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Pieles NO

viernes, 12 de julio de 2013

La lealtad


                                                               Mucha gente, cuando se entera de que soy comunista y musulmana, piensa mal de mí.

Me juzgan equivocadamente, creyendo que soy una excéntrica o una caradura, que hace esas cosas para transgredir y salirme de los senderos trillados de los demás.

                 Lo último, lo referido a llevar la contraria, sí que es cierto, pues no me gustó la educación que recibí de mis mayores. Tampoco me gustaban demasiado mis mayores (a excepción de mi padre, al que amaba incondicionalmente, a pesar de ser militar y franquista, pero es que fue un progenitor impecable, y de mi abuela materna, que entregó su vida a cuidarme y quererme), y me di enseguida cuenta que la educación que se daba a las niñas de la posguerra franquista era horrible, convirtiéndolas en una reprimidas temerosas y cursis. Recuerdo muy bien que cuando abandoné el dichoso colegio de Las Teresianas (¡otras que tal bailaban!) me hice un autoexamen en profundidad, y lo que ví no me gustó nada. Y emprendí la difícil tarea de darme la vuelta del revés como un calcetín, tarea harto ardua para una chica de 16 años. Todos mis amig@s y conocid@s eran de la derecha más pura y dura, y nunca tuve contactos con nadie más hasta mucho más adelante, cuando empecé a estudiar el ruso. Entonces me di cuenta de que había otra clase de personas, formando parte de la sociedad, pero que pensaban y actuaban muy diferente de mis contactos y mi entorno habituales. Fue un alivio. Inmediatamente me cambié de bando.

                Hasta me afilié al Partido Comunista (PCE), y entonces pensé que qué lástima haberlo hecho tan tarde. Pero más vale tarde que nunca.

                En el Partido me lo pasé muy bien, encontré nuevos amigos que pensaban como yo –cosa que me llenaba de gozo, pues yo creía que esa clase de gente no existía en este país del diablo llamado España-. Hasta fue una apparatchik, y me nombraron Secretaria de Finanzas y Organización. Lo de las finanzas, como solo sé que dos y dos son cuatro de oídas, lo llevábamos conjuntamente otro camarada, Nicolás Aguilera y yo, que éramos honrados a carta cabal. No nos quedamos ni con un sello. Entonces los comunistas en Mallorca estaban muy incontrolados, y realmente no sabíamos con exactitud cuántos eran ni como se llamaban. Yo, pueblo por pueblo, fui buscándolos, encontrándolos y haciendo que pagaran una cuota mensual aunque fuese simbólica, para los más pobres. Pagaban un duro al mes. La verdad es que hice un trabajazo.
Cruz gallega

                Mucha gente de fuera del Partido, como las chicas que trabajaban en la Delegación de Información y Turismo (entonces no había autonomías, y mandaba Fraga) me preguntaban que cuánto cobraba por estos trabajos, y cuando yo les decía que nada,que además pagaba una cuota mensual,  al principio no me creían, y después me decían que era tonta.  Bueno, pues a mí me daba igual. Yo pensaba cosas mucho peores de ellas.

                Luego, bastante tiempo después, cambié de religión. Me convertí al Islam. El cristianismo no me llenaba, y los malditos católicos, como los curas y monjas que me educaron casi me hicieron volver loca con las manías que me metían en la cabeza. Paco también estudió en un colegio supercatólico, pero con los chicos era diferente, y además su familia era bastante rojilla. Pero la mía no, era también católica a machamartillo. Entre los unos y los otros pretendieron –pero no consiguieron, jejejeee…- convertirme en una especie de virgen pesarosa y amargada con el coño lleno de telarañas..

Entonces la única manera de huir de casa era casándose. Yo tuve un par de “pretendientes”, como se decía entonces, pero a pesar de ser hijos de ricos empresarios hoteleros no me interesaban nada. Uno era como muy aniñado de cara, y el otro parecía un eunuco, gordito, blanco y lechoso. La idea de encamarme con uno de estos dos elementos que aspiraban a mi mano (y lo que le sigue) me horrorizaba. Hasta que conocí a Paco que no era ni lechoso, ni eunucoide, ni facha. Ni católico, ni rico, ni aniñado. Que estaba mu güeno, vaya. Y yo me dije: “A este lo cazo yo para mí”. Y así lo hice. Con el uso de artificios y trampas dignas de hacerse con un oso pardo, lo pesqué y me case con él. Uffffff……….qué alivio, madre mía. Ya no tenía nadie que me controlara si iba a misa o no, si hacía esto o lo otro. Lo único malo es que mi madre nunca aceptó esa boda, y me machacó tanto, que me hizo polvo los nervios, padecimiento que voy a arrastrar toda la vida, pero que a pesar de todo lo duro que fue y es a veces, valió la pena.


La Meca

                Por eso, cuando la gente y los amiguetes me dicen que soy una oportunista y una cinica porque no creo en nada, que cuando ejerzo de musulmana o comunista estoy haciendo comedia, yo les diría que se equivocan de medio a medio. No es que sea una blanca paloma, que tuve que fingir y hacer de todo para conseguir mis propósitos, pero NUNCA, NUNCA, he traicionado ni a mis camaradas de izquierdas ni a esas ideas, y que NUNCA,NUNCA, he ejercido de musulmana para “épater le bourgeois” ni para escandalizar a las almas bienpensantes.

                Y el Islam es, aunque nadie se lo crea, mucho más tolerante que el catolicismo.Por lo menos, el que me hicieron tragar.

                Aunque escandalizar a la gente “bienpensante” es un goce casi orgásmico, para qué negarlo…
cruz celta irlandesa

 

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