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Pieles NO

sábado, 9 de julio de 2022

Anécdotas de Demóstenes y Zenón


El célebre filósofo Zenón de Cízio, que vivió en Grecia en el siglo III a, de J.C., instaló su escuela bajo los pórticos de Atenas. Zenón además de otras muchas bellas cosas, enseñaba que cada uno de nosotros está sujeto a un propio destino, fatal e insalvable, contra el que es completa mente inútil luchar.

- ¡Ah! ¿Sí? - pensó entonces uno de aquellos discípulos - De modo que es inútil resistir a las tentaciones. Pues cederé a la tentación de robar a Zenón.

Así lo hizo, y el maestro, reprendiéndole, le preguntó:

- ¿Por qué me has robado?

- No es culpa mía, maestro - replicó el ladrón, sino de mi destino, que ordenó que yo robase.

- Eso es cierto - repuso Zenón-; pero, ¿no sabes que tras el destino de robar hay otro destino?

- ¿Qué destino es ése?

- El de ser apaleado.

Y dicho esto, hizo que le diesen un saco y una cesta y que saliese de los pórticos.

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En su propia escuela, bajo los pórticos de Atenas, Zenón exigía absoluto silencio de sus discípulos, y razonaba la exigencia en estos términos:

- Puesto que tenemos dos oídos y una sola boca, debemos, por lo menos, escuchar doble de lo que hablamos.

Zenón de Citio


Demóstenes pasó a la historia como el más grande de los oradores griegos. Eso, de por sí, es suficiente mérito. Sin embargo, lo verdaderamente sorprendente de su historia es todo lo que tuvo que hacer para alcanzar la gloria. La suya es una de las historias más edificantes de los grandes personajes. Demóstenes tenía varios defectos físicos que tuvo que superar. Su salud era muy frágil y constantemente estaba enfermo. Pero lo más grave es que padecía de tartamudez. Esto, por supuesto, era un obstáculo gigantesco para convertirse en una figura pública, como él lo deseaba. Sin embargo, con perseverancia y de trabajo, finalmente encontró la manera de que su voz y su pensamiento se reconocieran. “Demóstenes, cuánto talento tuvo, recibido de la naturaleza y acrecentado con el ejercicio, todo lo empleó en la oratoria, llegando a exceder en energía y vehemencia a todos los que compitieron con él en la tribuna y en el foro”.

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