Desde luego debía tener un cerebro privilegiado.
Su sistema era empezar a hacer preguntas a sus oyentes.Preguntas y más preguntas. De esta forma llagaba donde él quería, y llevaba a su auditorio a descubrir las grandes verdades de la filosofía.
Desde luego, esto me parece muy difícil, pero Sócrates no era un hombre del montón.
Platón era uno de sus discípulos,y recogió una de sus sentencias:
-Doy gracias a los dioses por haber nacido griego y no bárbaro, hombre y no mujer, libre y no esclavo, pero, sobre todo, les agradezco el haber nacido en el siglo de Sócrates.
La vida del sabio está llena de anécdotas, que han perdurado por suerte.
Sócrates dijo un día a sus amigos:
-En mi vida he tenido que luchar contra tres grandes males:La oratoria, la pobreza y una mujer. Pero la reflexión me libró de la primera, la fortuna de la segunda. En cuanto a la tercera, por desgracia el matrimonio me tiene ligado a ella.
La esposa de Sócrates se llamaba Jantipa, y tenía muy mal carácter. Era gritona, desagradable, grosera y muy irritable. Sócrates decía que se había casado con ella precisamente por esas cosas, porque de este modo el soportarla le fortificaba el carácter. Esto yo no me lo creo, pienso que lo decía para justificarse de aguantar a aquella arpía.
Después de una gran bronca,el sabio salió desesperado de su casa, y se sentó en el dintel de la puerta. Jantipa, furiosa, cogió un lebrillo lleno de agua sucia y se lo tiró a la cabeza. Sócrates se limitó a decir:
--- -No me extraña que, después de tanto tronar, ahora llueva.
Su discípulo, Alcibíades, le preguntó una vez si no estaba harto de aguantar los gritos de su mujer, y él le respondió:
-Estoy tan acostumbrado que sus gritos no me hacen más efecto que los chirridos de la rueda de un carro...
Desde luego, era un filósofo.
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