A veces me da por la poesía. Como cuanto escribí esto:
El día que me muera yo quisiera
hacerlo con los ojos bien abiertos
y todos mis sentidos bien despiertos
para pasar con lucidez a la otra acera.
Morir sin pena de la muerte
por haber vivido rectamente,
por haber sentido mi presente
a cada instante, contenta con mi suerte.
Llegar a vieja de mi misma satisfecha
sin sentir aquello que no pude hacer
ni arrepentirme de ninguna cosa hecha.
Disfruté cuanto pude, y ahí está.
Lo pasé mal, pero valió la pena
luchar por conseguir mi libertad.
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