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Pieles NO

domingo, 7 de agosto de 2016

La muerte de la esperanza

A veces hablo con amig@s de mis quintas y siempre acabo diciéndoles lo mismo: Que estoy contenta de ya no ser joven , pues moriré antes de ver el fin de la Naturaleza en nuestro planeta.
Hay un dicho : "Ningún animal ensucia el lugar donde duerme".
Por eso a veces me da por pensar que el hombre vino de otro planeta, y que los verdaderos terrícolas son los animales. Porque el género humano ha destrozado, desde que ha podido, sistemáticamente este planeta azul al que tanto amaba Rodríguez de la Fuente y todos los verdaderos ecologistas. Las poblaciones de tigres disminuyen con rapidez, pues los chinos los cazan para hacer estúpidos ungüentos; lo mismo los japoneses con la pesca de las ballenas y los atunes, y los pobres osos polares a veces tienen que conformarse con una especie de cubito de hielo para pisar algo firme. Y así podría seguir sin parar.


















A mí esto me duele mucho.  Me dejaría hacer pedazos para que todo volviese como antes de la revolución industrial. Yo no soy más que una hormiguita a la que un día alguien o algo pisará..
 Y la cosa del clima y el destrozo del mundo vivo -La Amazonia, los bosques, los ríos, el mar lleno de basura, etc.- ya no tiene remedio. Por muchas cumbres del clima que hagan -que para mí solo van para comer bien y alojarse en hoteles de lujo- ya no hay marcha atrás. Y ellos lo saben. Hace 50  años  quizás sí. Pero ahora los que gobiernan el mundo, que no son precisamente los Presidentes de los países, sean el Club Bilderberg, los  capitalistas, los grandes empresarios,los chinos, los fabricantes de armas, los traficantes de drogas o el sursum corda, éstos, que son los que realmente ostentan el verdadero poder, a esos, que el mundo se vaya al carajo les importa una mierda.... El que venga detrás que arree, es su filosofía. Y eso que esa gentuza tiene hijos, pero también les debe dar igual.
Esos son el verdadero enemigo.
A mí me gustaría que la raza humana se extinguiese y la selva invasora acabase con todas las construcciones del hombre, que las carreteras desapareciesen, rotas por las raíces de los grandes árboles. Que se multiplicasen todas las especies en extinción, y el mundo volviera a ser como cuando el principio de los tiempos, limpio y puro.
Si hay un Dios, desconozco, pobre de mí, lo que opina de este desastre , pero como a Dios no hay quien le entienda, solo nos queda la esperanza de que haya un Paraíso lleno de tigres, con los que yo pueda jugar como una niña, árboles y ríos sin contaminar, animales no amenazados por sádicos cazadores. Vaya, el Paraíso como me gustaria a mí.
Los humanos, como son tontos, ahora van a emprender una estúpida carrera hacia Marte, diciendo que como el planeta Tierra está tan mal, tienen que empezar a buscar otro, para, a su vez llenarlo de su mierda.
 Pero Marte no es la luna, gracias a Dios.
Han estropeado el planeta más maravilloso del Universo  como, cuando un niño con un juguete que ha roto llora para que le den uno nuevo, para volverlo a estropear. Pero esta vez, con Marte, será más duro.
 Gracias a Dios, el Clemente, el Misericordioso, el Piadoso, yo no lo veré.

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