pieles no

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Pieles NO

sábado, 12 de noviembre de 2011

13 rosas rojas






Es ya una vieja historia, pero como tengo una buena amiga, cuyo único defecto es ser de la ultraderecha y hay muchas cosas que ignora, y pienso que también muchas otras personas de la misma ideología están in albis de este tema,(y yo no soy de l@s que piensan que todos los fachas son unos hijos de su madre, por decirlo de una manera fina)tema éste que durante el régimen franquista era tabú, yo me decido ahora a escribirlo, -malamente-, aquí en mi blog.
Es el caso de trece chicas fusiladas en 1939 contra la tapia de un cementerio de Madrid simplemente por ser “rojas”, siete de ellas, menores de edad. Sus nombres quedan hoy tatuados definitivamente en la Historia gracias a ‘Trece rosas rojas’, libro de Carlos Fonseca. Que, desde luego, ni mi amiga ni mis padres ni nadie de la derecha ha leído jamás, ni les interesaba.
Carmen Barrero Aguado, Martina Barroso García, Blanca Brissac Vázquez, Pilar Bueno Ibáñez, Julia Conesa Conesa, Adelina García Casillas, Elena Gil Olaya, Virtudes González García, Ana López Gallego, Joaquina López Laffite, Dionisia Manzanero Salas, Victoria Muñoz García y Luisa Rodríguez de la Fuente. Son las trece rosas que el 5 de agosto de 1939 murieron fusiladas.No eran ni milicianas, ni habían cometido delito alguno de sangre.
A pesar de que la resistencia republicana se encontraba prácticamente aniquilada, algunos grupos que no habían podido, o no había querido exiliarse, organizaron su última lucha en Madrid. Los golpistas, por su parte, iniciaron el asentamiento final mediante una selectiva serie de asesinatos y torturas. Entre los múltiples detenidos se encontraban ellas.
El dramatismo de esta situación se palpa especialmente en las cartas que las protagonistas enviaron desde prisión, y del testimonio de personajes que compartieron la tragedia con algunas de las protagonistas.
Es el caso de María del Carmen Cuesta, octogenaria y superviviente, que da su estremecedor testimonio para dar idea del calvario por el que muchos presos pasaron antes de ser fusilados: “Yo tenía 15 años cuando me detuvieron pero era valiente. Me llevaron junto a otras compañeras, entre las que estaba Virtudes, a la comisaría de Jorge Juan, donde estuvimos 10 ó 15 días. Nos interrogaban de madrugada para que no pudiésemos conciliar el sueño, y a los tres o cuatro días de estar allí empezamos a oír gritos estremecedores, espantosos, de compañeras que pasaban por los baños de agua fría, por las anillas eléctricas ».
Fueron violadas y torturadas de las maneras más sádicas. Había unas 30 chicas en una celda para dos personas, y tenían que acostarse por turnos en el suelo para poder dormir.Después de la primera prisión estuvieron encerradas en este sitio tan horrible.No tenían agua para lavarse. Solo un vaso al día para beber. La comida consistía en legumbres llenas de gusanos, y muchas enfermaron. No tenían paños higiénicos para los días de la menstruación. El water estaba hasta arriba de mierda,fuera de la celda y no lo limpiaba nadie nunca.Tenían piojos, chinches,diarrea y enfermedades de la piel.
Las trece mujeres vivieron este trato hasta la madrugada del 5 de agosto, cuando fueron recogidas por un camión para ser llevadas hasta el paredón de la muerte. Fueron condenadas a la pena máxima por un Consejo de Guerra, acusadas por un delito de “adhesión a la rebelión”.
Una de ellas, Julia Conesa Conesa, tuvo tiempo sin embargo, de escribir una carta a su familia, el que sería su último mensaje: “ Madre, hermanos, con todo el cariño y entusiasmo os pido que no me lloréis nadie. Salgo sin llorar. Me matan inocente, pero muero como debe morir una inocente. Madre, madrecita, me voy a reunir con mi hermana y papá al otro mundo, pero ten presente que muero por persona honrada. Adiós, madre querida, adiós para siempre. Tu hija, que ya jamás te podrá besar ni abrazar”. Una carta que Julia concluye pidiendo un último deseo: “Que mi nombre no se borre en la historia”.
Y no se ha borrado, vive Dios. La historia de Las Trece Rosas Rojas ha sido llevada al cine, se ha hecho un libro de gran éxito y se conoce en toda España e Iberoamérica. Eso, si no se ha traducido a otros idiomas, detalle que desconozco.
Espero que mi amiga y gente así, que se atreve incluso a burlarse de estas chicas tan valientes,abra un poco su mente, si es que puede, e intente comprender el hecho de que haya tanta gente de izquierda que quiere que se haga lo que no se hizo cuando murió Paquito el de la voz de Pito (Franco).No ya una revancha, porque los torturadores ya murieron tranquilamente en sus camas, sino un reconocimiento de las barbaridades que se hicieron en aquella guerra fratricida.
Por cierto, las celadoras de la cárcel de Madrid donde estaban las trece chicas de este relato eran de la Institución Teresiana, colegio al que tuve la desgracia de ir durante 10 años, años perdidos aguantando a aquellas sádicas. A mí siempore me había extrañado de que Franco mandase allí a sus nietas, en vez de al Sagrado Corazón, las Damas Negras u otro colegio de postín, pero es que estaba agradecido, el hombre...

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