EL YIHADISMO Y MI PRIMA
grosske | 01 Desembre, 2015 19:42
Una prima mía ha tenido pesadillas en las que sus nietos, que viven en el extranjero, son víctimas de un atentado. Está asustada y, como le pasa a las personas asustadas, todo bombardeo le parece poco. Intenté explicarle que esto no era la solución pero sin demasiado éxito. Convinimos en que escribiría algo sobre este tema y en éstas estoy
Quince días después de los atentados de Paris, vi. un noticiario de France2 que dura exactamente 30 minutos y que excluye, todo hay que decirlo, los deportes y el tiempo. Los temas tratados fueron los siguientes: terrorismo (20 minutos), las peripecias judiciales de Benzema y un concierto que Adele va a dar en París (6 minutos) y, para acabar , vuelta al homenaje en los "Invalides" a las víctimas de los atentados...Pensé que lo raro era no estar asustado.
Por otra parte, es un hecho objetivo que, provocándole pesadillas a mi prima, todo el mundo gana: ganan los terroristas al convertirse en el centro de la política mundial; gana la prensa al ver como su audiencia se dispara; ganan popularidad los gobiernos al liderar el "obligado" consenso frente a la amenaza exterior; ganan las opciones conservadoras; ganan los fabricantes de armas; pierden las libertades públicas; pierden terreno las preocupaciones sociales y pierden las opciones pacifistas que, de pronto, parecen cosa de sonados irresponsables cuando no de personas poco sensibles ante los atentados terroristas.
Está claro que la inmensa mayoría sentimos indignación y náuseas ante el asesinato indiscriminado de personas inocentes, los degollamientos públicos con fines propagandísticos, el totalitarismo religioso y la destrucción del patrimonio histórico y artístico. Muchos tenemos la convicción, en suma, de que los yihadistas encarnan una buena parte de lo peor de la humanidad. Por eso, es fácil llegar a la conclusión de que bombardear y acabar cuanto antes con estos desalmados es lo mejor que se puede hacer.
Y sin embargo, como diría Galileo, y sin embargo... estar viendo durante 14 años que esta política es un absoluto fracaso debería hacernos reflexionar.
Desde los atentados del 11 de septiembre del 2001, por no irnos más atrás, los países de la OTAN hemos bombardeado e invadido Afganistán colocando un gobierno de confianza que, sin embargo, sólo ha conseguido controlar una pequeña parte del país; hemos bombardeado e invadido Irak colocando un gobierno de confianza que tampoco controla la mayoría del territorio y que no es capaz de impedir que Bagdag conozca atentados como el de Paris varias veces al mes; hemos bombardeado y destruido el Estado libio sin conseguir siquiera la constitución de un gobierno digno de tal nombre y sumiendo a la ciudadanía de este país en el caos y la indefensión; hemos alentado una guerra civil en Siria cuya duración pronto duplicará la de la guerra civil española y que aún no tiene visos de acabar… ¿Cuál ha sido el resultado de tal política catorce años después?: generar una catástrofe humanitaria indescriptible, provocar la huida de millones de refugiados, reforzar al yihadismo radical y colocarnos en una situación igual o peor que la anterior en términos de seguridad interior.
Para que los responsables de este fracaso estrepitoso consigan mantener la misma política sin tener demasiada oposición interna sólo tienen dos maneras: hacernos vivir de espaldas a la realidad de lo que allí sucede (lo más cómodo y lo más frecuente) o, cuando esto es imposible, sacar del cajón el discurso de que estamos en una guerra, explotar nuestro miedo (la emoción más poderosa) y conseguir así el mágico efecto que ya denunció en 1914 el político norteamericano Hiram Warren Johnson: "cuando una guerra estalla, la primera víctima es siempre la verdad".
El pacifismo no significa reaccionar con una pasividad beata frente a las agresiones de que seamos objeto o frente a las agresiones que padezcan terceros : tenemos derecho a defendernos y tenemos el derecho, y el deber, de defender a quien es agredido injustamente. Pero en esta última palabra, “injustamente” está la clave de todo.
Decía Ramón Llull que “Justitia procurat pacem” y a los países occidentales, cuando intervenimos en Oriente Medio o en el norte de Africa, no nos mueve la justicia: nos mueve lo mismo que nos ha movido desde la época colonial : el control de la zona y el provecho económico que este control nos reporta.
Por eso financiamos y vendimos armas a los talibanes de Afganistan cuando se enfrentaban con los rusos; por eso vendimos armas a Sadam Hussein cuando estaba en guerra con Jomeini; por eso apoyamos dictaduras como la del Sha de Persia y seguimos apoyando dictaduras como las de Arabia Saudí; por eso creamos en Palestina un Estado como el de Israel que nos sirviera de cabeza de puente en la zona y por eso no hacemos nada serio para evitar que el pueblo Palestino sea sometido cotidianamente a la miseria y la represión.
Resumiendo mucho, nosotros no buscamos la justicia, buscamos el control, aunque sea parcial, de los recursos petrolíferos, y, mientras esto sea tan evidente, mientras no cambiemos nuestra política en Oriente Medio y el Norte de Africa, ningún bombardeo o invasión impedirá el auge del yihadismo no sólo en los países afectados sino también entre miles de jóvenes nacidos y educados en Francia, Bélgica, Gran Bretaña o España
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