pieles no
viernes, 20 de enero de 2012
Fantasmas familiares
Esto que voy a escribir me parece que ya lo puse,pero como siempre recuerdo algo nuevo, lo pongo otra vez. Y es que mi familia ha estado siempre bastante servida de fantasmas varios, tanto de parte de madre como de padre. Estamos acostumbrados y los toleramos. En las fotos de fantasmas que he sacado de Internet -yo tenía unas mías propias, pero se me perdieron, ni que se las hubieran llevado los fantasmas- se ve que el supuesto ser es como una fuente de energía, una luminosidad. Pues cuando mi madre murió vinieron desde Sevilla mi tía Paca y mi prima Pilar para dar el pésame a mi padre. Este, poco estusiasta de este tipo de efusiones, cuando las vió las mandó a tomar viento, y entonces Paco y yo las llevamos a dar unas vueltecitas turísticas por Mallorca, y a visitar Palma. Yo, siguiendo mi inveterada costumbre, hice montones de fotos, y cuando las hice revelar (entonces todavía había que llevarlas a eso)me quedé defraudada y fastidiada al ver que en todas ellas había una mancha luminosa alargada. Al principio pensé que habría entrado luz en el carrete, pero no, porque había otras fotos hechas antes de la salida con mis parientas que estaban perfectamente. Saqué la conclusión que era mi madre, que, despistada como muchos muertos recientes, no se había dado cuenta de que ya no pertenecía al mundo de los vivos, y se había apuntado a las excursiones. Yo recuerdo que se las enseñé al dueño de la tienda de fotografía y se puso muy nervioso, histérico, diría yo. Me marché corriendo con las fotos aterradoras, que a mí no me aterraban nada, puesto que este tipo de manifestaciones me encanta. Cuando estuve en el Perú les conté muchas cosas a unos chamanes muy simpáticos y me tomaron totalmente en serio, y me convidaron a quedarme allí para convertirme en una buena chamana, pero yo tenía que volver a casa. Penita que me dió...
Pues ya conté en otra ocasión que de pequeña pasaba mucho miedo porque veía una lucecita en la completa oscuridad del dormitorio, y gracias a que dormía en la cama de mi abuela, que era grande y me apretaba contra su espalda, podía dormir sin morirme de miedo. Cuando fuí mocita seguí durmiendo en la misma habitación, pero la condenada lucecita ya se había ido. Yo dormía entonces en lo que antes se llamaba una cama camera, es decir, que era mayor que una individual pero no tan grande como la de mi abuela, que era de matrimonio. Yo ya entonces estaba muy avezada a las cosas raras que pasaban en mi entorno y les había perdido el miedo a los fantasmas y a las manifestaciones paranormales. Menos mal, porque cuando dormía ahí, y estaba todo oscuro, notaba como si rascasen con las uñas por detrás de la cabecera de madera de la cama. De día miré si había algo, pero no. Tampoco teníamos ratas ni nada que pudiera producir los ruiditos. Pero a mí no me importó. Me dije que ya podían rascar, golpear o bailar claqué en el tabique, que, mientras me dejasen dormir, yo les dejaba hacer lo que les viniera en gana.
Cosas como éstas, tengo como para escribir un libro.
Tengo un primo en Sevilla,de mi misma edad, que cuando trabajaba en la TV de Andalucía a veces tenía que ir a una casita de madera que estaba en la playa de Mazagón y pasar la noche alli para controlar no sé qué que había de la señal de TV. A éste le pasaba que, cuando se hacía de noche, llamaban a la puerta de la caseta:
-¡¡PAM,PAM!!
Abría y no había nadie. Daba la vuelta a la caseta, y tampoco. Aquello entonces era un desierto, no había nada construído ni tampoco árboles o matas donde se pudiera ocultar alguien.Y salía tan deprisa que aunque hubiera sido posible, lo habría visto. Dejó de hacer caso. Su mujer no se lo acababa de creer, y una noche se la llevó. Cuando empezaron los golpes salieron los dos, y no había nadie. Entonces ya le creyó.
A mí esto de los golpes me hubiera hecho hasta gracia, pero lo que me hubiera asustado de verdad es lo que le pasaba cuando se acostaba. ¡Madre mía!. Cuando estaba echado en la cama y con la luz apagada, notaba que la cama se inclinaba de una esquina, como cuando se sienta alguien. Encendía la luz pero claro, ná de ná. Pero mi primo, que es más valiente que el Guerra, se dormía sin hacer más caso. Y es que los fantasmas asustan, pero no suelen hacer nada malo. Lo mejor es no hacerles caso.
El otro día estaba oyendo la COPE, que es una emisora de radio de la Conferencia Episcopal, y más facha que nadie, pero cuando no hablan de política a veces resulta divertida. Hablaba un párroco, y contaba que cuando era joven y empezaba en la parroquia una vez una feligresa le llamó, que por favor viniera.La conversación fué más o menos así:
-Padre, por favor, necesito que venga a mi casa, estoy asustada.
-¿Qué te pasa, hija mía?-dijo el buen curita.
-Pues que tengo un poltergeist.
-¡¡¡¿¿¿COOOOMOOOO???!!!!-¿pero tú sabes qué es eso???
-Claro, padre.
-Y y y..¿qué quieres que yo le haga?- dijo el pater, más asustado que su feligresa.
-Pues que me lo quite.
Entonces al cura llamó a otro, amigo suyo, y también jovencillo.
-Oye, tendrías que venir conmigo.
Y le explicó la situación. El otro cedió a regañadientes. Cuando fueron a casa de la señora llamaron por el interfono.
-Señora- dijo el párroco, tembloroso. -Que somos los cazafantasmas...
-¡Ah, sí, !. Ahora abro...
Les abrió, y contaba el pobre hombre por la radio que entraron en la casa aterrados, y como iban provistos de agua bendita que llevaban en botellas, empezaron a regar toda la casa, al tiempo que invocaban a Satanás ordenándole que se marchase. Satanás o el espíritu del marido. Porque por lo visto lo que ocurría era que la viuda tenía un gran retrato del finado, que cada día se caía con estrépito al suelo, y empezaban a bambolearse todos los chismes de la estancia.
Cuando estaban en pleno exorcismo, oyeron unas carcajadas diabólicas, y los dos curas casi se mean del susto.
-¿¡¡Qué es esto???¿¿Que pasa???
Pensaron que allí había una legión de diablos armando gresca, como en El Exorcista y otras afines.
-Nada, dijo la mujer, menos asustada que ellos. -Esos son los vecinos de arriba, que cuando se reúne toda la familia a cemar hacen un ruido terrible, y a veces hasta se emborrachan.
Los curas terminaron su exorcismo y se fueron, nunca mejor dicho, como alma que lleva el diablo, camino de su tranquila parroquia. Nunca supieron si su chapucero exorscismo había dado resultado o no, pero seguramente sí, ya que la señora no volvió a quejarse de presencias fantasmales.
Yo tengo un duende, trasno (como dicen los gallegos)o fantasmita de plantilla en casa, y cuando nos hemos mudado de domicilio,el se viene conmigo siempre, pero ya nos conocemos de antiguo. El fue el que hizo desaparecer las colchas de mi suegra (ya lo puse en otro post, pero lo repetiré para los despistados) y mil cosas más. Tal ver fuera la lucecita de mi niñez, o el rascador de cabeceras de cama. Qui lo sá.
Mi madre, poco antes de morir, me dijo que me tenía que contar una cosa que había visto por la noche en la habitación de la clínica donde la cascó, pero se murio antes. Qué lástima. Me dijo "que era una de esas cosas que tanto me gustaban". Igual vió a la Santa Compaña. En mi familia, cuando nos morimos, a veces la vemos. Y es que yo tengo sangre gallega e irlandesa, dos pueblos celtas, y ya se sabe que los celtas son muy dados a ver fantasmas.
Que razón tienen los gallegos cuando dicen aquello de: "Yo no creo en las meigas, pero haberlas haylas..."
Vaya si las hay. Y repito, me han pasado tantas cosas de este tipo, que podría llenar un libro de regulares proporciones. Y sin mentir en una palabra...
Ahí queda eso. Yo, repito, nunca miento, ni al hablar ni al escribir. En este blog, por lo tanto, no he mentido nada. Que cada cual saque sus conclusiones.
Otro día os contaré cuando me dió por comunicarme con los difuntos mediante la escritura automática, y como me fué. Mal, claro. No se lo recomiendo a nadie. No hagáis espiritismo, ni nada parecido. Es peligroso. Hablo en serio.
Basta por hoy.
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