Es fácil. Solo se necesita un poco de voluntad, y, comiendo estupendamente, no engordar.
Por ejemplo, si nos invitan al restaurante, escoger, mejor a la carta, platos que, aún siendo estupendos, no engordan, como el marisco.O algunas verduras exquisitamente preparadas. La cosa es escoger platos sabrosos pero ligeros, con un mínimo de materias grasas y si es necesario usando especias para potenciar su sabor.
Comer sobre todo pescado, carnes poco grasas, frutas y legumbres.
A la salida, se tiene la impresion de haber comido un verdadero festín sin aumentar ni una caloría.
Si hay que ir a casa de la suegra y ésta es aficionada a los platos contundentes, tomar poquito y más ensalada o del acompañamiento que sea más o menos light. Y poco postre.Si se siente una un poco frustrada, -que no tiene por qué suceder- basta mirar los michelines de las cuñadas que se ponen de polvorones hasta los ojos.
Pero si a una le chifla lo dulce, por un día o dos al año que se hace un exceso, tampoco no hay que sufrir. Los dos kilitos cogidos en estas fiestas se liquidan después con unos días de solo fruta y verdura, y dando largos paseos, que es lo mejor que se ha inventado para bajar tripa y reducir cintura.
También hay que disfrutar, caray.
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