Formación del
Estado andalusí (711-756)
Conquista musulmana de
la península ibérica
En el año 711, el Reino Visigodo fue dividido entre dos candidatos luchando por el titulo de Rey de los Visigodos después la muerte de Witiza en 710: Roderigo, nieto de Chindasvinto y dux de Betica quién fue elegido por la nobleza visigoda en Toledo, y Agilla II del Ducado de Tarraconense. En este mismo año, tropas del Califato Omeya, compuestas por árabes y bereberes, cruzaron el estrecho de Gibraltar dirigidos por Tariq, lugarteniente del gobernador del Norte de África, Musa ibn Nusayr. En principio Tariq se atrincheró en el peñón que recibiría después su nombre Chabal Tariq, (Gibraltar), a la espera de la llegada del grueso de sus tropas. Sólo entonces inició su ofensiva con la toma de Carteia (Cádiz), después de lo cual se dirigió al Oeste e instaló su base de operaciones en Al-Yazirat Al-Hadra, (en árabe: الجزيرة الخضراء) lo que hoy es Algeciras.
En ese mismo año Tariq vence a los visigodos en la trascendental batalla de Guadalete, y tras dar remate a
lo que quedaba del ejército rival en Écija emprende una rápida conquista, primero en dirección a Toletum (Toledo),
y posteriormente hacia Caesar Augusta (Zaragoza).
Hacia el 718 la península ibérica, salvo las zonas montañosas del norte
habitadas por vascones, cántabros y astures, estaba en manos
del Califato Omeya.
Desde 716 la Península fue
dirigida desde Qurtuba, Córdoba, por un gobernador (wali) nombrado por el
califa de Damasco. Los primeros gobernadores aparte de organizar el estado
islámico y asentar a inmigrantes árabes, sirios y sobre todo bereberes,
llevaron a cabo expediciones contra el reino franco hasta que después de
la batalla de Poitiers en el 732, los francos
emprendieron diversas campañas que expulsaron a los musulmanes de las tierras
situadas al norte de los Pirineos hacia el 759.
En el territorio de al-Ándalus, los musulmanes respetaron a la población cristiana y judía a cambio de un
tributo, por pertenecer a una de las religiones abrahámicas, que los dotaba de
un estatus determinado, la dhimma.
En el caso de los cristianos si no pagaban tributo eran condenados a muerte1. Este establecía que, aunque no formaran parte de la umma, comunidad
islámica, quedarían protegidos, tendrían sus jueces y conservarían sus ritos.
Estas circunstancias motivaron una política de pactos de capitulación donde
muchos aristócratas visigodos pudieron conservar propiedades e incluso cierto
grado de poder mediante nuevas fórmulas, como es el caso de Teodomiro (en árabe: تدمير Tūdmir), gobernador de la Provincia Carthaginense, que tras un acuerdo gobernó a título de rey un
territorio cristiano visigodo autónomo dentro de al-Ándalus, denominado kora de Tudmir.
Este hecho, unido a que una parte de la
población, cristianos unitarios y hebreos sobre todo, vieran con buenos ojos el nuevo poder musulmán que los
libraba de la dura opresión que los visigodos habían ejercido contra ellos,
podría explicar la rapidez de la conquista musulmana.
La composición social de al-Ándalus fue
muy compleja y varió a lo largo de su historia; por un lado se encuentran los
que pertenecían a la comunidad islámica, Umma, que se
dividían en libres y esclavos y étnicamente en árabes, sirios, bereberes, muladíes (cristianos conversos al Islam y sus descendientes) saqalibas (de
origen eslavo y que podían ser esclavos o libres), y también esclavos provenientes de África, aunque estos nunca llegaron a constituirse
como un grupo social diferenciado. Entre los que no pertenecían a la Umma
estaban los judíos y los mozárabes (cristianos de al-Ándalus).
No musulmanes |
En el año 750, en Damasco, la familia de los abasídas desplaza
a los omeyas del poder, matando a todos sus miembros excepto a Abderramán I, y trasladan el poder a Bagdad.
Emirato de
Córdoba (756-
En 756 Abderramán I huye a la península ibérica y consigue que ésta se separe del poder
de Bagdad, haciendo que Córdoba se convirtiera en un emirato independiente. En
la segunda mitad del siglo IX se erige la alcazaba de Madrid como defensa de Toledo.
La creación de los reinos de Asturias y
de Pamplona, y de diversos condados en la zona pirenaica por parte de los
francos conocidos como la Marca Hispánica (Aragón,
Ribargoza, Girona, Barcelona, Osona, Ampurias, etc.), a finales del siglo VIII
y primeros años del IX representó la primera reducción del territorio de
al-Ándalus. Hasta el siglo XI, las fronteras entre al-Ándalus y los estados
cristianos del norte experimentaron pocas variaciones, aunque la lucha entre
ellos fue frecuente.
El estado andalusí estaba dirigido
por visires (ministros) bajo la dirección del hagib el de más rango de ellos. También se formó
un ejército profesional compuesto por mercenarios.
Califato de
Córdoba
A comienzos del año 929 (final del año
316 de la hégira), el emir Abd al-Rahman III proclama
el califato de Córdoba, y se nombra a sí
mismo Emir al-Muminin (príncipe de los creyentes), lo cual le otorga, además
del poder terrenal, el poder espiritual sobre la umma (comunidad
de creyentes), de este modo se convirtió en el primer califa independiente de
la Península. Por otra parte, la naturaleza misma del poder dinástico cambió a
causa de este acontecimiento, y el alcance histórico, reconocimiento y adhesión
del pueblo a los califas de al-Ándalus fue inmenso.
Este importante acontecimiento histórico
encuentra sus fundamentos en la victoria definitiva que el poder cordobés había
logrado unos meses antes sobre la interminable revuelta de Omar Ben Hafsún con la toma
de Bobastro en
enero del 928. Así mismo, se logró el restablecimiento de la autoridad del poder central
de Córdoba sobre la mayor
parte del territorio y la rendición de las últimas disidencias como la de Badajoz y de Toledo.
Dentro del contexto general del mundo
musulmán en los primeros decenios del siglo X, hay otra causa del
acontecimiento que es la creación del califato fatimí proclamado en
910 en Qairawan, norte de
África, opuesto al abbassí; sin duda ésta fue una justificación implícita de la
instauración del título califal en al-Ándalus.
La relación con los reinos vecinos fue
tensa; por una parte se encontraba el califato fatimí en las fronteras
cordobesas del norte de África; en el año 931, las tropas andalusíes entraron en Ceuta, donde se levantaron
fortificaciones importantes. Desde entonces se establecieron tanto en Ceuta como en Melilla guarniciones andalusíes con carácter permanente. El califato omeya
desplegó grandes esfuerzos para contener lo mejor posible el avance fatimí,
siguiendo en su política de alianzas con las tribus Magrawa-Zanata del Magreb
occidental, hostiles a los Sanhaya del centro que sostenían el poder fatimí.
Por el norte se encontraban los reinos
cristianos que seguían con sus incursiones en territorio andalusí aprovechando
cualquier debilidad del emirato cordobés. En el 932 Ramiro II atacó Madrid y derrotó a un ejército musulmán en Osma en
el 933. Aliándose con el poderoso gobernador tuyibí de Zaragoza. Abd al-Rahman III intentó restablecer la situación del lado cristiano
organizando una campaña contra el reino de León para restablecer la supremacía musulmana sobre la frontera del Duero.
Abd-el-Rahman no alcanzó su objetivo y sufrió una derrota en la batalla de Simancas, seguida de otra en
el barranco de Alhándega, aunque estas derrotas no tuvieron, de
hecho, graves consecuencias territoriales porque igualmente se consiguieron
otras victorias de importancia, los problemas internos paralizaron León y
porque el poder cordobés, con su tenacidad, logró mantener una presión lo
suficientemente fuerte sobre la frontera, y desplegó un gran esfuerzo para
protegerla, edificando nuevas defensas y fortificando las ya existentes.
Abd al-Rahman III mandó edificar en el
año 936 la ciudad palatina de Medina Azahara donde se trasladó con su gobierno y la corte.
Cuando llega al poder Al-Hakam II el Califato cordobés se encuentra consolidado tanto en el norte de la
Península, con los reinos cristianos bajo vasallaje, como en el Magreb
occidental, controlado por el Califato cordobés, bien mediante sus propias
tropas, bien por medio de tribus aliadas o sometidas.
A su muerte, Al-Hakam II dejó el trono
cordobés a un muchacho de once años sin ninguna experiencia política
llamado Hisham, este joven
califa contaba con el apoyo de su madre la concubina Subh de Navarra y el ministro Al-Musafi, además de la de un
hombre llamado Abi Amir Muhammad, futuro al-Mansur bilá(Almanzor para los
cristianos), que mediante intrigas y movimientos políticos va ascendiendo en el
poder hasta hacerse con el poder absoluto. Al-Mansur puso en marcha un programa
de reformas en la administración civil y militar y supo atraerse a las clases
populares con una política de intensa actividad militar contra los cristianos
del norte.
Al-Mansur inició una serie de campañas o
algaradas que se adentraron en territorio cristiano, llegando hasta Santiago,
Pamplona, etc. Esta política provocó que los reinos cristianos crearan una
coalición contra al-Ándalus.
Taifas e
imperios
Las taifas (palabra que en árabe significa
"bando" o "facción") fueron hasta treinta y nueve pequeños
reinos en que se dividió el califato de Córdoba después del derrocamiento del
califa Hisham III (de la dinastía omeya) y la abolición del califato en 1031,
como consecuencia de la guerra civil.
Finalmente en 1031, se produce la división del califato en reinos
de Taifas.
Entre los años 718 y 1230 se forman los
principales núcleos cristianos en la península en los reinos de Castilla, Portugal, Navarra y la Corona de Aragón.
En el siglo XIII, se produce un gran avance cristiano gracias a la victoria en la Batalla de las Navas de Tolosa (1212) que provoca que el
poderoso imperio almohade entre en
decadencia, aprovechando las monarquías cristianas para conquistar grandes
territorios y arrasar las principales ciudades.
Reino nazarí de
Granada
Queda sólo el Reino nazarí de Granada como último
reducto musulmán en la Península, mientras la corona de Aragón inicia una
política de expansión por el Mediterráneo y se confirma la unión de Castilla con León.
La Reconquista finaliza en 1492 con la toma de Granada por parte
de los Reyes Católicos que lo anexionan
a la Corona de Castilla. En este mismo año se produce la expulsión de los
judíos y el descubrimiento de América, en nombre de Castilla, por Cristóbal Colón
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