pieles no
domingo, 19 de abril de 2009
La educación de los hijos
Dios me libre de escribir consejos sobre cómo educar a los niños. Yo no he tenido y sería, si lo hiciera, como la Iglesia Católica dando normas de comportamiento a los casados. Que digan cómo debe hacerse para usar el botafumeiro para no matar a ningún peregrino, o cómo llevar con soltura y prestancia una dalmática recamada en oro, que de eso sí saben, pero que no se metan en camisas de once varas queriendo dar lecciones sobre el control de la natalidad y otras cosas de las que se suponen no tienen ni zorra idea. Yo siempre he pensado que criar hijos es trabajo ímprobo, pues hagas lo que hagas éstos siempre terminarán haciéndote reproches, tanto si eres demasiado estricto como demasiado manga ancha. Pienso que para tener hijos hay que tener primero vocación de padre o madre, y el que no la tenga se abstenga y críe periquitos, o cacatúas,por ejemplo, seres todos ellos pobrecillos que nunca te darán los tremendos disgustos filiales, ni se matarán con la moto, ni se drogarán, ni se casarán con alguien que te parezca horrible, etc. etc. Pienso como Jalil Gibran, el gran poeta cristiano-libanés, que los hijos no son realmente tus hijos, sino los hijos que la vida tiene a través de tí, y por eso hay que dejarlos volar sin pretender estarlos siempre manipulando, pues acabarán odiándote. La gente que piensa tener hijos para "que les den satisfacciones", que se apeen del burro y no pidan imposibles. De esto sí estoy segura.Y de que a veces deben dar alguna alegría también, como Rafa Nadal, por poner un ejemplo a la vista de todos.Al menos parece chico muy bien educado y "que debe dar satisfacciones" a sus padres. Pero no es lo corriente. Además, de las interioridades de la simpática familia Nadal, no sé nada, y me figuro que la mayoría de la gente tampoco. En todas partes cuecen habas. Ay, ya me he enrollado demasiado. Lo dejo y más vale que no escriba más. Creo que ha quedado claro lo que pienso.
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