No es sorprendente que los aceites utilizados para conservar la humedad de la piel e impedir su desecación surgieran en los climas desérticos, calurosos y secos del Oriente Próximo . Más de 2.000 años antes de que se inventara el jabón, estos hidratantes servían también para limpiar el cuerpo y eliminar impurezas... tal como el coldcream elimina el maquillaje.
Los aceites suavizantes de la piel se aromatizaban con incienso, mirra, tomillo y mejorana, y también con esencias de frutas y frutos secos, especialmente las almendras en Egipto. Tablillas egipcias de arcilla que se han conservado desde 3.000 a.C. revelan formulaciones especiales para determinados problemas de belleza. La mujer con manchas en el cutis se trataba la cara con una mascarilla de bilis de buey, huevos de avestrtuz batidos, aceite de oliva, harina, sal marina, resina vegetal y leche fresca.
La que padecía la sequedad y las arrugas propias de la edad avanzada, dormía durante seis noches con una mascarilla a base de leche, incienso, cera, aceite de oliva, estiércol de gacela o de cocodrilo y hojas de enebro molidas.
En este terreno se ha cambiado poco a lo largo de los siglos. Un vistazo a cualquier revista femenina actual nos permite descubrir sugerencias tales como aplicarse rodajas de pepino para las manchas, bolsas humedecidas con infusión de te para los ojos cansados, y mascarillas de belleza a base de miel, aceite de germen de trigo, áloe y otras plantas cultivadas en el jardín.
En el mundo antiguo se creía que los genitales de los animales jóvenes ofrecían las mejores posibilidades para retrasar el envejecimiento y restablecer el vigor sexual.
Destacaba entonces entre las preparaciones más comunues en el Próximo Oriente una pasta corporal fabricada con partes iguales de falo de toro y vulva de ternera, debidamente secados y molidos. Esta preparación -tanto en su composición como en el énfasis que se ponía en la potencia que comunicaban los tejidos de animales jóvenes-, no es más extraña que ciertos tratamientos modernos para recuperar la juventud, como por ejemplo, las inyecciones de células de feto de ternera. Estas barbaridades las hacen en Suiza, el la clínica de La Prairie, que fabrican los cosméticos más caros del mundo.
Por cierto, el Papa Pio XII se sometió a uno de estos tratamientos, no sabemos sin con éxito.
Nuestra obsesión actual por la belleza y el vigor sexual en edades avanzadas, así como la creencia en que tales milagros pueden ser embotellados, tienen unas raíces tan antiguas como la historia escrita...y probablemente se remontan a épocas todavía más remotas.
Entre las numerosas fórmulas cos méticas de la antigüedad, una de ellas, el coldcream, nos ha llegado a lo largo de los siglos con muy escasa variación.
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