Una vez, por esos avatares de la vida, me encontré a solas en el cementerio de Palma en una sala con el ataúd de mi cuñado. A mí los muertos y su folklore no me asustan, y como no soy miedosa, yo estaba quietecit
a en una silla con el ataúd de un miembro político de mi familia dentro. Yo lo miraba y pensaba en el cadáver y su vida.
Y de pronto, ví, en el lacado que había encima de la pintura marrón unas rayas que iban de parte a parte, señal inequívoca de que aquel chisme mortuorio se había metido ya antes en un nicho y luego sacado. ¿Parta qué?.Para revenderlo. ¿A quién?. No lo sé. Pero seguro que allí había un comercio de féretros.
-Joder, joder, joder... esto no me lo esperaba...
Pero cuando llegaron los demás callé y nadie dijo ni pío..
a en una silla con el ataúd de un miembro político de mi familia dentro. Yo lo miraba y pensaba en el cadáver y su vida.
Y de pronto, ví, en el lacado que había encima de la pintura marrón unas rayas que iban de parte a parte, señal inequívoca de que aquel chisme mortuorio se había metido ya antes en un nicho y luego sacado. ¿Parta qué?.Para revenderlo. ¿A quién?. No lo sé. Pero seguro que allí había un comercio de féretros.
-Joder, joder, joder... esto no me lo esperaba...
Pero cuando llegaron los demás callé y nadie dijo ni pío..
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