua árabe también resultaba un gran
obstáculo para el conocimiento de lo que pasó. El único historiador
que se preocupó de este período fue Joan Artigues, de Sineu,
s.XVIII.Pero sus obras no interesaron nada, y por lo tanto no se
popularizaron.El Islam en Las Baleares ha sido únicamente estudiado
someramente como un suceso político. Se empieza a hablar de Mallorca
desde la conquista por Jaime I en 1239. Antes, Mallorca pertenecía a
la taifa de Denia. Era la isla tierra de refugio de gente importante
perseguida.
Mallorca era conocida por sus estupendos mulos; tan buenos eran que
estaban gravados con un impuesto especial. La isla fue refugio del
poeta Ibn Haszm, el autor de El Collar de la Paloma, porque sus ideas
eran perseguidas en las Península, pero el mallorquin Ibn Raschid le
protegió.
El poeta Al-Jumaini en sus versos loaba al vino y la vida. Creó
escuela en Mallorca. En 1695 viajó por el norte de Africa y Oriente
Medio, hasta establecerse y morir en Bagdad. Conservó siempre el
recuerdo de su isla natal.
El-Mayurquí era un viajero estilo Marco Polo o Ibn Batuta que
recorrió muchos de los países del mundo antiguo. Murió en Basora.
Al-Assad-al-Husseini conservó la independencia de Mallorca, hasta la
conquista catalana liderada por Jaume I. La capital de la isla,
llamada Medina Mayurka, lo que ahora es Palma (este nombre se lo puso
Carlos III)era una ciudad de gran esplendor cultural y artístico.
Tenía un Palacio del walí, la Almudaina, actual Gobierno Militar, y
una gran mezquita al lado, y la actual catedral la mandó construir el
Rey cristiano conquistador encima de sus cimientos, conservando solo
parte del minarete, lo que es hoy el campanario. Los catalanes
siguieron llamando a la capital Ciutat de Mallorca, que es
exactamente lo que significa Medina Mayurka.
La conquista pisano-catalana fue un desastre para Mallorca. Cuando
llegaron los almorávides no encontraron piedra sobre piedra. Pero en
el s. XII se recuperó, y fue lo que encontraron Jaime I y sus
huestes. El rey cristiano repartió la isla entre sus caballeros, o
sea que, mal que les pese, los mallorquines de hoy son descendientes
por raza y lengua de los catalanes conquistadores y de los árabes y
judíos que quedaron en las islas.
Ben Hazm, el del Collar de la Paloma, dedicó un poema a Menorca.
El walí Ben Hakim era muy severo. Al que cogían robando le cortaban
la cabeza. Su hijo fue un calígrafo estupendo. Tanto que, al caer en
desgracia por la conquista de Mallorca, se fue a África y allí se
gano la vida estupendamente como escriba.
Medina Mayurka era muy importante. Era la 7ª ciudad del Islam, por
detrás de La Meca, Medina, Jerusalén (Al-Quds) y Kairuán (Túnez).
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R.I.P. rtf
Yo, y los que me conocen lo saben, no soy una persona triste. Tengo
mis depres recurrentes,y a veces llamo a los amigos para desahogarme
dándoles la brasa, pero soy de carácter alegre y positivo. Pienso que
siempre que me ha sucedido algo malo ha sido para mejorar, y he
sacado algún provecho de ello. Tengo sentido del humor, a veces
bastante negro, pero lo tengo. Eso me ayuda a soportar la vida, que
en mi caso es bastante buena, por ahora. Cuando estoy bien tengo la
superstición de que eso no me puede durar mucho, y que se avecina una
desgracia. Ahora, a pesar de ser primavera, este año no he tenido
depresiones excepto en el momento de despertar, ni apenas ataques de
angustia. Todo esto lo digo para el que me lea sepa que estoy bien.
Puesto que voy a hablar de uno de mis temas más apasionantes, la
muerte.
A mí la muerte no me da miedo, lo que me lo da es la nada.Y la
decrepitud. Esto ya lo dije en otro capítulo de estas las mis
memorias. Cuando yo era pequeña creía que el Paraíso era como lo
pintan los musulmanes, un jardín precioso, con arroyos, casas
estupendas, y conviviendo (?) con nuestros amigos, parientes
deseables y animalitos queridos. Luego, de mayor, me pareció algo
infantil y me acerqué más al nirvana budista, pero, es tan triste...
eso de convertirme en gota de agua de un inmenso océano no me pone,
la verdad. En fin, que no tengo ni puñetera idea de lo que pasará
después, si es que pasa algo. Yo he tenido, y las he ido contando, no
todas, porque han sido muchas, experiencias muy curiosas que la gente
normal no experimenta, o se las calla. Yo, como asumo que estoy
bastante desequilibrada, pienso que tengo algo de más y algo de menos
que la demás gente. Ya dije que en mis encuentros con chamanes y
brujos todos coinciden en lo mismo: Que yo tengo un canal, una vía al
otro lado abierta y que si la desarrollara podría hacer grandes
cosas. Pero me da miedo, aunque me fascina. Una vez estaba yo
haciendo yoga tumbada sola en una habitación de la casa de Gilabert
de Centelles y me pude a hacer yoga de relajación. Yo había leído que
así se puede separar el cuerpo astral del físico. ¡Y me sucedió!. Ya
sé que no me vais a creer, pero lo que antes había leído en libros
sobre esto se estaba cumpliendo al dedillo. Me sentí salir del
cuerpo, y volar a velocidad vertiginosa por un túnel oscuro y
estrecho. Yo pensé que ese era el túnel del que hablaba el libro por
el que se pasa antes de un viaje astral. En uno de estos viajes
puedes salir del cuerpo e irte a donde te dé la
gana, a la casa del vecino, a las cataratas del Iguazú o a no sé
dónde más; no hay guías turísticas para estos viajes. Lo bueno que
tienen es que son gratis. Pero yo, cuando estaba volando por el túnel
(y no estaba dormida, eh?), me asuste. Pensé que a lo peor no podría
volver y mis familiares, ausentes en ese rato de casa, encontrarían
mi cuerpo inerte y tieso y que me moriría irremediablemente, porque
se rompiese la cuerda de plata que une el cuerpo astral al físico, y
de la que habla la Biblia (leed el Eclesiastés) y el Libro Tibetano
de los Muertos, y en la que creen también todas las religiones
orientales, budistas y demás. Todo esto está un poco embarullado,
pero la experiencia la tuve, y no me dormí. Me asusté, pensando que
igual no podía volver, y me moví. Moverse es volver ya inmediatamente
al cuerpo físico. Por eso cuando estamos a punto de dormirnos a veces
notamos un sobresalto, es que nuestro cuerpo astral durante el sueño
sale un palmo o así del físico, y a veces nos despertamos y volvemos
de golpe a unirnos en los dos cuerpos y tenemos ese sobresalto. Todo
esto está muy mal explicado, pero no tengo ganas de hacer virguerías
haciendo borradores, cosa que he odiado siempre. Pues me perdí la
ocasión de hacer un viaje astral. Lo intenté después, pero ya no
pude. Otra cosa que me pasó hace años y que solo la he comentado con
Paco, es que dos veces en mi vida he tenido, aunque sueñe ridículo,
una especie de éxtasis. Una vez yendo en barco , que me daba el aire,
era verano, y me invadió una oleada de felicidad que en ese momento
lo comprendí todo, es como si estuviera en una atalaya o un punto
desde el que se contemplara todo el universo y la respuesta a los
porqués, , y otra cuando, después de comer, y sin haber tomado ningún
tipo de pastilla, (y sin estar dormida, leñe, que no me creéis), tuve
un éxtasis que me duró diez minutos. Lo sé porque estaba tumbada en
el sofá delante del reloj de pared. En esos diez minutos sentí una
sensación tan grande de felicidad, que solo puedo definirla como que
Dios vino y me dio un abrazo. Porque aquello no era de este mundo. No
se me olvidará jamás, ¡Qué maravilla!, Me considero una privilegiada
por haber podido vivir aquello. Más tarde, y aunque parezca y lo sea,
presuntuoso, cuando leí una poesía de San Juan de la Cruz, que
describía una experiencia suya, era exactamente lo mismo que había yo
experimentado lo que decía que le había ocurrido a él.
Yo de santa no tengo nada, y soy bastante incrédula, pero a veces
pienso si alguien no se ha suicidado sólo por curiosidad. Pero creo
que eso no debe ser bueno; tenemos nuestra hora y ya nos llegará.
Pero bueno, si alguien se suicida, es que ha llegado su hora... Pero
de momento no pienso hacerlo. Estoy pasando una etapa buena, a pesar
del cansancio crónico que no me deja. Y no tengo ganas de dejar este
mundo terrenal, en el que por ahora las cosas me van bien.
Pero qué duda cabe que la muerte es el Gran Viaje, la Gran Aventura…y
gratis.
Mª Dolores de Burgos
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VIAJES AGITADOS
Una de las cosas, entre las muchas, que me llamaron la atención en la
India, fueron los camiones. Van decorados con dibujos y pinturas
variadas y no hay ni un centímetro en ellos por decorar, lo que hace
que el tráfico, caótico, resulta muy colorido y divertido. Muchos
camiones llevan la cruz gamada, cosa que al principio me asombró,
pero luego pensé que aquella era la cuna de los arios, y ellos lo
tienen muy presente. Pero me parece que si hubieran caído bajo la
zarpa de Hitler los hubiera gaseado a todos. Desde luego, lo que no
se puede negar es que los gitanos proceden de la India. El otro día
estaba yo mirando una foto de Indira Gandhi de perfil, y me recordó
muchísimo a Lola Flores. Sí, no os riáis. Allí hay gente guapísima,
con unos ojos negros enormes, tanto hombres como mujeres. Sobre todo
los de clase baja, que son más oscuros.
Los urinarios de Katmandú son unos de los más asquerosos que he
tenido la experiencia de visitar, si exceptuamos el vater kikuyu en
el que metí el pie y por poco desaparezco en aquel pozo de mierda.
Los urinarios indios y nepalíes son de miedo, todos tienen en el
suelo como un palmo de pipí y no hay papel, por supuesto, pero como
yo siempre viajo bien equipada, llevo Kleenex y zapatos adecuados.
Los váteres más limpios que he visto yo en mi vida son los suizos.
Allí tienen unos dispositivos en que aprietas un botón y te sale una
plantilla para ponerla sobre la inmaculada taza del vater, o sea que
además de estar limpísimos no tienes que poner el culo donde lo ha
puesto tu antecesora. ¡Qué diferencias! Yo recuerdo que la primera
vez que fui a Sevilla, hace ya muchos años, entré en un vater que
parecía nepalí, pero esto ahora ya se ha arreglado.(no os enfadéis,
primos sevillanos) Otros baños terriblemente sucios son, aunque parezca
mentira, los que encontré en el Vaticano. Yo, que soy muy meona, en
cuanto tengo ocasión voy, pues nunca se sabe cuando se podrá una
volver a aliviarse. Pues fui a los lavabos papales y allí había casi
tanto meado en el suelo como en Katmandú. Me quedé de piedra. Nunca
hubiera imaginado nada parecido. Espero que los papas posteriores
subsanarán aquello. Entonces estaba Pablo VI.
º Yo he tenido la suerte de no tener hijos, y el dinero que me
hubieran sacado con su educación, para después sacarme los ojos, por
aquello de cría cuervos, lo he empleado en gran parte en viajar. Me
conozco los cuatro continentes. En Oceanía no he estado, y no sé si
estaré. Me apetece más conocer Asia Central, la parte del Uzbekistán,
Samarkanda, Bujara, .No me tengo que morir sin ir a Samarcanda. Es mi
Meca. A la Meca podría ir por cuatro perras, pues ahora es el tiempo,
y se organizan viajes muy baratos desde Palma. Pero creo que tendrían
que repatriar mi cadáver si tengo que hacer las cosas que se tienen
que hacer allí para ser un buen musulmán. Hay que dar tropecientas
vueltas a la Kaaba, y cuando yo veo en la tele aquella multitud, el
pensar que puedo estar yo en medio y con ganas de hacer pis, y no
poder, me horroriza. Porque aquello dura muchísimo. También se
levantan a medianoche, como por maitines, para rezar. Pero como yo
estoy exenta por razones de salud, no me voy a ver en estos aprietos.
Además, como hay unos gentíos tan enormes, y aquello está bastante
mal acondicionado, siempre hay accidentes. No pasa año en que, como éste,
se derrumbe me parece que ha sido un puente y se han muerto 400, o
descarrila un tren, o vuelca un autobús. Mis ansias de martirio no
llegan hasta ese punto,.Esperemos que Dios (si existe) sea
comprensivo y tenga sentido del humor.¿Tendrá Dios sentido del humor?
Me lo pregunto a veces. Esperemos que sí, porque si no, no sé qué
será de mí. Tendré que pasarme la eternidad en la morada del Saytán,
y yo, aunque friolera, no me apetece tanto calor. Espero que mi media
docena de ángeles custodios me libren de eso.
La gente se cree que los hindúes son politeístas e idólatras, y no es
verdad. Bueno, sí que son unos asociadores de miedo, pues les rezan a
diosecillos como aquí lo hacen las viejas a Santa Rita o a San
Pascual Bailón, pero esos diosecillos no son dioses en realidad, sino
facetas del único Dios. Krishna. Tienen una Trinidad, Krishna, Shiva
y Vishnu. Shiva es el principio destructor y Vishnu el constructor.
El primero tiene muchos más adeptos que el segundo. ¿Por qué será?
Mª Dolores de Burgos-Aisha.
------------------- NOTA: Yo también tengo mis días ateos. -------- Continuación de "La bordadora de cuentos"
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muchacho.
-Mejor. ¿Y tú?
-También. Ya no me importa tanto escribir cuentos malos, ¿sabes?. Me
creía un genio , pero a veces en mi interior pensaba que lo que hacía
no valía nada pero no me atrevía ni a confesármelo. Ahora sí me atrevo.
Y cuanto más lo pienso menos me importa.
- Pues a mí al principio las cosas me fueron muy mal. Los dos primeros
días lloraba tanto al bordar que no veía lo que estaba haciendo. Pero
seguí, y ahora ya me importa menos que lo que hago no sirva para nada.
Lo que no puedo hacer es dejar de bordar, pues entonces me coge ese mal
espíritu y vuelve lo de antes. Pero me parece que ya lo tengo dominado
y que no podrá cogerme otra vez.
-¿Tú crees en maleficios y aojamientos?
- Sí, pero me parece que éste no me ha hecho mucho mal. Solo han sido
unos malos días.
-Yo no creo mucho en estas cosas.
-¿Nos veremos otra vez?
-Sí. Y cada vez que bordes un vestido y te pongas triste piensa en mí,
que escribo cuentos tan malos. Tú, aunque te encuentres mal, bordas
maravillosamente. Yo, aunque disfrute escribiendo, lo hago mal. Piensa
cuando bordes que tú eres yo, y que estás haciendo un cuento
maravilloso. Y yo cuando escriba pensaré que estoy bordando esas flores
tan bonitas que sabes hacer. A lo mejor resulta...
-Pero esto, ¿no es engañarnos a nosotros mismos?
-Puede, pero ¿qué otra cosa podemos hacer?. Lo que importa es que
funcione, que sea verdad o mentira es lo de menos. Las únicas verdades
útiles son las que nos fabricamos nosotros mismos...
- No entiendo nada, pero tienes razón. Siento que tienes razón y ya no
me dan miedo los meigallos.
-Ni a mí los cuentos malos... Serán malos para quienes los lean, pero
no para mí que los escribo, y disfruto con ello. ¿Y puede ser malo algo
que te haga feliz?
Y cada cual se fué por su lado.
La mujer a bordar flores de colores y el escritor a escribir cosas que
ya se habían dicho antes cientos de veces.
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Mª Dolores de Burgos
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