Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Neruda
Me da un poco de vergüenza escribir sobre esto, pero estoy tan triste y sola desde que mi compañero murió que pensaba -tonta de mí- que no me podía suceder nada peor.
He perdido la fe en Dios, que siempre me había acompañado y al que yo creía un amigo.
Cuando era pequeña crecí en un ambiente supercatólico, tanto en mi casa como en el horrible colegio en el que me inculcaron cosas que me hicieron sufrir mucho, haciéndome creer que estaba siempre en pecado mortal y al borde del infierno. Pero yo nunca fui una niña beata, y cuando dejé el colegio me sentí muy bien.
No voy a contar aquí mi vida, solo que crecí dominada por mi madre, que como todas las mujeres de la posguerra franquista era una obsesa sexual y que me decía barbaridades, que, por suerte no me creía. Luego encontré al que fue el hombre de mi vida, después de algunos fracasos, pero debo decir que los hombres siempre se portaron conmigo mucho mejor que las mujeres,demostrándome una ternura que ellas nunca tuvieron conmigo,y que esas sí se ensañaron, por envidia.
Como la Iglesia católica ya no me servía de nada, me convertí al Islam, sobre todo porque su doctrina era mucho más sencilla, sin dogmas absurdos y que ellos tenían, casi todos, una fe monolítica.Me fue muy bien. Mi madre ya había muerto y mi padre ni se inmutó. Era una persona adorable. El y Paco fueron los hombres de mi vida.
La muerte de mi marido fue lo más horrible que me ha pasado , y eso que ya había sufrido mucho por varias enfermedades que había tenido.
Los primeros días andaba como enloquecida, y oía su voz llamarme desde su habitación. También oía ruidos procedentes de ella y otras cosas. Yo nunca tuve miedo. No sé si eran alucinaciones auditivas o qué, pero a mí no me desagradaba. Pensaba que aun estaba allí.
Pero el 16 de agosto pasado estaba leyendo a Spinoza, y hablaba de cómo era su creencia en Dios. No era la primera vez que leía esas cosas, pues años antes había estudiado mucho el budismo, y su forma de entender a Dios, como un Creador de todo pero inmutable, era la misma..
Pero esta vez fue distinto. Yo creía en el Dios de Jesús (o Isa, un gran profeta para los musulmanes), ese que decía que El tenía contados todos los pelos de nuestra cabeza, y que cuando un pajarito moría, El se enteraba. O sea, un Dios personal, que me conocía con mi nombre y apellidos, y había sentido muchas veces su ayuda y su presencia.
Pero ahora todo se ha esfumado y no voy a decir lo que decía Unamuno, un filósofo desgraciado, al que las dudas reconcomían. Decía cosas como "Dios mío, ayuda a este pobre ateo"
Yo no quiero llegar hasta ese punto, aunque a veces pienso cosas parecidas.
Ahora, además de la ausencia de un compañero tan querido, tengo la ausencia de otro amigo más poderoso.
Creo que todo sucede por algo, pero ahora estoy en una noche oscura.
1 comentario:
Ya volvió.
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