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Pieles NO

viernes, 9 de marzo de 2012

El trebuchet o catapulta


Hoy día, pensar en las batallas medievales nos parecen casi actos de bárbaros. Aquéllos momentos en que se enfrentaban cuerpo a cuerpo ejércitos enteros de ambos bandos, entremezclándose todos, unos con otros, mientras se repartían mandobles con aquellas inmensas espadas que nadie sabía ni como se podían levantar de lo que debían pesar… Y en los asedios a los antiguos castillos medievales no eran menos.

El trebuchet era el arma medieval más demoledora que existió. Un inmenso lanzapiedras que se usaba para derribar las fortalezas, y que se usaban con el mismo procedimiento que hoy día se usan las catapultas. Aquellos ingenios de guerra alcanzaban casi los 18 metros de altura y arrojaban objetos a una distancia de 275 metros.

Su uso se extendía no sólo a lanzar las piedras capaces de agujerear los muros de los castillos, sino que se llegaron a usar para lanzar las cabezas de los enemigos atrapados, animales muertos e incluso colmenas. Incluso durante una época de la Edad Media, se llegaron a usar para lanzar cadáveres de personas que habían muerto con la peste negra para infectar de ese modo a los que estaban dentro del castillo.

El trebuchet más grande del que hay noticia es el que mandó contruir Eduardo I de Inglaterra, quien lo usó en el asedio al castillo de Stirling, durante el transcurso de la rebelión escocesa de William Wallace (sí, el de Braveheart). Aquel trebuchet o fundíbulo también fue conocido con el nombre de Warwolf.



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