Cómo transmitir valores a los niños
Valores para la educación de los niñosLos valores deben estar presentes en la edicación de los niños, sobre todo a través del ejemplo de los padres, por eso debemos saber cómo transmitírselos.
Consejos para educar en valores a los niños
P. ¿Qué son los valores?
R. Una cualidad de las cosas, las personas, las
situaciones o los comportamientos que los hacen deseables o indeseables,
agradables o dolorosos, atractivos o repulsivos, interesantes o aburridos. Los sentimientos nos ponen en relación con ellos.
P. Entonces ¿hay muchas clases de valores?
R. Desde luego. Hay valores alimentarios, económicos,
deportivos, estéticos
Los valores éticos son tan solo un tipo de
valor, aunque de excepcional importancia. Son aquellos que debemos
realizar o evitar con nuestro comportamiento y, en algunos casos,
proteger con las leyes.
P. ¿Se transmiten, se enseñan los valores?
R. Claro. Desde la cuna educamos afectivamente al
niño para que se sienta atraído por unos valores y repelido por otros.
Queremos que el niño sea valiente, seguro de sí mismo, respetuoso con
los demás. Que no sea envidioso ni violento ni perezoso
Todas esas
cosas son valores.
P. Además de los valores, ¿qué otros conceptos son esenciales?
R. La educación afectiva es solo un primer paso. En segundo lugar, hay que introducir desde muy pequeño en el niño el concepto de deber.
P. ¿No pueden ser perjudiciales para el niño esas imposiciones?
R. No. Los grandes educadores saben que el niño
necesita una cierta disciplina para no sentirse perdido. Lo que ocurre
es que los padres tienen que saber distinguir las cosas importantes de
las accesorias.
P. ¿Qué valores son imprescindibles para vivir?
R. Todos aquellos cuya realización satisface alguna
de las profundas necesidades humanas. Necesitamos ser queridos, estar
rodeados de un ambiente de confianza y respeto, vivir en paz y sentirnos
útiles apoyados por una red de afecto y de colaboración.
P. ¿Qué diferencia hay entre valores y buenos sentimientos?
R. Los buenos sentimientos permiten sintonizar mejor
con los valores. Por ejemplo, es más fácil ayudar a una persona a la que
compadezco, o respetar a quien admiro. El odio, la envidia, el
desinterés hacen mucho más difícil el buen comportamiento.
P. ¿Sabemos los padres qué queremos transmitir a los hijos?
R. Casi siempre sabemos con mayor claridad lo que no
queremos que lo que queremos. No queremos que sean desdichados, que
pasen dificultades económicas, que fracasen, que pasen miedo, que tengan
problemas familiares. Tampoco queremos que sean sinvergüenzas o malas personas.
La dificultad está en saber cómo podemos colaborar a
que tan vagos deseos se realicen. Lo más fácil es fijarse en aspectos
exteriores, como tener un buen trabajo o ganar dinero. Esto es
necesario, pero insuficiente. Tenemos que procurar que vayan adquiriendo
un modo de pensar, de sentir y de comportarse que les permita disfrutar
de las cosas buenas, mantener relaciones agradables y estimulantes con
los demás, colaborar con otros, evitar los miedos excesivos, controlar
la agresividad, ser eficaz en el trabajo.
P. ¿Qué papel desempeña la autoridad de los padres?
R. Hay muchos padres que tienen miedo de imponerse a
sus hijos. Es un miedo injustificado, porque los hijos necesitan puntos
fijos de referencia, y la autoridad es necesaria para su estabilidad
psicológica, con tal de que vaya acompañada de cariño.
Generalizando mucho, podríamos establecer las
siguientes ecuaciones: Padres cálidos + restrictivos = niños positivos.
Padres cálidos + permisivos = niños positivos, pero desobedientes.
Padres hostiles + restrictivos = niños asociales, tímidos y
autoagresivos. Padres hostiles + permisivos = niños desobedientes,
agresivos, delincuentes. Vuelvo a decir que es una descripción
orientativa, porque los seres humanos somos demasiado complicados para
poder predecir con exactitud cualquier resultado.
P. ¿Qué les diría a los padres con niños de unos diez años?
R. En este momento hay que tranquilizar a muchos
padres, demasiado preocupados por saber si lo están haciendo bien.
Tienen que recuperar el sentido común. Los niños necesitan ternura y firmeza ,tiempo y palabras, confiar y saber que sus padres están de su parte.
Dejarles que ellos peleen sus propias batallas, pero
hacerles sentir un gran apoyo afectivo. No meter a los niños en peleas
matrimoniales. Y limitar su horario de televisión y de ordenador. Los
niños necesitan jugar con otros niños.
P. ¿Y a los padres de hijos adolescentes?
R. La adolescencia provoca con frecuencia situaciones
conflictivas entre padres e hijos, por lo que conviene dar algunos
consejos a los padres:
1. Acepte que la adolescencia es el momento en que el
niño se separa de sus padres, pero recuerde también que no desea ser
abandonado, es decir, que lo que quiere en el fondo es una libertad
protegida.
2. Comprenda los problemas de su hijo adolescente, aunque a usted le parezcan ridículos.
3. Ayude a que su hijo esté integrado en una red de
protección, por ejemplo conociendo a sus amigos, o a los padres de sus
amigos, fomentando los lazos con la escuela, con grupos vecinales o con
organizaciones deportivas o de ayuda.
4. Aliene las decisiones independientes, manteniendo
con firmeza los límites de lo permitido. Hay muchas equivocaciones que
no producen daño y que pueden servir para que aprendan. Por desgracia
las equivocaciones de uno no sirven para otro.
P. ¿Y qué visión tienen de los valores morales?
R. Es difícil simplificar, porque hay un gran sector
de la juventud muy insolidario y egocéntrico, mientras que otra parte
colabora con Organizaciones No Gubernamentales. Lo que parece ser común a
todos es la falta de interés por la política, de la que suelen
desconfiar.
José Antonio Marina
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