Cuando era niña, para mi desgracia, iba a Las Teresianas,(Ahora Pedro Poveda) donde estuve diez eternos años y cursé el Bachillerato con tan buenas notas que nunca me pudieron reñir ni reprochar nada. Pero como no estaba a gusto, me dedicaba a la resistencia pasiva, que consistía en “estar siempre en la luna”. Si yo hubiese atendido a la teresiana de turno.no hubiera tenido que estudiarme apenas las lecciones en casa. Pero como me sentía tan desplazada como un pulpo en un garaje, dejaba volar mi siempre desbordada imaginación por praderas que no se parecian en nada a las enseñanzas de aquellas amargadas señoritas.
Cuando escuchaba,era en una hora semanal llamada “Buenas noches”, en la que la Vicedirectora Señorita Jiménez hacía como que se ponía a nuestra altura y cada una podía decir lo que se le ocurría, pero sin salirse nunca de lo políticamente correcto. O sea, que yo preferia callar, porque si hubiera dicho lo que realmente pensaba no me hubiera ido nada bien.
Todas mis compañeras siempre pedían que les contase cosas “de la guerra”.
La Srta. Jiménez era alta, desgarbada , de cabeza apepinada y grandes dientes, que hacían que cuando sonriese su cara se pareciese a un clavicordio, o mejor aún, dada su altura, a una jirafa risueña.
La Srta. Jiménez decía:
-¿De qué queréis que hablemos hoy?
.¡¡¡De la guerra, de la guerra!!!- clamaban a coro todas mis compañeras.
Entonces la Jiménez se nos ponía a contar sangrientas y truculentas historias de curas fusilados por las hordas rojas, monjas ultrajadas por los sanguinarios milicianos e iglesias ardiendo por obra y gracia de los anarquistas de la CNT-FAI.
A mí todas estas historias, que habían ocurrido hacía poco, por entonces, me gustaban muchísimo, pero me pasaba como en las pelis de indios, que siempre yo estaba de parte de éstos, pues cuando yo era chica todos los indios del cine eran malísimos.Sin embargo, los cow-boys y los soldados azules me resultaban odiosos cuando se ponían a matar indios. Y respecto a los curas fusilados, me parecía que se habían quedado cortos, pues España estaba entonces llena de curas y monjas, y no comprendía de donde habían salido tantos, Dios mío. Peores que la plaga de la langosta. Y yo en el cole los tenia que aguantar.
Pues con los rojos y la clericalla me pasaba exactamente lo mismo, yo siempre iba de parte de los malos oficiales. No sé por qué, yo tenía dentro de mí genes anarquistas, que no entiendo de donde había sacado, pues mis padres eran los dos de derechas de toda la vida. Pero mis abuelos no, ésos,los dos, eran rojos y de izquierdas. Yo tengo la teoría, que es un convencimiento empírico, de que uno sale más a sus abuelos que a sus padres. Y por lo visto, en mi familia había una generación facha y otro rojilla, así, alternándose como los cuadrados de un tablero de ajedrez. Menos mal que no he tenido hijos, porque si me salen de derechas igual los mato. ¡Qué desgracia para mí, Madre del Amor Hermoso!...
Mi padre era un tipo curioso. Había hecho la guerra con los franquistas en Falange, pero su forma de hablar no era de un facha. Quizás en sus acciones sí, pero en sus reflexiones no. Mi padre siempre será un arcano para mí.
Recuerdo una vez que yo, siendo pequeña, estaba hablando –ya no recuerdo por qué, pero es que la propaganda anti-rojerío era tan potente que a veces repetía lo que oía sin pensar- pues estaba yo diciendo no sé que barbaridades sobre los republicanos perdedores de la guerra, y mi padre va y me dice:
-Oye, niña,¿ pero tú te crees que los comunistas tienen cuernos y rabo? . Son personas normales.
No lo he olvidado. De un señor que se hizo falangista precisamente el 18 de julio del 36 y luego ascendió rápidamente por sus acciones guerreras, no me pareció ni siquiera entonces una respuesta esperada. Yo era pequeña pero no tonta.
Una vez le pregunté, ya de mayor,por qué se había ido a la guerra con aquellos impresentables. Me contestó que él tenía entonces 18 años y muchas ganas de correr aventuras. En Sevilla, de donde era, no había otra opción. Estomeescandalizó bastante, pues yo para correr aventuras no me hubiera ido a disparar contra gente que no odiaba de nada. Pero bueno, Dios le haya perdonado. Siempre fue un padre excelente, y muy celosa estaba mi madre de ello. Cuando era el día del padre siempre le regalaba algo, generalmente una pipa o una novelita de guerra en inglés, a ser posible de evasiones. No sé por qué, pero mi padre se pirraba por las novelas de guerra yankis sobre todo si eran de evasiones. Mi madre se ponía muy celosa con estos regalos, y me decía que no tenía necesidad de hacerle regalos a mi padre para demostrarle que le quería, que ya lo sabía de sobra. Pero yo no le hacía ningún caso. Y cuando llegaba el Dia de la Madre, siempre decía en voz alta que aquello era una fiesta consumista, que era una cursilada, etc Para que rabiase. Como que ella me hacía rabiar mucho, me vengaba como podía.
Luego empecé a estudiar la lengua rusa con una profe que era una de los “niños de la guerra”, de esos que durante la guerra de España llevaron a Rusia, hijos de republicanos. La mayoría eran vascos, pero también los había valencianos y de otras partes del país.
Yo al principio quería estudiar el árabe, que me atraía mucho el mundo islámico, (tanto que hace años me hice musulmana, horrorizando con ello a mis amigas bienpensantes), pero en Mallorca era imposible. No como ahora, que está todo lleno de árabes. Y como no podía y una amiga mía había empezado con el ruso y a mí siempre me han atraído los idiomas poco corrientes (en el Bachillerato me merendé el griego en dos años), pues estudié el ruso. Mi amiga, al cabo de un año lo dejó, pero yo seguí, y hasta ahora. Estuve un mes en Moscú y Leningrado (ahora San Petersburgo otra vez)y allí hablaba con los rusos por los codos.Me lo pasé muy bien. Sobre esto ya escribí largo y tendido en mi blog.
Pues mi profe, que era comunista en la clandestinidad, me convirtió a sus creencias sociopolíticas, cosa que le costó poco, pues yo estaba más que predispuesta.
Cuando se lo dije a mi padre, se echó las manos a la cabeza, diciendo:
-¡Dios mío, qué cruz!¡Tener una hija marxista!!!
Pero yo notaba un pelín de orgullo en su voz, como diciendo, esta es mi hija, que ha salido aventurera como yo.
Mi madre nunca creyó que lo mío fuera en serio. Como ella era una cínica, que en la guerra se afilió a la CNT “para que no me molestaran”, y se disfrazó de proletaria, poniéndose la ropa más vieja que tenía y unas espardenyas (alpargatas catalanas de campesina) y se pasó toda la guerra así, mientras que su madre, mi abuela ,tenía escondidas en su casa a sus tres hermanas monjas, que aunque iban de paisano no podían salir a la calle porque se notaba a un kilómetro lo que eran…
Durante la guerra mi madre tuvo un novio piloto republicano. Murió al estrellarse su avión. Y luego encontró a mi padre, piloto franquista, y se casó con él. Todavía tendría que darle las gracias a Franco por sublevarse, porque si no, no nazco.
Recuerdo la primera vez que entré en el PC. Entonces no existía Izquierda Unida, de la que Carrillo siempre se burló, diciendo que era el Partido Comunista vestido de lagarterana. Lo que yo sí noté es que mientras que fuimos extraparlamentarios, allí éramos cuatro gatos, pero en cuanto tuvimos representación política, empezó a aparecer gente hasta de debajo de las piedras, que ocuparon los puestos de mando.
Como los comunistas nunca se han distinguido por estar unidos,excepto cuando hacen la revolución, que para eso sí que sirven, pero en tiempos de paz siempre están a la greña. , mientras estuve allí tuvimos varias escisiones y recuerdo que en la primera que viví, recién incorporada al Partido, había una gresca tan grande que volaban sillas desde el balcón del local hacia la calle, donde estaban los escindidos que gritaban como locos. Tuvo que venir la Policía a poner orden. Los comunistas son estupendos en la guerra, pero en la paz se dedican a tirarse los trastos a la cabeza y esta vez que digo en sentido literal.
Desde entonces me arrepentí de no haberme afiliado antes a un sitio que tantas emociones me proporcionaba.
La primera vez que asistí a una reunión alli dentro, recuerdo que la mesa estaba cubierta por un paño rojo, rojísimo, y en él estaba, en amarillo, la hoz y el martillo y las letras PCE. A mí casi me dio un patatús, porque en aquel momento me pareció que estaba traicionando a todos mis antepasados, pero ese sentimiento se me pasó enseguida y ya no me volví a sentir culpable nunca más.
Yo trabajaba por el Partido. Iba a pegar carteles pero nunca nos cogió la Policía, aunque siempre ibamos con el DNI encima. También metia propaganda en los buzones y hasta llegué a ser una “apparatchik”, pues durante bastante tiempo fui la encargada de organización y finanzas. Lo de organizar aquello se me dio muy bien, pues estaba hecho un caos, ni siquiera sabíamos los militantes con los que contábamos ni de qué pueblos eran. Yo lo ordené todo muy bien. Pero como eso de llevar la contabilidad siempre me ha sido negado, pues yo sólo sé que dos y dos son cuatro de oídas, tuve la inestimable ayuda del camarada Nicolás Aguilera, que era un águila para los números. Allí nunca robamos nada, ni un puto céntimo, aunque la verdad es que eramos muy pobres. De Madrid recibíamos algo, que venía de Moscú, pero yo doy fe de que lo administrábamos con una probidad que en nada se parecía a las marranadas que ahora hacen el PP y semejantes.
Una vez me preguntó una chica que trabajaba conmigo en Información y Turismo –en tiempo de Fraga- que cuánto me pagaba el Partido. Yo me quedé de una pieza, no me esperaba aquello, y le dije que, naturalmente, nada. Que era yo la que cada mes cotizaba para el PC. Me dijo:
-¡Tú eres tonta!
Jodeeeeeeeeeeerrr………
Y ya estoy harta de escribir. Podría seguir hasta hacer una novela, pero no inquietarse, que no lo pienso poner en práctica.
Tengo una amiga que es buena amiga aunque sea de derechas. Pero ella lo niega. ¿Por qué será que nadie de derechas quiere reconocer que lo es, en cambia, los rojetes estamos tan orgullosos de serlo?. Nunca lo entenderé. Pues como iba diciendo, mejor dicho escribiendo, esta amiga, si lee esto se sentirá aludida, y me echará un sermoncito o una indirecta, pues me dice, como mi madre, que soy una comunista de pacotilla. Solo porque me gustan las cosas buenas. Esto los fachaslo sacan siempre.Piensan que si dices que eres del PC o de IU,ya tienes que comer pan con cebolla,e ir vestida de arpillera.Lo que los comunistas, o como nos quieran llamar ahora, queremos, es que todo el mundo pueda vivir estupendamente, pero gastando un dinero ganado honradamente. Y eso es lo que he hecho yo siempre. Porque mi padre me enseñó que ser honrado –y valiente- era lo mejor que se podía ser en esta vida, y yo lo he puesto en práctica.
Se me ha podido acusar de muchas cosas, pero de ladrona y chanchullera jamás. No estoy de moda, vaya. ¡YUPI!
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