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martes, 13 de diciembre de 2011
Los Reyes Magos
En el Evangelio de San Mateo no especifica el número de los magos, ni sus nombres, ni su procedencia, ni si eran de tal o cual raza o color.
Todo indica, sin embargo, que precisamente por ser Magos de Oriente, su origen era persa, muy probablemente seguidores de las doctrinas de Zoroastro, comentaristas de las doctrinas y de la literatura medopersa con sus teorías de fondo metafísico y carácter ético y social.En resumen, los Magos eran, entre los persas, una clase de intelectuales dedicados al cultivo de la filosofía religiosa de Zoroastro y que gozaban de gran influencia social como consejeros públicos, llegando en ocasiones a ocupar cargos políticos. Algunos escritores cristianos de la Antigüedad hablarían de Zoroastro como de un profeta del Mesías, y también hubo seguidores del mazdeísmo que identificaron a su maestro con Abraham. Tales eran, pues, probablemente, los personajes que rindieron tributo al Niño en su cueva.
Posteriormente, la tradición, la leyenda y la fantasía, adornarían profusamente a estos visitantes , y en el s. IV se habla de ellos ya como reyes. En el s.VII, su número, que había oscilado hasta entonces entre dos y quince, se fija definitivamente en tres, y comienzan ya a sonar sus nombres: Gaspar, Melchor y Baltasar. La misma magnificencia de sus regalos -oro, incienso y mirra-induce a creer en unos augustos personajes ricamente ataviados y acompañados por un lucido séquito, y su homenaje se interpreta como una manifestación de Dios ante todo el mundo. De ahí que la tradición les confiera inclusa razas distintas: Melchor, blanco y barba rubia, representaría a Europa y la raza de Jafet; Gaspar, moreno y de negra barba, sería mensajero de Asia y los semitas, y Baltasar, el rey negro, personaría a Africa y a los descendientes de Cam. O sea, todo el mundo entonces conocido, puesto que América aún no había sido descubierta.
Con el transcurso de los tiempos, pera ya en épocas relativamente recientes, este homenaje de los Reyes Magos al Niño pasó a convertirse, sobre todo en España y Francia, en una festividad en la que los niños eran agasajados con juguetes y golosinas durante la noche, verdaderamente mágica, del 5 al 6 de enero. Es una tradición que continúa, sobre todo en España, pese a que con los buenos Reyes compiten otras figuras de talla, como Papá Noel, el árbol de Navidad e incluso Santa Claus, aunque este último pertenece a latitudes más septentrionales. De todos es conocido el espectáculo que cada año ofrecen en numerosas ciudades y pueblos las cabalgatas de los Reyes Magos, y las largas colas ante los grandes almacenes para entregar la carta a los pajes y carteros de Sus Majestades. También persiste la costumbre de consumir en familia, el 6 de enero, el clásico roscón de Reyes, en el que aparecen pequeños regalos que completan este simpático día.
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